El puerto de Palma se ha convertido en un "embudo" a la hora de introducir mercancías en Mallorca, según coinciden en señalar representantes de los transportistas, constructores, industriales y de la Cámara de Comercio, con plataformas que deben de permanecer hasta tres semanas en Barcelona o Valencia sin poder embarcar para llegar al archipiélago, un plazo que puede superar el mes si se trata de productos peligrosos. En cualquier caso, algunos representantes empresariales matizan que el problema no radica en las instalaciones portuarias, sino en las dos navieras que cubren este servicio: Baleària y Trasmediterránea.
Los presidentes de la Cámara de Comercio y de la asociación de constructores de las islas, José Luis Roses y Eduardo López respectivamente; el portavoz de la asociación de productores de Balears, Biel Huguet, y el máximo responsable de la comisión de Mercancías de la patronal isleña de transportistas, Joan Mayol, coinciden plenamente en la descripción de problema: los productos perecederos y de alimentación tienen prioridad para entrar en los buques, y el espacio que queda para los demás es claramente insuficiente para poder introducir el resto de la mercancía. En definitiva, la que se queda en tierra en Barcelona o Valencia, incluso durante semanas, es la vinculada a actividades como la construcción o la industria.
Este problema se agrava durante el verano, y en especial durante el presente por la enorme avalancha de turistas que se está registrando, dado que se multiplica el traslado de alimentos. Así, se habla del Efecto Coca-Cola, en relación a la enorme cantidad que envases de esta bebida que llegan desde que se cerró la embotelladora palmesana, o la entrada masiva de productos para la cadena Mercadona al no tener almacenes en la isla.
El problema ya fue denunciado hace semanas por el presidente de la Federación Empresarial Balear de Transportes, Rafael Roig, y desde esta patronal se ha solicitado ya al conseller de Territorio y Movilidad, Marc Pons, una reunión para abordarlo, bajo el argumento de que siempre se habla del aeropuerto, pero muy poco de los problemas portuarios.
El responsable de la comisión de Mercancías de esta federación, Joan Mayol, apunta directamente a Baleària y Trasmediterránea, a las que responsabiliza de tener el control sobre las comunicaciones marítimas de la isla, y lamenta la oportunidad perdida para que la naviera Grimaldi pusiera en marcha un servicio estable con Mallorca, aumentando así la competencia, cuando se desistió del proyecto de incinerar en Son Reus basura procedente de otras zonas. Según este representante empresarial, las dos navieras programan un número insuficiente de servicios para garantizarse el lleno total en sus barcos y elevar su rentabilidad.
El problema que se genera es lo suficientemente importante como para que una conocida cadena de moda tuviera que demorar el pasado año la reforma de una de sus instalaciones, al no llegar a tiempo en material de construcción, según recuerda José Luis Roses, que señala que este 'tapón' en la entrada de mercancías por vía marítima comienza a ser desgraciadamente habitual, hasta el punto de que Eduardo López lo define como "otro de los costes que nos vemos obligados a asumir por la insularidad". Biel Huguet es más tajante y no duda de calificar de "desastre" el funcionamiento del transporte marítimo, además de coincidir con Roses en que es "caro".
Sin embargo, una portavoz de la naviera Baleària rechaza las citadas acusaciones, y asegura sus barcos no están navegando al límite de su capacidad, por lo que niega que se estén quedando productos en tierra durante días, tal y como señalan los transportistas.
