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Altas capacidades y superdotados

El riesgo de que se apaguen los niños más brillantes

Balears tiene por fin un protocolo para detectar alumnos con inteligencia por encima de la media y ya se notan los resultados. Adaptar la enseñanza a sus mentes es clave para favorecer su desarrollo y bienestar y aprovechar su talento

Salvador Angosto, presidente de ABSAC, y María José Cordero, la orientadora. g. bosch

"El colegio es escandalosamente aburrido". Ésa es la opinión de Miguel, un niño de nueve años que hace dos fue diagnosticado como de altas capacidades. Sus padres, Mercedes Pareja y Tomeu Munar, recibieron el diagnóstico y se hicieron la gran pregunta: ¿Y ahora qué? Empezaron a recabar información, a entrevistarse con personal del colegio, a buscar familias en similar situación. Encontraron dos apoyos principales: ABSAC, la Asociación Balear de Superdotados y Altas Capacidades, y el GIAC, un grupo de investigación en esta área.

La cabeza más visible del GIAC, Rosabel Rodriguez, profesora e investigadora en la UIB, hace treinta años que trabaja en este campo. Su tesis fue de las primeras en tratar este tema en España y le podríamos dar la denominación extraoficial de santa patrona de los padres de niños con altas capacidades de las islas: en todos estos años de silencioso trabajo han acudido a ella centenares de progenitores que no sabían a qué puertas llamar. Y es que hasta hace apenas dos cursos estos alumnos eran los grandes olvidados de la atención a la diversidad. Ahora las cosas han empezado a cambiar.

Alumnado NESE

Las altas capacidades son el paraguas bajo el que entran distintas categorías, como los superdotados o los niños con talentos, y forman parte de lo que en educación se denomina alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo (NESE). También son NESE los estudiantes con discapacidad o los inmigrantes recién llegados, por citar dos ejemplos. El modelo balear de enseñanza apuesta por su inclusión en los colegios ordinarios y para ello se dedican una serie de recursos (nunca los suficientes) y se han creado perfiles específicos de profesionales para atenderlos.

El problema es que, según perciben las familias, casi siempre la atención se centra más en los niños que a primera vista parece que tienen más problemas o necesidades, mientras que las altas capacidades quedan relegadas. La mejor prueba: hasta el curso pasado Balears era la única autonomía que no contaba con un protocolo de detección e intervención de altas capacidades.

El periodo 2015-2016 ha sido el primero en que se ha aplicado y aunque es solo un inicio los resultados parecen alentadores. Si el curso 2014-2015 había identificados 527 estudiantes con inteligencia por encima de la media, el siguiente, primero de aplicación del protocolo, se han contabilizado 760.

Los datos aún no son definitivos, pero ya constatan el inicio de una tendencia. Eso sí, aún estamos lejos de haber localizado a todos los niños con altas capacidades del archipiélago. Muy lejos. Según señala Rodríguez, el 2,5% de la población las tiene. Aplicando esta proporción a la población escolar de las islas, estaríamos hablando de unos 2.500 niños con altas capacidades. Y solo hay identificados 760. ¿Dónde están los demás? Y más importante aún: ¿Cómo llevan esa falta de identificación e intervención?

Mal. La llevan mal. Lo sabe bien María José Cordero, que ejerce de orientadora en ABSAC (info@absacbaleares.com): "Algunas familias llegan desesperadas". Ella las entiende bien porque se encontró en esa misma situación cuando a su hija de 17 años la identificaron como de altas capacidades. Aún no sabe con certeza si su hija pequeña también las tiene aunque podría ser porque está demostrando tener un talento muy destacado y precoz en dibujo y porque además existe un componente genético que provoca que con frencuencia los hermanos compartan esta característica.

"Cada niño lo expresa de manera muy diferente, según su carácter, y algunos tardan más y otros menos", apunta esta madre, que señala además que en el caso de las chicas hay una tendencia aún mayor que en los chicos de tratar de ocultar su alta capacidad para no sobresalir y así encajar en el grupo.

Miguel, el hijo de Tomeu y Mercedes, enseguida destacó en su manera de hablar, con una propiedad y un vocabulario que no usan ni los adultos. "Habla como un notario", dijo uno de sus profesores. Un ataque de ansiedad fue lo que les hizo ver qué algo estaba pasando e iniciaron el proceso que concluyó con el diagnóstico de altas capacidades.

Erróneas ideas preconcebidas

Rebobinando al caso de la hija pequeña de Mª José Cordero surge la pregunta: ¿Ser extraordinariamente bueno y precoz en dibujo puede ser un indicativo de tener altas capacidades? Sí. "No todos los superdotados son buenos en matemáticas", indica, "es uno más de los prejuicios que la mayoría de la gente tiene, como que todos son unos frikis en plan Sheldon Cooper, yo era la primera que los tenía", admite esta enfermera, que cree vital informar, difundir y sensibilizar más al personal docente y a la sociedad en general sobre qué son las altas capacidades y cómo atender a los niños que las tienen.

