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Boulevard

El creador de Twitter quería trabajar en la mallorquina Camper

Lunes seis de junio, hasta 18 coches amontonados en un espacio no delimitado de la Volta des General de Banyalbufar.

Mientras sigamos aquí, Mallorca ocupará el centro del mundo. Twitter no existiría de no haber sido por Camper, la marca de calzado de Lorenzo Fluxá. Veamos. Hace una década, el informático Jack Dorsey tenía 29 años, había abandonado sus estudios en la New York University y se paseaba con una camiseta en la que llevaba impreso su número de teléfono. Y con un aro en la nariz.

Dorsey vivía en un minúsculo apartamento de San Francisco. Pidió trabajo en Camper, amparado en su doble condición de técnico en informática y de diseñador de moda vocacional. Fue rechazado, lo cual ahondó su tristeza pero iba a cambiar la historia. Ni corto ni perezoso, el programador borró de su currículum todas las alusiones al calzado que había introducido para seducir a la empresa mallorquina, y lo remitió por correo electrónico al empresario tecnológico Evan Williams.

Dorsey fue contratado de inmediato, con el mismo plan genérico que había diseñado para la empresa mallorquina. No solo trasladó su currículum, sino también su proyecto. Seguía obsesionado con dedicarse a la moda. De ahí que desviara el plan de negocio volcado al diseño, que le había llevado a llamar a las puertas de la empresa mallorquina, hacia una página web que la gente utilizaría para compartir datos de su vida cotidiana.

Dorsey envió el primer tuit en marzo de 2006. Buscó en persona el nombre de su empresa. Ya habrán reparado en que Twitter rima con Camper, la obsesión continuaba. Los 160 caracteres iniciales, 140 más adelante, coincidían con el tope de un mensaje por móvil. La historia completa aparece en el libro Empollando Twitter, escrito por John Bilton sobre los albores de la red social.

Supongo que esperan que agradezca a los zapateros mallorquines su rechazo al creador y todavía hoy consejero delegado de Twitter. Al contrario, como cliente satisfecho de Camper -amo los infomercials-, nunca les perdonaré que facilitaran la aparición de un engendro para el que trabajan gratuitamente sus presuntos usuarios. (En nuestra próxima entrega Mallorcacéntrica, en Pollença se concibió el musical Evita que revolucionó Broadway y el West End londinense).

La Unesco ha garantizado la preservación de la Tramuntana como un gigantesco aparcamiento, que sirva de aliviadero a la concentración de coches en Palma. La imagen sostenible que hoy nos ilustra, fue tomada el lunes 6 de junio en el punto de inicio de la Volta des General de Banyalbufar. Hasta 18 coches se amontonan sin ton ni son en un espacio natural no habilitado ni delimitado. Es una vergüenza que un tímido arbolado disimule la imagen deslumbrante de los corceles de metal, pero con más vehículos y un par de incendios resolveremos este imponderable. La estampa será tan magnífica como el parking de yates en que hemos convertido el Paseo Marítimo más bello del Mediterráneo.

Mientras Mallorca colapsa por el estrangulamiento de nativos y turistas, el Parlament se entretiene con espectáculos taurinos. El portavoz socialista Andreu Alcover no es partidario de "prohibir por prohibir" el correbou de Fornalutx, consistente en arrastrar un toro por las calles del citado municipio. Según el parlamentario socialista, se trata únicamente de "evitar que el animal padezca cualquier sufrimiento". Presuponemos que el "animal" en cuestión es el astado, y no sus torturadores.

Para cumplir fielmente con los propósitos de Alcover, el correbou se ensayará con un diputado socialista. Con la cabeza sujeta por cuerdas, será arrancado del contenedor de un camión y expuesto de esta guisa en el municipio. Gracias a esta variante del corrediputat, que además podrá exportarse a otros municipios con diputados de partidos entusiastas de la fiesta como el PP, se comprobará que "el animal no padece ningún sufrimiento".

En el caso de que usted considere que este ceremonial resulta infamante para los diputados, seguramente podrá explicar por qué es tolerable para el toro. Dado que el PSOE también se ha hecho protaurino, Francina Armengol banderilleará a un subalterno socialista en el pleno del Parlament, para demostrar que se exagera el impacto de los hierros retorcidos sobre la piel de un mamífero. Y después me preguntan por qué soy de derechas. Lo irritante no es la santurronería progresista, sino la crueldad disfrazada de piedad.

Recuerden dónde leyeron en 2013 por primera vez sobre el escándalo de Sa Nostra en Miami, que el Banco de España utilizaba como paradigma del desastre de las cajas. El 6 de enero de 2014 sentenciábamos que "el futuro de Sa Nostra se juega en la Florida, qué gran colofón para la efemérides juniperiana". La condena a un ejecutivo de la entidad a pagar más de treinta millones nos da razones, el dinero se perdió para siempre. Que altos cargos de esa marca financiera continúen al frente de instituciones mallorquinas, por desacreditadas que estén, demuestra que el PEB o Producto Ético Bruto sigue bajo mínimos.

Jean Reno es un monstruo, en la estirpe de los actores que parece que acaban de sacar la cabeza de un horno de Chernóbil. Una pesadillas para las maquilladoras. Es un honor que grabe un anuncio en Mallorca, pero ni su concurso impide un deplorable resultado. Alberto Rodríguez compuso en la sobrevalorada La isla mínima una imitación de True detective, y ojalá hubiera copiado a alguien en esta desangelada parodia de Mallorca. Como buen cinéfilo tosco, jamás me han interesado la fotografía, el montaje ni la banda sonora. Ahora bien, fallar en los tres apartados bate varias marcas. Sobreviviremos a esta publicidad, pero no la necesitábamos. Lean este verano las dos excelente novelas de fiscales de Zygmunt Miloszewski.

Reflexión dominical hackeada: "Si la CIA colara un fragmento del Quijote en la cuenta de Antoni Camps, nadie creería que lo ha escrito el diputado del PP".

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