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Análisis: El familiar escaqueo en la vista oral, por Felipe Armendáriz

El juicio de Nóos ha sido tedioso y únicamente se ha animado con factores externos, como la operación judicial contra la cúpula de Manos Limpias, o por algunas de las estrategias dinamiteras del abogado de Diego Torres.

Estamos en junio y la vista oral no se ha hecho tan larga como temíamos allá por diciembre, aunque el tribunal ha trabajado a destajo. Las tres magistradas y Diego Torres son las cuatro únicas personas relacionas con esta macrocausa que han asistido a todas las interminables sesiones, porque el letrado de la Administración de Justicia (otro ejemplo de resistencia) tuvo que ausentarse al menos un día. Las juezas y el acusado han estado al pie del cañón mañana y tarde durante días y días y, lo que es más admirable, con un nivel de atención elevadísimo.

El resto de implicados ha procurado escaquearse lo más posible de la EBAP, salvo el entrañable Miquel Àngel Bonet, el único acusado preso y que ha preferido el aburrimiento del juicio a la claustrofobia de la cárcel.

Abogados, periodistas, policías, acusados y vigilantes jurados han optado por turnarse con compañeros o simplemente por desaparecer en espera de las sesiones principales, que empiezan este viernes.

Esa huida masiva ha hecho que en muchas jornadas el ambiente de la vista oral fuera familiar, aunque la presidenta del tribunal nunca ha bajado la guardia respecto al cumplimiento de las pautas marcadas en enero y que las partes se han empeñado en desacatar.

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