El Partido Popular de Balears vive desde hace un año en un estado de ebullición permanente desde que perdió las elecciones autonómicas con Bauzá al frente. Durante estos doce últimos meses se ha vivido una guerra interna sin precedente entre las diferentes familias, primero para destituir a Bauzá, después para colocar a Isern de candidato a las generales de diciembre y, por último, para elegir el candidato a las generales del pasado día 26 de junio. No obstante, las últimas 48 horas han sido de auténtica convulsión en el seno del principal partido de las islas.

El lunes por la mañana dimitía el presidente del PP de Palma, José María Rodríguez, tras casi 30 años ostentando cargos en el partido. Lo hacía forzado por Madrid y ante su aparición en el sumario judicial del caso de la Policía Local de Palma que lo situaba como el "artífice" de una "trama corrupta" que se "beneficiaba de favores sexuales, mordidas y consumiciones". Rodríguez lo negó todo, pero la marcha del histórico dirigente popular significaba un antes y un después en el Partido Popular isleño.

Ayer por la mañana se culminaron las 48 horas más frenéticas en el PP cuando Vidal comunicó a su secretario general que sería destituido. Ferrer, presidente de las Nuevas Generaciones, había accedido al cargo apadrinado por Rodríguez. Una vez el padrino ha perdido el poder su protegido queda indefenso y Miquel Vidal aprovechó el beneplácito de la calle Génova de Madrid para acometer cambios y colocar a hombres de su confianza.

No obstante, barones populares no descartan que en las próximas horas siga la convulsión en la sede popular de la calle Palau Reial. Vidal podría aprovechar la ocasión para hacer limpieza y colocar a su gente más afín en puestos de relevancia. De todas formas, el presidente popular tiene claro que deberá hacer equilibrios para contentar a todas las familias.