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Opinión

Pedro Horrach, más fuera que dentro

Pedro Horrach, más fuera que dentro

La media docena de causas egresadas del tronco del Palma Arena se han saldado con condenas, a menudo incluso con confesiones. Esta efectividad es un éxito compartido por los hoy irreconciliables José Castro y Pedro Horrach. A falta de adjudicar cuotas de protagonismo, el engranaje no hubiera funcionado sin el concurso de ambos. La demolición a cuatro manos de la corrupción del Govern Matas, con las limitaciones propias o impuestas del funcionariado, constituye una catarsis sin precedentes en la historia de Mallorca. Dicho de otra forma, el inaprensible Juan March murió en la cama.

A lo largo de los diez años exactos transcurridos desde la toma del ayuntamiento de Andratx por la fiscalía Anticorrupción y el encarcelamiento del alcalde de la villa, Horrach ha trabajado más que un español medio a lo largo de toda su vida. Esta productividad envidiable del trasunto mallorquín del fiscal Jean-Louis Trintignant en 'Z', debía cursar con efectos secundarios.

Sin embargo, ha sorprendido que la frustración de Horrach surgiera de la avidez por la proyección social. Sus compañeros no acaban de metabolizar la elección de una carrera de abogado en las antípodas de su actual desempeño. Mientras tanto, el estajanovista Castro continúa tejiendo a buen ritmo, desde la enemistad con un fiscal que está más fuera que dentro.

Las fases de transición son peliagudas, así en la química como en la justicia. Una sociedad democrática encontraría una forma racional de recompensar la entrega sobrehumana de Horrach durante estos años, sin necesidad de que cambiara de bando. Por primera vez desde que se inició la lucha contra la corrupción desatada en Mallorca, la burocracia se impone a la puesta en práctica de métodos innovadores y avalados por los tribunales juzgadores. El resultado es la parálisis del Palma Arena, un regreso a los tiempos en que la maquinaria parecía volverse contra el interés ciudadano.

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