Rodríguez añade más ideas preconcebidas que se tienen sobre estos menores: que sí o sí fracasarán en clase y comenzarán a suspender; y que todos tienen problemas emocionales o de socialización. "Son asociaciones falsas muy arraigadas, tener altas capacidades no determina que vayan a fracasar o que vayan a ser infelices: es la respuesta que les da el entorno la que puede acabar derivando en estas situaciones, como también les puede pasar a niños hiperactivos o con dislexia si no los atiendes como necesitan".

"Puedes ser muy listo pero tener muchas dioptrías y no ver absolutamente nada sin gafas: los niños superdotados necesitan gafas, necesitan unas herramientas adecuadas para desarrollarse", ejemplifica. Si no les das esas gafas llega el aburrimiento, la desmotivación, la frustración, el fracaso escolar, la dificultad para socializar o incluso los problemas psiquiátricos. Si no les das esas gafas, las mentes más brillantes pueden apagarse.

¿Qué se hace cuando se detecta un caso? Salvador Angosto, padre de dos niños con altas capacidades, señala que normalmente hay tres posibles medidas de intervención: acelerar (que el niño se salte algún curso), ampliar currículum o adaptarlo.

Él, presidente de ABSAC, razona que cada uno necesita una intervención diferente en función de su arraigo y relación con sus compañeros de clase, su carácter... "Se debe adaptar a cada niño y saber hacerlo: ampliar currículum por ejemplo no puede ser simplemente sobrecargar y ponerle el doble de tareas", considera, señalando un error en el que han detectado que caen algunos profesores. "Otros se creen que tener la capacidad de aprender más rápido y de otra manera o saber relacionar conceptos fácilmente significa que ya lo saben todo", añade: "Aprenden de otra manera, pero han de aprender".

Casi 400 personas formadas

El protocolo puesto en marcha el curso pasado es un primer paso en ese sentido. Se han formado ya un centenar de orientadores y 382 profesores y en septiembre habrá más cursos. Primero se aborda la identificación, algo que no siempre es fácil. "No es raro que estos niños tengan también déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o dislexia y una cosa puede tapar la otra y hacer difícil su identificación", apunta Cordero, que de nuevo sabe de lo que habla: "Mi hija tiene las tres cosas".

En el marco del protocolo, un grupo de orientadores de Primaria ya han empezado a trabajar en la segunda fase: la intervención. Una de las cosas básicas a tener en cuenta es que según qué tipo de metodologías basadas en la repetición o mera memorización no suelen funcionar.

"Necesitan más flexibilidad, fomentar la investigación, la creatividad...", apuntan Tomeu y Mercedes, según lo que han visto en su hijo, que no entiende el sentido de algunas de las tareas que le han encargado, como el copiar por copiar. En su caso, sí han notado que desde su colegio, S´Hort des Fassers, se ha trabajado la parte emocional.

Desde ABSAC celebran el protocolo como un primer paso, pero aún falta mucho por hacer. Por ejemplo, de momento no hay centros que despunten por la atención a los niños con altas capacidades. Conocen solo el caso de Lladó, un pequeño colegio del Coll d´en Rabassa donde trabaja una de las profesoras del GIAC.

"Hay centros de educación especial y de alto rendimiento deportivo, pero no de altas capacidades", reflexiona Cordero. "Caer en un colegio sensibilizado en este tema es una lotería y no solo depende del centro: depende del orientador, del profesor, del director que toque... cuando debería ser algo generalizado", lamenta Angosto, que en este sentido cree que la escasa preocupación del Govern hacia este tema también les perjudica: "Hasta este año no se había hecho nada: a nivel educativo, vivir en Balears es una desgracia".

Basta mirar los 760 niños con altas capacidades identificados en el archipiélago y comparar con los datos de otras comunidades dónde hace tiempo que sus gobiernos se tomaron la atención a estos escolares de manera decidida. Hablamos por ejemplo de Murcia, con poco más de medio millón de habitantes y 3.150 niños con altas capacidades, o de Canarias, con 1.778. Cordero añade que la falta de recursos para atender a los niños que necesitan apoyo extra (por el motivo que sea) también explican los alarmantes datos de fracaso escolar de nuestras islas.

Difícil acceso a las becas

El Gobierno tampoco es que tenga esta área como gran prioridad, critica Angosto, que pone como ejemplo las dificultades con las que se encuentran para acceder a becas debido a los requisitos sin sentido que se exigen. ABSAC sobrevive y organiza sus actividades (talleres, acampadas, teatro...) gracias a las aportaciones de sus 80 familias asociadas.

Una de estas familias, la de Mercedes y Tomeu, señala que lo que quieren para Miguel no es nada extraordinario sino lo que todos los críos deberían tener: "Una educación adaptada a su talento y necesidades y, sobre todo, que esté contento". Eso es lo más importante. Son excepcionales, pero no dejan de ser niños.

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