Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La fiesta en paz

Después de la fiesta vienen los recortes

Rajoy: primero la investidura, después el hachazo.

La negociación del futuro Gobierno se refocila (sí, hay quien se regodea en ello) en dos planos. Uno está aparentemente en los medios de comunicación y del otro, para alivio de los políticos, ni siquiera se habla. El plano público, o mejor semipúblico, es el que suma y resta votos positivos, negativos y abstenciones para convertir a Mariano Rajoy en presidente del Gobierno.

En este nivel para matemáticos y calculadoras se entremezclan el voto solitario de los canarios, los 85 del PSOE, los del PP, los de Ciudadanos y hasta los de los diabólicos nacionalistas catalanes. Dependiendo del día y de la hora, o del humor con el que se levante el político al que plantan una alcachofa delante de su boca, varía la aritmética para salvar España o, lo que para los conservadores es lo mismo, investir como presidente al gallego imperturbable.

Con su pan se lo coman. Aunque sería más apropiado decir con el nuestro, porque sea cual sea la solución, pagaremos nosotros. La abstención de la Convergència de segunda mano en la elección de Ana Pastor como presidenta del Congreso o el avergonzado voto para constituir el resto de la mesa lo demuestran. De momento, más de 40.000 euros al mes.

Sin embargo, el segundo plano, el del que nadie habla, es el que debe preocupar a los ciudadanos, a los reales, no a los de Albert Rivera. La Comisión Europea tiene abierto un expediente sancionador a España por incumplimiento del objetivo de déficit. El sistema de pensiones sufre como nunca y la hucha para emergencias está a punto de agotarse: apenas quedan existencias para un año. El Brexit producirá una contracción, nadie es capaz de prever con exactitud su dimensión, en las economías europeas.

Con este panorama, lo más probable es que el primer consejo de ministros del nuevo Gobierno sea muy similar al de la víspera de Nochebuena de 2011. ¿No lo recuerda? Es el día que nos subieron el IVA, la Renta y todo cuanto impuesto se cruzó por delante del ministro Montoro. Con la irresponsabilidad propia de un año electoral, el PP decidió bajar el IRPF y cambiar la tributación del impuesto de Sociedades. El sueño de tener más dinero en el bolsillo ya ha comenzado a desvanecerse y el día después de la constitución del Ejecutivo se habrá transformado en pesadilla. Habrá reestructuración -subida en lenguaje llano- de impuestos sí o sí. Y, para seguir la moda Pedro Sánchez: ¿Qué parte del sí no ha entendido?

Prepárese, por si acaso, para una nueva reforma laboral -pérdida de derechos de los trabajadores en su traducción a la vida real-, para un acoplamiento a la realidad -hachazo- de su pensión presente o futura y para nuevos ajustes -recortes-en servicios públicos.

Con este panorama, Francina Armengol puede pasar directamente a la segunda parte del cuento de la lechera (cuando se rompe el cántaro) y olvidarse de sus grandes planes. No sé si habrá nueva financiación autonómica, pero si la hay quizás tendremos que recurrir a la plegaria: "Virgencita, que me quede como estoy". Mejorar es una misión imposible con un cuadro político en el que Balears no pinta nada y en el que se pagará un alto precio si finalmente hay que recurrir al voto de Convergència segunda parte para convertir a Rajoy en presidente segunda parte.

El Govern también puede olvidarse de las inversiones presupuestarias. Seguiremos año tras año a la cola de gasto por persona. Que se despida el Govern de la electrificación ferroviaria hasta sa Pobla y Manacor. Adiós al reguero de millones previsto en los convenios de carreteras. Que nadie sueñe con que se saque del cajón del olvido el plan para renovar las zonas turísticas maduras, con lo que el importante esfuerzo privado no irá acompasado con la necesaria remodelación de los elementos públicos.

La cuestión de fondo no es si Rajoy será presidente con los votos a favor de los nacionalistas o con la abstención de los socialistas. Lo que debe preocupar a los ciudadanos es qué políticas se aplicarán. Aunque eso no parece importar a nadie.

Compartir el artículo

stats