Cada año hay más mallorquines y menos sitio donde meterlos. De ahí el impacto de la privatización de las playas para los clientes de yates de lujo, que se creen los dueños de la costa y la urbanizan a su antojo. Se ha documentado en es Carbó, ha ocurrido por todas partes. La foto del verano no muestra a la Reina Ortiz esbozando una mueca contra Mallorca en Marivent, los paparazzi ecologistas de Terraferida han sido más efectivos en la denuncia del beach club de Cabrera que los oxidados mecanismos de vigilancia del Govern.
Pese al impacto de la imagen, ¿hubo infracción de la normativa del parque o de la Ley de Costas, con las sombrillas y colchonetas del sábado 27 de agosto? La ocupación de Cabrera por empleados de tres yates de lujo con permiso de navegación a través del parque despertó la sensibilidad saturada de los mallorquines, gracias a las imágenes hirientes. Los agentes medioambientales, más mentalizados sobre la protección que el conjunto de la población, insisten sin embargo en que no advierten infracción, solo otra estampa del colapso de Mallorca. De hecho, redactaron un acta a secas. No levantaron un documento de denuncia, pese al nerviosismo desatado en la conselleria el día de autos, tras la viralización de la noticia vía Twitter.
Medio Ambiente acelerará la tramitación de una multa decorativa a los yates invasores, en busca de una ejemplaridad ausente en la trayectoria de dicha conselleria. Ahora bien, ¿la ocupación multimillonaria de la playa fue lo más grave que ocurrió en el parque natural marítimoterrestre durante el pasado fin de semana? Ni de mucho. Resacón en Cabrera sería el título adecuado para un recorrido por las vicisitudes infractoras durante el cierre del mes de agosto. Y que solo prolongaban los desmanes por desgracia habituales en un paraíso desprotegido por el Govern.
Para empezar, la juerga nocturna en la playa del escándalo, cuando a partir de las diez de la noche está prohibido circular por la isla. Según los testigos, en esta ocasión participaban huéspedes del discutido albergue de 24 plazas. Sin embargo, los saraos playeros son habituales con pasajeros de las embarcaciones, algo también prohibido. El pasado fin de semana hubo asimismo festejos alocados en el campo de fútbol, a cargo de ciudadanos extranjeros en un notorio estado de ebriedad. Pretendían además depositar basura en tierra firme, otra infracción. Se produjo el desembarco también fuera de horario de naves, o como se diga, charter. Pese al toque de queda nocturno, el jolgorio y los paseantes se han adueñado de Cabrera. El turismo de borrachera no perdona los enclaves más insospechados.
La atmósfera de resacón se amplificó en la misma fecha con los percances sufridos por varios turistas. Una mujer que había perdido la consciencia en el agua, y se hallaba al borde del ahogamiento, fue salvada in extremis por un médico inglés que nadaba en Cabrera y por una enfermera. Se recurrió a un helicóptero para proceder a un rescate de emergencia. En fin, los yates de lujo que pasean por el parque no se libraron de la atmósfera de desastre. La esposa de un matrimonio israelí en el carísimo crucero sufrió una indisposición, en la que el médico advirtió los síntomas alarmantes del infarto, y debió ser trasladada de urgencia a Palma.
Un tal Montoro o Montiroso, porque ha mentido en sus deudas impagadas a Balears, quiere exprimir las ubres del turismo mallorquín sin poner los medios para sobrellevarlo. ¿Por qué vienen a Mallorca en lugar de otros enclaves mediterráneos? No es por ISIS, es porque aquí cuentan con una oportunidad en caso de infarto o asfixia. Por el celo de los profesionales, nunca de una Administración que en su actitud frente a Cabrera está representada por Biel Company.
Veamos. Cada verano se levantan decenas de actas de denuncia en Cabrera. Según los profesionales de la conselleria de Medio Ambiente que conocen el procedimiento, buena parte de ellas no se tramitan por falta de instructores, dos. Es decir, el viejo truco de salvaguardar la impunidad dejando de perseguirla. También abundan los infractores que desde sus barcos pronuncian la socorrida muletilla "ya hablaré con el conseller". Ha habido legislaturas en que la fórmula funcionaba.
Para frenar los desórdenes crecientes en Cabrera, se dispone de un único agente medioambiental, con un refuerzo de fin de semana y la prohibición de actuar durante la noche. El plan gestor del parque se aprobó en 2006 y tenía una vigencia de seis años, así que lleva cuatro caducado por gentileza de nuestro Parlament en vacaciones permanentes. La obsolescencia planificada, para que Mallorca pueda ser explotada por depredadores que solo dejan basura.
En fin, recuerden dónde leyeron antes que Francina Armengol estuvo a punto de comprar un palacete, a diferencia de James Matas y de Herr Kommandant Bauzá que sí lo compraron. Y ya que hablamos de infracciones anuladas, el ayuntamiento de Felanitx dispone de más de 120 multas no cobradas en anteriores consistorios. Vencen por goleada a Palma y a Medio Ambiente. Alguien deberá explicar los criterios aplicados, aunque la tónica apunta a la exención de vehículos de alquiler por motivos obvios.
Con el pacto de Rajoy y Rivera, la alcaldesa de Palma sería Marga Durán en cuanto titular de la lista más votada. Me parece un argumento irrebatible para oponerse a la alianza entre PP y Ciudadanos. La buena noticia es que tenemos libro de Antoni Serra, vivísimo en Escrits 'post mortem'. Vean La estación de las mujeres, y exijan responsabilidades a su feminista de guardia.
Reflexión dominical expresiva: "¿La libertad de expresión?, sería una buena idea".
