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Caso Rocamar

Una casa con la entrada despejada

El exjefe de Inspección de Turismo, José Francisco Enseñat, no solo se benefició económicamente de la venta del hotel Rocamar, en Sóller. Su vivienda, junto al establecimiento, se ha visto mejorada con el derribo

Una casa con la entrada despejada joan mora

La compra y posterior demolición del hotel Rocamar por parte del Govern balear no solo supuso un buen negocio para José Francisco Enseñat, el principal beneficiario de la supuesta operación que fue orquestada en el seno de la Conselleria de Turisme cuando este era el máximo jefe del área de Inspección. El Govern pagó 971.000 euros por la compra del hotel pese a la valoración de un perito externo la rebajaba a un tercio. Pero además del beneficio económico, Enseñat ha tenido una ventaja añadida, si se tiene en cuenta que reside habitualmente en una gran casa que curiosamente está ubicada en una parcela contigua a la del desaparecido hotel. Su entorno ha mejorado notablemente con el derribo del edificio en ruinas y la rehabilitación de la zona.

El hotel Rocamar era una molestia para los vecinos, entre los que se encontraban los Enseñat. El ruinoso edificio generaba un molesto impacto visual si se tiene en cuenta el estado en que se encontraba el edificio desde su cierre en 1999 hasta que desapareció de la faz del Camp de Sa Mar en 2014. Su entorno se había convertido en un vertedero incontrolado donde había todo tipo de basuras y escombros que el ayuntamiento de Sóller tuvo que retirar en alguna que otra ocasión para calmar las quejas de vecinos y usuarios del camino de Can Botana, una ruta senderista que discurría frente al hotel. Entre los residuos también había restos de una vieja embarcación y un coche totalmente desguazado ya que la zona, al estar poco vigilada, era un punto donde habitualmente se abandonaban escombros de pequeñas obras y todo tipo de objetos inútiles.

La compra y posterior demolición del Rocamar por parte de la administración pública en la que trabajaba hasta hace poco José Francisco Enseñat acabó con este vertedero. Pero también con las frecuentes visitas que recibía el establecimiento.

El destartalado edificio hotelero era un lugar frecuentado por grupos de jóvenes que realizaban todo tipo de actos vandálicos aprovechando la impunidad que daban sus paredes. Tanto es así que el interior del edificio estaba totalmente arruinado a consecuencia del vandalismo. Con el transcurrir de los años se habían destrozado puertas y ventanas, paredes y todo tipo de elementos que fueran susceptibles de ser objeto de la furia del vandalismo.

El edificio fue víctima de algunos incendios incontrolados provocados por los vándalos, que quemaron algunos colchones y muebles destartalados. La Policía Local de Sóller tuvo que acudir en varias ocasiones, alertada por quejas de los vecinos debido los ruidos que provocaban los vándalos durante sus actos violentos. Incluso un "okupa" vivió en una de sus degradadas habitaciones hasta poco antes de su demolición.

Todo eso a día de hoy ya forma parte del pasado ya que el solar del hotel se ha convetido en una explanada con varios árboles plantados y hierba que, a día de hoy, está seca por falta de lluvias.

La supresión del hotel y del vertedero anejo al Rocamar supuso una lógica mejora en la calidad de vida de los vecinos de la zona, entre los que se encontraban los Enseñat. Al desaparecer el hotel la situación de los inmuebles anejos a su solar mejoraron en tranquilidad y confort.

Un inmueble revalorizado

Por descontado que el valor de estas propiedades ha cambiado después de dejar de tener como vecino un edificio en ruinas repleto de basuras y escombros y que era guarida de los vándalos.

La familia del ex jefe de la Inspección de Turismo del Govern vive en su gran casa con piscina que está ubicada en la parcela contigua al hotel.

Para acceder a su casa, el jefe de Inspección se topaba a diario con el ruinoso hotel. Para acceder a la finca -hasta el verano de 2014- lo tenía que hacer a través de la rampa de entrada al Rocamar. La finca del ex jefe de Turismo compartía el acceso con el desaparecido hotel.

Desde hace dos años la entrada a su residencia habitual ha mejorado notablemente con la desaparición de la estructura del Rocamar. Y el acceso también, ya que con las obras de embellecimiento del solar se empedró la rampa desde donde se entra a la finca a través de una puerta metálica que se abre a distancia.

Tras pasar la barrera se accede a una finca en la que hay jardín, piscina y zona dedicada al cultivo de frutales. La piscina y su solárium están junto a la pared medianera que separa la propiedad de José Francisco Enseñat de los terrenos del Rocamar. La casa, de dos plantas y varias vertientes, fue reformada hace unos años.

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