Los físicos teóricos están de fiesta. Apenas unos meses después de que la comunidad científica se emocionara con la detección por primera vez en la historia de una onda gravitacional; ayer el proyecto internacional LIGO celebró haber percibido y confirmado una segunda onda gravitacional: ya es irrebatible que ha empezado una nueva era para la astronomía. Se ha abierto una nueva puerta para conocer el universo como nunca antes y la Universitat balear puede presumir de ser la única universidad española que ha participado en este hito desde el principio.

Las ondas gravitacionales son ondulaciones del tejido espacio-tiempo provocadas por fenómenos violentos del cosmos, como la fusión de dos agujeros negros; explosiones estelares en supernovas; parejas de estrellas de neutrones o estallidos de rayos gamma. Albert Einstein predijo su existencia hace cien años.

En septiembre del año pasado LIGO detectó por primera vez una onda gravitacional, provocada porla fusión de dos agujeros negros. En febrero, tras cinco meses de intensos cálculos y comprobaciones frenéticas -parte en los laboratorios de del grupo de Relatividad y Gravitación (GRG) de la UIB-, se pudo hacer el histórico anuncio, probando así el último fleco que quedaba pendiente de la Teoría de la Relatividad General. Ayer miércoles se confirmó el segundo registro de una onda gravitacional, también resultante de la fusión de dos agujeros negros.

La menorquina Alicia Sintes, al frente del grupo de Relatividad y Gravitación, fue quien inició esta línea de investigación en la UIB y 'metió' a la Universitat en este proyecto internacional en el que están involucrados más de mil investigadores de 15 países distintos y de hasta 30 instituciones. El pasado marzo Sintes fue nombrada directora, junto al profesor Keith Riles de la Universidad de Michigan, de uno de los cuatro grupos del de análisis de datos que participan en el proyecto, el LIGO-Virgo.

Esta semana Sintes explicó desde la UIB los detalles de esta nueva onda, que es de menor intesidad que la anterior dado que los agujeros negros cuya fusión se ha detectado eran de menor tamaño: si en septiembre se pudo oír la fusión de dos agujeros negros con una energía 30 veces superior al Sol cada (y de 60 masas solares el resultante), la segunda onda provenía de la unión de dos agujeros negros con energías equivalentes a 14 y ocho masas solares cada uno, transformándose en otro de 21 masas solares. Si suma las masas parece que 'falta' una, ¿dónde ha ido? "Esa energía, equivalente a la que desprende el Sol, fue radiada en forma de onda gravitacional". Este fenómeno del cosmos sucedió a 1.400 millones de años luz y es gracias a la precisa tecnología de los detectores LIGO -sofisticados interferómetros diseñados por el instituto Caltech y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)- que su señal ha podido ser escuchada (las frecuencias de las ondas coinciden con las del sonido, por lo que pueden 'traducirse' y oírse)

Ésa es la importancia del descubrimiento: los científicos tienen un nuevo sentido para recabar datos del universo, lo que les permitirá obtener datos hasta ahora imposibles con los metodos hasta ahora utilizados, como los rayos X, los neutrinos o las ondas electromagnéticas.

Sintes explicó por ejemplo que con los rayos X no se habían registrado nunca la presencia de agujeros negros de dimensiones superiores a las 20 masas solares: gracias a la astronomía gravitacional ahora sabemos que existen y será posible obtener muchísima más información sobre aspectos hasta ahora puramente teóricos. Por ejemplo, el origen del universo. "Podremos hacer observaciones del universo primitivo, cuando tenía menos de un segundo de vida y podremos obtener información de cómo fue su expansión acelerada", indicó la física.

¿Cuál es la aportación de los miembros del Grupo de Relatividad y Gravitación (GRG)? La UIB colabora con LIGO desde 2002 aunque Sintes intervino en la puesta en marcha de este grupo de científicos en 1997. Tanto ella como el doctor Sascha Husa forman parte del Consejo de LIGO. El GRG, que dirige Carles Bona, hace aportaciones instrumentales, estudios teóricos y análisis de datos y describen modelos de ondas gravitacionales. Ahora estan volcados en el análisis de datos de LIGO, "a la caza" de una posible señal gravitacional continua procedente de púlsares desconocidas (estrellas de neutrones en rotación).

Los detectores LIGO están ahora desconectados, pero en otoño comenzarán otro periodo de observación que durará medio año. La doctora Sintes confía en que en ese tiempo se registren al menos cuatro nuevas señales gravitacionales. La comunidad científica da por sentado que el próximo Nobel de Física premiará este hito.