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Turismo pondrá límites a la eclosión de hoteles boutique que vive Palma

El Govern eliminará la excepción que permite abrir establecimientos urbanos sin cerrar previamente plazas en otros hoteles de la isla

El Govern no tiene el foco puesto solo sobre el alquiler: la idea es limitar también la proliferación de nuevos hoteles gracias a las excepciones que deja la ley a la congelación nuevos hoteles. Hoy solo es posible abrir un hotel en las islas si antes se cierran las plazas equivalentes en otro. Salvo un par de excepciones, las que se hacen con los hoteles urbanos y con los de cinco estrellas, que pueden generar nuevas plazas adicionales. Aunque eso se va a acabar. El vicepresident del Govern y conseller de Turismo, Biel Barceló, confirma a este diario que su intención es que se fije un techo de plazas, sin excepciones, tanto para los hoteles como para el nuevo alquiler turístico que ahora se va a legalizar y que, a partir de ese momento, siempre que se ponga una nueva plaza de alojamiento en las islas haya que cerrar otra a cambio. ¿Qué se persigue? Pues evitar que la oferta de alojamiento siga tendiendo a infinito, aprovechando fisuras como que entre esos nuevos hoteles urbanos que se autorizan se cuelen establecimientos en lugares tan poco urbanos y tan turísticos como Platja de Palma.

19 hoteles boutique en 5 años

Junto a ellos también ha florecido en los últimos años una profusa red de hoteles realmente urbanos, que están siendo clave en la lucha contra la estacionalidad. Basta ver la evolución invernal de Palma, que ha pasado de ser tan estacional como el resto de las islas a ver turistas durante todo el invierno. La respuesta hay que buscarla en el alquiler turístico que hasta ahora se ha estado desarrollando ilegalmente en edificios residenciales del centro de la ciudad, pero también influyen en esa efervescencia los 19 hoteles boutique que han abierto durante los últimos cinco años, a los que pronto se sumarán diez más.

Todos comparten además una apuesta por la calidad que está favoreciendo el negocio del comercio, la restauración y la hostelería de la ciudad. A cambio, Palma vive cada vez más saturada de turistas, sobre todo en las temporadas media y alta, cuando a los nuevos viajeros urbanos se unen los miles de cruceristas que llegan a la ciudad y los clientes que visitan la capital desde otros puntos del mapa turístico mallorquín.

De ahí que el Govern, pese a la oposición hotelera, quiera acabar con las excepciones que disparan la oferta de hoteles. En los últimos cinco años, el número de establecimientos ha pasado de 38 a 53 (con 8.431 plazas), que pronto serán 63. Y eso es un 90% más, casi el doble en un lustro. Y todo en la isla que ha evolucionado desde las 173.539 plazas para hospedar viajeros que tenía en 1995 (datos del Instituto Nacional de Estadística) a las 232.388 plazas hoteleras de 2015, un 33% de aumento. Así Mallorca destaca como el destino mundial que padece la mayor saturación hotelera del mundo (306 plazas de hotel por cada mil habitantes, frente a las 65 de Grecia, las 109 de Canarias , las 37 de Italia o las 27 de Valencia).

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