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El obispo cae nueve meses después de la Inmaculada Concepción

El 8 de diciembre de 2015, este diario titulaba que "El Vaticano llama al obispo de Mallorca a consulta urgente y sopesa su traslado", la Iglesia fijó adrede el 8 de septiembre para dar a luz una nueva etapa

La Mallorca que no queremos. Hermosa y habitual estampa en la salida de Llucmajor hacia Algaida, captada estos días mientras los académicos debaten sobre la saturación de la isla. Muy en segundo plano se advierte el paisaje primitivo y desolado.

El 8 de diciembre de 2015, este diario abría su portada con el siguiente titular: "El Vaticano llama al obispo de Mallorca a consulta urgente y sopesa su traslado". Nueve meses exactos después de la Inmaculada Concepción, la Santa Sede hacía pública las "Rinunce e nomine, 08.08.2016" que contemplaban la renuncia de Javier Salinas y el nombramiento simultáneo de Sebastià Taltavull.

Es decir, la embarazosa situación planteada en el palacio episcopal de Palma se ha resuelto en los nueve meses de plazo biológico. No se trata de una coincidencia numérica azarosa, nada es casual en la Iglesia. Los encargados de destituir a Salinas han fijado, escrupulosamente y con total deliberación, la relación entre las malas nuevas de la Inmaculada Concepción y la fecha que da a luz una nueva etapa. El "trasferimento" de que habla el Vaticano debía ser un renacimiento en toda regla.

De la Concepción de diciembre hasta la misma fecha de septiembre, sin olvidar que el pasado 8 era también el Día de la Natividad de la Santísima Virgen. Se lo cuento porque es lo más extraño que me ha sucedido en mi triste trayectoria, dan ganas de recuperar la fe. O por lo menos de alquilarla. Hasta Salinas ignora que se ha elegido adrede un lapso de nueve meses exactos, desde la publicación a la decapitación. De hecho, la homilía del exobispo de Mallorca en el último Full dominical empieza proclamando que "Septiembre es un mes de transición". Y que lo diga. El título del texto episcopal también peca de premonitorio: "Septiembre, mes de promesas". Cumplidas, en su caso.

Àngels Barceló me pregunta en primer lugar cómo llegó a nuestras manos el conflicto del obispo con un matrimonio de aristócratas. No acierto a contestarle, porque esta mujer siempre me deja sin palabras. Lo corrijo ahora. Siempre que sucede algo importante en Mallorca, se enteran antes en Madrid. Desde la capital recibo una llamada el 6 de diciembre, día de la antigua Constitución:

-Oye, ¿quién es ese obispo que tenéis en Mallorca? Está hecho un ligón, ha roto un matrimonio.

-No sé de qué me hablas.

Mateu Ferrer sí sabía de qué hablaban desde la capital, así que en menos de dos días pudimos publicar la primera entrega del romance. El periodismo consiste en escuchar. Fuimos lícitamente criticados por mostrar cierta reserva inicial hacia los hechos que habían motivado la llamada a capítulo del Vaticano. Quienes nos censuraban, hubieran titulado valientes que "El obispo de Mallorca peligra por su relación con una mujer casada". Seguro.

De lo que ocurrió después, me quedo con la perplejidad de Mateu Isern, al enterarse de que la silenciosa Sonia Valenzuela que había sido directora general del PP durante cuatro años en su ayuntamiento, era la coprotagonista del enredo. En las sobremesas mallorquinas, se celebraba el éxito como galán de un obispo sobre el que se consensuaba su falta de parecido con George Clooney. Sin embargo, no hay nada como forjarse una leyenda, porque una de las comensales más atractivas acabó admitiendo:

-Pues yo le veo algo.

El peso de la fama. El vodevil del palacio episcopal ha conmocionado a la sociedad mallorquina, aunque los historiadores del PSM continuarán contando fanegas de trigo para describir a la isla. Urge por tanto una teleserie que narre lo sucedido. Joan Bibiloni será el obispo Salinas, Simó Andreu interpretará a Mariano de España, Cati Solivellas encarnará a Sonia Valenzuela, Salvador Oliva será el canónigo de la catedral, y Toni Gomila se rebajará a hacer de periodista.

Hemos alabado tantas condenas de Xesca Ramis, que por fuerza hemos de adelantarnos a felicitarla por su absolución del alcalde de Bunyola. La gestión desastrosa de los concejales mallorquines no alcanza a la última farola del municipio. La familia afectada por la tragedia debe ser resarcida hasta el último euro, y acompañada por la autoridades que al primer despiste se fugan a Grecia. Los jueces tienen trabajo de sobras con la corrupción real.

Los magistrados también deberán lidiar con las florecientes mafias que se instalan en Mallorca. Ya sabemos que el asesinato de un irlandés a cargo de una banda de gánsters en la Costa de la Calma fue un hecho aislado, y que no tenemos un problema de implantación mafiosa. Por eso un helicóptero sobrevolaba los alrededores del tiroteo el viernes dos de septiembre a medianoche, apuntando con sus potentes focos a los chalés de los contornos.

A raíz de nuestra andanada del pasado domingo, se ha hablado con profusión de Cabrera. Insistiremos por tanto en la Mallorca que no queremos. Hoy nos ilustra una hermosa estampa, que recoge el aspecto habitual de la salida de Llucmajor hacia Algaida. Ha sido captada en estos días, mientras los académicos debaten sobre la saturación de la isla. En lontananza se advierte la desolación del paisaje primitivo, sacrificado para que destaque la basura en primer plano. Correspondería aquí promover una campaña de limpieza integral de Mallorca. Sin embargo, es muy posible que la retirada de la basura dejara sin espacio a los nativos. No tenemos dónde colocar los residuos, nos expulsarían de la isla, esparcidos por todo el territorio se disimula su impacto.

Antes de dejarles con la semana en que Mallorca acogerá la boda marinera de la hija del ministro de Aznar, les recuerdo que el Consell concede mañana 19 galardones. Seis de ellos se van a deportistas, una proporción sonrojante. ¿Todas las personas interesantes de Mallorca habitan en un gimnasio? Me quedo con Maria Carbonero. Vean Cafe Society, para comprobar que Woody Allen no encuentra a un actor capaz de interpretarle, aunque yo solo tuve ojos para Blake Lively, la mujer que arruinaría una carrera episcopal.

Reflexión dominical cuadrúmana: "Académico no acaba en 'mico' por casualidad".

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