Podemos descubrió ayer que Armengol tiene un amante en Madrid, y que la infidelidad se ha consumado con el peor enemigo de los emergentes, el PP. El mazazo para la paz conyugal sobreviene después de renovar los votos matrimoniales. En concreto, los diez votos que los discípulos de Pablo Iglesias ceden graciosamente al PSOE en el Parlament.

Como cualquiera pillado en una situación similar, Armengol se encierra con vehemencia en que "no es lo que parece". O en su traducción política, "los socialistas de Balears seguiremos siendo coherentes". Sin embargo, Podemos deberá sopesar si el engaño del PSOE con el PP incluye a la federación balear y propicia una ruptura de la convivencia.

Armengol no ocultaba su indignación al abandonar la sede de su partido en Génova. Perdón, en Ferraz. La presidenta ha de acostumbrarse a vivir en la esquizofrenia entre un esposo fidelísimo en Mallorca y un amante veleidoso en Madrid. Doble vida, dobles verdades, dobles mentiras. Para el espectador, todos los ingredientes de un vodevil.

Las incomodidades del adulterio sacuden a los tres vértices del triángulo. De momento, Armengol regresa a Mallorca como enemiga pública número uno de Susana Díaz, su colega andaluza que ha llevado la abstención al límite de la inmolación. El odio asesino no llegará al extremo de rechazar los 1.700 millones de euros que Balears aportará graciosamente este año a otras regiones abstencionistas.

Aunque se acusa habitualmente a la presidenta balear de ser mejor táctica que estratega, adivinó el desvelamiento de su adulterio antes de las elecciones de junio. De ahí que sustituyera a Ramon Socias por Pere Joan Pons, al frente de la lista al Congreso. Su objetivo era garantizar que los socialistas baleares nunca votarían a Rajoy. De Sofía Herranz no se sabe nada, literalmente. Es el mejor ejemplo de diputado engullido por Madrid.

El análisis quedaría incompleto sin compadecerse del cónyuge engañado. El partido de Alberto Jarabo aceptó un contrato matrimonial llamado Acuerdos para el Cambio, donde la astucia de Armengol ya les escamoteó por ejemplo la gratuidad del aparcamiento de Son Espases. Durante el año y medio transcurrido desde julio de 2015, Podemos ha sido un esposo (o esposa) abnegado, como el Justin Theroux de La chica del tren aunque luego ya se sabe lo que pasa.

Los continuos viajes de Armengol a Madrid no despertaron los celos de Podemos, que algo debió sospechar cuando contraponía la elocuencia de la presidenta en Madrid a sus balbuceos culpables al regresar a la isla. La rabia de la inquilina del Consolat al abandonar el comité federal puede ser una sobreactuación, para disimular su duplicidad. Convincente, en cualquier caso.

Por fortuna para Armengol, la iniciativa legislativa que más preocupa a Jarabo es la ley del mínimo esfuerzo. Abandonar el domicilio conyugal es un trauma inasumible para el teórico jefe de filas de Podemos, su número uno Laura Camargo mira siempre de reojo a la continuidad en la Universitat. De ahí que Pablo Iglesias celebre a cada entrevista la solidez del pacto balear, "según me dice Jarabo". El cinismo imperante en la política puede avalar el adulterio del PSOE como fuente de estabilidad conyugal.

Se omite adrede la repercusión de la infidelidad en el otro socio del Pacto. Los ecosoberanistas de Més pasan a ser familia política de Rajoy. Existen precedentes, sus mayores pueden aleccionarles sobre los tiempos en que Cañellas trataba al PSM como un travieso hijo pródigo.

La derrota no es un activo político, pero Armengol se ha expresado en Madrid con una soltura por encima de su rango de baronesa. Los ataques tradicionales contra su persona le reprochaban la sumisión estricta a los apparatchik del PSOE. Sin embargo, ha mantenido una disidencia honrosa como paño de lágrimas de Pedro Sánchez y puente con Puigdemont. Armengol no se arrugó ayer ante el comité, a diferencia de Lambán, García-Page, Ximo Puig, Fernández y demás presidentes regionales que callaron como muertos. Quizás porque lo están.