Hace unos meses, en la feria turística de Berlín, dos grandes touroperadores alemanes, TUI y Alltours, coincidían en publicitar una estrategia: estaban vendiendo a sus clientes productos en los que se utilizaba la sostenibilidad ambiental como reclamo, y para ello exigían a los hoteles que mejorasen en cuestiones de eficiencia energética, contaminación o impacto ambiental y visual. La coincidencia en la estrategia no es casual, ni fruto de una ocurrencia: las empresas han detectado que la preocupación de los viajeros por el medio ambiente es cada vez mayor, por lo que convierten el respeto en producto. De eso mismo hablaban ayer en el foro ´Re Think Hotel´, en el que participaron empresas del nivel de Iberostar, Meliá, Trivago, Yahoo, Blue Ray, Room Mate, H10, BQ Hoteles o Riu, todas ellas compañías que llevan años apostando por el factor ambiental, a las que no mueve solo la preocupación por el entorno, sino también la rentabilidad. Ayer en el foro se ofrecían dos datos que dejan claro que lo sostenible vende: el 90% de los turistas estarían dispuestos a ir a un hotel medioambientalmente sostenible, y el 34%, una tercera parte, aceptarían pagar más por ello.