La quiebra del grupo Orizonia provocó la caída de una de las más importantes empresas turísticas del país, arrastrada por una deuda que superaba los 2.000 millones de euros. La declaración de concurso provocó que miles de trabajadores se quedaran sin empleo. La empresa pertenecía a la sociedad estadounidense de capital riesgo Carlyle, que la adquirió en el año 2006 tras el pago de casi 850 millones de euros. Los administradores concursales, designados por el juez, llegan a la conclusión de que la causa principal que arrastró a Orizonia a la quiebra fue por la imposibilidad de continuar con su actividad, arrastrada por la elevada deuda que tenía. Se cuestiona la actuación de los gestores de esta empresa.