Para algunos, el verano no es solo sinónimo de broncearse, hacer castillos de arena o tomar un helado mirando la puesta del sol, sino que también es tiempo para estudiar. Y qué mejor lugar que la biblioteca para eso, un sitio en el que además aprovechan para refugiarse detrás del aire acondicionado de las altas temperaturas de la calle. Pero no es el único uso que se le da a estas alturas del año, sino que hay gente que acude para trabajar con tranquilidad o conectarse a internet.

A pesar de que pueda parecer que el verano hace mella en cuanto a los visitantes que reciben, lo cierto es que estas todavía pueden aguantar con las puertas abiertas gracias a algunos fieles. Por ejemplo, en la biblioteca de Sa Riera puede haber media sala llena. Nada comparable, eso sí, con la situación que presenta en época de exámenes, cuando puede resultar casi imposible encontrar una silla libre.

Uno de los emplazamientos elegidos por los estudiantes es precisamente Sa Riera. Una de ellas es Celia Santamaría, quien pasa estos meses de vacaciones en Mallorca. Sin embargo, cuando llega el otoño parte hacia la península, concretamente hasta la capital, donde cursa la carrera de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid. Ahora está "casi cada día" preparando las recuperaciones de septiembre. "Me han quedado tres asignaturas", se lamenta. Por eso, ahora se sienta delante de sus libros durante "cuatro horas mínimo, y hasta un máximo de ocho".

El principal motivo que le ha llevado a elegir este sitio para estudiar es el horario, que lo define como "bastante amplio". En agosto, de lunes a viernes abre desde las ocho de la mañana hasta las doce de la noche. Esto permite a los usuarios decidir de forma más flexible cuándo quieren ir.

De momento, Santamaría no sufre el siempre temido estrés. "Pero espera a la última semana de agosto", comenta, cuando se acerquen las fechas de los exámenes. Por suerte para ella, su carrera "es fácil de aprobar, pero difícil sacar nota", lo que le permite afrontar las recuperaciones con cierto optimismo.

Si volviera a suspender y tuviera que repetir esas materias le supondría un coste extra, sin contar el tiempo de más que le tendría que dedicar a unas clases que ya ha dado y, por tanto, se vería obligada a hacer un mayor esfuerzo en el siguiente curso.

Este verano, la universitaria lleva desde finales de julio hincando los codos. Por tanto, cuando se vaya de vuelta a Madrid habrá estado todo un mes en la biblioteca para evitar tener que repetir alguna de estas asignaturas que tiene pendiente.

Estudiar por placer

Pero no todos los usuarios que se encuentran en las bibliotecas en esta época son estudiantes. Hay personas que no sufren ningún tipo de presión, como en el caso de Andreu Valls, que pasa el rato estudiando latín. Pero no lo hace por obligación: él ya dejó de lado el pupitre del instituto para introducirse de pleno en el mundo laboral. Ni siquiera se lo han pedido desde su empresa, sino que lo hace porque quiere. "Lo hago por gusto", recalca con normalidad. Todo esto lo hace durante su tiempo libre, mientras otros lo que hacen es quedarse en el sofá. Así, consigue adquirir unos mayores conocimientos.

Valls acude a la biblioteca de Can Sales a aprender latín por su cuenta. Cada vez que su trabajo se lo permite, se sienta entre estanterías llenas de libros para concentrarse en su ardua tarea. Aun así, "hay semanas que no me da tiempo a venir y otras que vengo hasta tres o cuatro veces", asegura. Dependiendo del tiempo libre que tenga, permanece hasta cuatro horas. "Puedo estar toda la mañana", explica.

A diferencia de Sa Riera, en Can Sales se nota que hay menos gente, si bien hay que tener en cuenta que su espacio es mucho mayor y, por tanto, su público se dispersa entre las distintas plantas y secciones del edificio.

Por otra parte, hay otras personas que optan por darle un uso diferente a la biblioteca. Es el caso de Ester Payeras, quien trabaja en Barcelona como programadora. Eso sí, pasa las vacaciones en Palma, de donde es originaria. Habitualmente trabaja de programadora en la Ciudad Condal.

Conectarse al wifi

Ella se presenta una o dos veces por semana a la biblioteca de Cort, "un sitio adecuado para trabajar" por el silencio que reina. Es un elemento más que le ayuda a no distraerse. Además, "no tengo internet en casa, aquí sí que puedo navegar", sostiene.

Payeras acude a Cort por la cercanía con su casa. Por otra parte, apunta que "se agradece mucho que haya bibliotecas que abran todo el día", ya que otras no lo hacen durante julio o agosto. En ese sentido, también lamenta que otras, como Can Sales, reduzcan su horario. En este caso, abren a las ocho y cierran a las tres, mientras que la municipal de Cort tiene un horario de 8:30 a 20:30 horas.

Durante esas visitas que hace cada semana, suele quedarse más de una hora cada vez, hasta cinco como máximo. Las veces que ha ido suele observar que sí que hay una afluencia de público notable, aunque también hay que tener en cuenta que su espacio es pequeño. Explica que "hay mucha gente que viene a leer el periódico o a estudiar".

Quien quiera ir a la biblioteca este verano, debe saber que la de Sant Jordi permanecerá cerrada por obras hasta mediados de septiembre. La de Ramon Llull ha estado cerrada durante un mes por el mismo motivo, aunque si se cumple el calendario previsto a partir del lunes debería estar abierta.

Dejando de lado estas excepciones, las bibliotecas de Palma están todas abiertas. Ahora queda por saber cuáles están disponibles los sábados. En este sentido, cabe destacar las de es Coll d´en Rebassa, Josep Maria Llompart y Cort, esta última tan halagada por Ester Payeras.