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La fiesta en paz

Baleares, primera potencia deportiva Mundial

Marcus Cooper Walz, el oro de Portopetro. efe

El medallero olímpico del viernes situaba a Balears por delante de países como Suecia, Dinamarca, Chequia o Portugal... por citar solo algunos de la Unión Europea. Los dos oros que ese día figuraban en el casillero balear obligarían a sumar 632 metales dorados a los Estados Unidos (316 millones de habitantes), 128 a Gran Bretaña (64 millones de habitantes) y 2.714 a China (1.357 millones de habitantes) para igualar la tasa de podios por millón de habitantes. Solo por comparar con los tres primeros clasificados. O 90 a España.

Las islas son una potencia deportiva no suficientemente ensalzada por nuestras autoridades nacionales. Un país entre los grandes pese a que no entran en concurso las pruebas en las que mallorquines, menorquines e ibicencos han demostrado mayor destreza. Y no se trata del tir de fona, por citar un deporte tan ancestral como la lucha olímpica, el brutatló o las olimpiades pageses, si se prefieren algunas de las competiciones que han proliferado últimamente.

¿Se imaginan hasta dónde podría llegar el país en una competición en la que el ganador fuera aquel que logra corromper con mayor rapidez a un político? Las medallas caerían una detrás de otra en todas las modalidades: urbanismo a la carta, concesión de servicios y adjudicación de obras. Y los récords del mundo estarían a perpetuidad en manos de los isleños. Valencianos, andaluces y catalanes serían incapaces de hacernos sombra. Además, para casos de empate se establecería que el ganador fuera quien consiguiera idéntico resultado con un menor soborno. Y aquí se demostraría que algunos oídos se dejan enternecer por un modesto plato de lentejas. La historia de Jacob y Esaú en versión moderna.

Frente a quienes argumenten que para este deporte no se necesita ejercicio físico se les puede replicar que menos cansados son la doma o el tiro y forman parte del programa en casi todas las citas olímpicas.

Otra modalidad en la que también destacarían los competidores de Balears sería en la de destrucción de paisaje idílico. A cada atleta se le entregarían cien metros lineales de costa -o de bosque en el caso de que la sede de los Juegos estuviera tierra adentro- y ganaría aquel que en menos tiempo montara una bonita urbanización con materiales baratos y edificios de diez plantas. La competencia sería dura con los valencianos, pero los baleares nos crecemos durante la competición. Y si menosprecian la fuerza de voluntad de nuestros atletas, fíjense en Nadal. Quince días antes de la ceremonia de inauguración casi no podía entrenar. Una semana después de ser el abanderado se colgó un oro en dobles y no alcanzó la final en individuales por un punto.

Otra competición en la que nos saldríamos sería en la de tiempo sin resolver un asunto. Los jueces plantearían una cuestión a la que cada atleta debería dar respuesta (Puede parecer aburrido, pero en el ajedrez también se pasan horas sin mover pieza). El vencedor sería aquel que retrasara durante más meses la solución del problema. Cierto es que Mariano Rajoy podría ser un hueso duro de roer en este deporte, sin embargo, el atleta mallorquín abriría el fuego con un "ja te diré coses". Esta frase despistaría a todos los adversarios. Esperarían una rápida respuesta eliminatoria y se encontrarían ante una espera eterna.

En la prueba circular por el carril central de la autopista no participarían, por razones obvias, los menorquines, pero las demás islas podríamos aportar competidores más que suficientes para copar oro, plata y bronce. Es más que probable que los otros países no pasasen de la fase previa y que la final se convirtiera en un mano a mano de Eivissa contra Mallorca.

La lista podría ser mucho más larga. Sin embargo, tampoco se trata de colonizar el resto del mundo. Basta con destacar que Balears es la primera potencia deportiva del mundo pese a la arbitraria apuesta por parte del COI de deportes como el badminton o el ping-pong, con mucho menos interés -en todos los sentidos de la palabra- que las pruebas autóctonas insulares.

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