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La fiesta en paz

Cómo desmontar un partido en nueve pasos

Es más fácil deshacer un partido centenario que montar una estantería Kallax/Tjena de Ikea con doce módulos...

Sánchez conoce al dedillo las instrucciones. Efe/Chema Moya

Es más fácil deshacer un partido centenario que montar una estantería Kallax/Tjena de Ikea con doce módulos. Para lograrlo basta seguir las sencillas instrucciones que siguen (mucho más comprensibles, sea dicho de paso, que los folletos de la marca sueca).

Primer paso. Introduzca el tornillo de la corrupción en el eje central y en las estructuras autonómicas y municipales que dominan el partido. Meta a unos cuantos dirigentes secundarios en la cárcel e impute a algunos de los líderes principales. Conseguirá que la prensa denuncie que está podrido hasta el tuétano y que se escriban editoriales exigiendo una regeneración profunda. Nota importante: este paso es completamente prescindible. De hecho, no está demostrado que cobrar sobornos, prevaricar o malversar fondos públicos contribuya a desmembrar un partido. Es más, algunos ingenieros de estructuras políticas sostienen que crea lazos indestructibles entre afiliados destacados.

Paso dos. Comience a emitir mensajes contradictorios en cada parte de la estructura. Si la pata tira hacia la izquierda, que el cabezal tensione hacia el centro. Si el cajón arrastra hacia el federalismo, que la balda se desplace hacia el centralismo. Muy importante: no se trata tanto de que el partido sea un caos como de que el desbarajuste se airee a los cuatro vientos. Si las diferencias no se publicitan, agrandan y multiplican con campañas de prensa, radio y televisión, de nada servirá que el modelo andaluz de Susana Díaz sea incompatible con el catalán de Miquel Iceta o el balear de Francina Armengol. No olvide las nuevas tecnologías. Ha quedado fehacientemente demostrado que se pueden decir muchas más tonterías en 140 caracteres que en una tesis doctoral de mil folios.

Tercer paso. Cree un conglomerado de barones (Vara, Page y Puig) y baronesas (Díaz y Armengol) que no solo no se sientan subordinados, solidarios y seguidores del monarca-secretario general de turno, sino que, además, crean que los designios de la nobleza deben imponerse a los deseos y estrategias del líder.

Cuarto paso. Aunque el modelo de su partido haya triunfado en color rojo, póngale naranja, verde y hasta unas dosis de azul liberal conservador. Deje que la competencia asuma el bermellón que usted ha abandonado en busca del centro. De esta forma irán cayendo piezas por un extremo, aunque no las recuperará por el otro porque, ¿quién quiere una imitación pudiendo adquirir el original?

Quinto paso. Elija un líder guapo, pero insustancial. Que grite en lugar de seducir a la hora de explicar sus argumentos. Que chille en lugar de emanar autoridad cuando desmonta los argumentos del adversario.

Sexto paso. Cree un equipo de individuos endebles, que se diluyan como un azucarillo en el café en cuanto asomen los primeros problemas.

Séptimo paso. Deje mal enterradas a las momias del pasado.

Octavo paso. Genere una situación que obligue a los militantes y a los periodistas a leerse e interpretar los estatutos del partido. La situación es irreversible cuando el debate se centra en contraponer el artículo 60 al 120 y el apartado A al B del 169. En este momento todo está perdido. El partido que necesita dirimir estas cuestiones ya no es de este mundo. Ha dejado de hacer política para dedicarse al esoterismo o al espiritismo. Tanto da. Sea lo que sea, los ritos han suplantado a las esencias y la religión deviene secta.

Noveno paso. Monte un cirio en la sede. Cierre con llave los despachos de los que hasta ayer eran sus “compañeros del alma compañeros”. Tenga dos horas de plantón en la entrada a todo el que quiera asumir una responsabilidad. Permita que media España se carcajee cuando una desconocida por el 99% de los ciudadanos declara que “la única autoridad del PSOE soy yo”, demostrando no tener ni idea de lo que significa tener autoridad.

PD. Estas instrucciones han probado su eficacia en organizaciones de todo tipo. Incluso en partidos fundados hace más de cien años.

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