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Reportaje

La luz, una medicina barata

"La luz es una herramienta terapéutica tan eficaz como los fármacos", subraya Rubén Rial, catedrático emérito del departamento de Biología de la UIB que forma parte de un grupo que investiga sobre los efectos de la luz en el sueño y en la salud

La luz, una medicina barata

"Hemos determinado que basta con exponerse una hora al día a una luz brillante, preferiblemente por las mañanas, entre las diez y las doce del mediodía, para conseguir una remisión de los síntomas de una depresión", explica el doctor Rial, que matiza que da exactamente igual que sea una luz natural o una luz artificial mientras que sea brillante.

"Hicimos un estudio con los pacientes de psiquiatría de Son Dureta, que estaban ingresados en un sótano oscuro con pequeñas ventanas y una deficiente iluminación, y con los de Son Espases, ubicados en un lugar más luminoso. Pues bien, los primeros tardaban de media dos días más en conseguir una remisión de los síntomas de su depresión. Mientras que ellos conseguían esta mejora tras quince días de tratamiento, los de Son Espases lo hacían dos o tres días antes", explica el catedrático de Fisiología para resaltar que un simple cambio de ubicación a un lugar más luminoso puede suponer un importante ahorro tanto en fármacos como en días de hospitalización.

"Aparte de los beneficios para el paciente", añade Rial al hilo de la polémica de esta semana en la que padres de niños oncológicos ingresados en Son Espases han denunciado la falta de luz en el módulo en el que se encuentran y han iniciado una recogida de firmas para reclamar un cambio que ya ha conseguido más de 120.000 adhesiones.

El grupo investigador de Rial lo conforman otros tres profesores del departamento de Biología, dos de ellos titulares, Cristina Nicolau y Antoni Gamundí, y uno asociado, Mourad Akaarir. Completa el equipo una facultativa de Son Espases, la psiquiatra Francesca Cañellas.

Ahora están inmersos en estudios sobre las ventajas que supone para los ancianos contar con residencias dotadas de la iluminación adecuada que más tarde se podrían aplicar tanto a las infraestructuras privadas como públicas.

"Hemos hecho pruebas que han demostrado que en las residencias con abundante luz los ancianos tienen menos episodios de depresión y más calidad intelectual. Se retrasa la aparición de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson y los residentes duermen mejor de noche y están más despiertos de día", explica el investigador.

Pero, ¿por qué la luz mejora la calidad de vida? Rial se arma de paciencia para intentar explicarlo de una manera mínimamente inteligible: "La luz penetra en el cerebro y llega al Núcleo Supraquiasmático donde se encuentra nuestro reloj biológico, un reloj que se comunica con la glándula pineal, órgano encargado de secretar una hormona llamada melatonina, aunque solo lo hace durante la noche. La melatonina es la hormona de la oscuridad y la que le dice a todo el organismo cuál es la hora a la que debe hacer cada cosa, dormir, comer, hacer ejercicio.... Todas las necesidades fisiológicas se ajustan a ese reloj y este se pone en hora cada día con la luz. Y cuando esta es insuficiente, los ritmos vitales se desajustan".

Así, el reloj biológico marca nuestro ritmo vital y la melatonina, explica gráficamente el fisiólogo, son sus agujas. "Esta hormona es la sustancia natural con mayor potencia antioxidante ya que bloquea la aparición de los radicales libres. Alarga la vida y aumenta la actividad del cerebro", profundiza sobre la melatonina Rial antes de advertir que únicamente se fabrica de noche, cuando hay oscuridad.

"La fabricación de melatonina comienza a descender a partir de los cuarenta años y después de los sesenta ya el ser humano es incapaz de generarla, por eso los ancianos nos dormimos de día y nos despertamos de noche", explica el investigador que, pese a este déficit productivo, no recomienda tomar esta hormona comercializada recientemente en nuestro país porque hasta hace pocos años no estaba aceptada como un medicamento.

"Es una sustancia muy segura, más que algunas vitaminas, pero la diferencia entre el veneno y una medicina es la dosis. ¿Sabías que diez gramos de sal ingeridos de una sola vez pueden resultar letales? ¿O que beber diez litros de agua en diez minutos produce hemodilución, que es lo mismo que si te ahogases?", pone como ejemplo el fisiólogo para resaltar que hay que ser precavido sobre lo que se toma y sus posibles efectos indeseados.

En este punto, y antes de profundizar sobre los efectos benéficos de la luz, Rial se detiene en la cronofarmacología o, lo que es lo mismo, la ciencia que estudia el momento más idóneo para medicarse. "Cada medicina se ha de tomar a la hora precisa ya que si no es menos eficaz o tiene efectos perniciosos. Como los tratamientos de quimioterapia, que está demostrado que tomados de noche tiene más efectos terapéuticos y menos secundarios. Por eso la melatonina ha de tomarse media hora antes de acostarse, para adecuar la toma al momento en el que el organismo la generaba", diferencia el catedrático emérito.

Volviendo a los efectos benéficos de la luz, Rial recrimina que en los servicios de neonatos de los hospitales públicos, permanentemente con luz y ruido, los bebés difícilmente pueden ajustar sus ritmos biológicos. "Y lo mismo pasa con las UCIs. Se deberían hacer las intervenciones sanitarias respetando al máximo la oscuridad nocturna y la claridad diurna. Por ejemplo, la enfermera que entra por la noche para hacer algo, en lugar de encender todas las luces, debería acceder a la habitación con una linterna de color cálido, de baja intensidad", recomienda el investigador, que recuerda que este tipo de iluminación no influye en el reloj cerebral como la azul.

También habla el catedrático de los problemas que tienen las personas que trabajan a turnos por la imposibilidad de ajustar su reloj. "Tienen más problemas gastrointestinales, cardiacos, más tumores de colon y de mama, hay más divorcios y malos tratos en este colectivo...", enumera Rial. "Los turnos no son constantes, una semana trabaja de noche, otra de día. Esto provoca que el reloj biológico no se ajuste y aparezca una desincronización interna que es una de las causas del síndrome metabólico, una disfunción que aumenta la probabilidad de padecer obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares o cáncer", precisa.

También es partidario este fisiólogo de mejorar la iluminación de los colegios para aumentar el rendimiento escolar: "Las escuelas deberían tener un horario diferente al que tienen, establecido para permitir que los padres dejen en las escuelas a sus hijos antes de ir a trabajar. Sería mejor que los niños comenzarán a las diez de la mañana ya que entre esa hora y las doce del mediodía es cuando se tiene el mayor rendimiento intelectual".

Para concluir, Rial recuerda la vieja reivindicación de cambiar el actual horario del país y ajustarnos a nuestro huso en lugar de seguir con el horario alemán que impuso Franco. "Un proyecto de futuro pasa por cambiar el código técnico de edificación que ya se ha quedado caduco en lo que a iluminación se refiere y hacer edificios adaptados a las personas que los van a ocupar, sobre todo en los casos de residencias de ancianos y hospitales", concluye el investigador, que recuerda que son estas personas, los mayores y los enfermos, los que suelen padecer los efectos perniciosos de una falta de luz en unas islas tan luminosas.

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