El jefe de la inspección quitó importancia a una reunión que tuvo en su domicilio particular con el exconseller Jaime Martínez (en ese momento director general de Turismo), con el alcalde de Sóller, Carlos Simarro, y con el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento, Gabriel Darder. Esa reunión se celebró, casualmente, un mes antes, es decir en agosto, de que la Conselleria ejecutara la compra del Rocamar. Según Ensenyat se encontró casualmente con estas tres personas y les propuso que fueran a su casa para refrescarse, dado que ese tarde hacía mucha calor. En ningún caso, relacionó este encuentro "casual" con un intento de urdir un plan para que su familia resultara beneficiada con la compra de este antiguo hotel con dinero público. Aunque se lo negó al juez, a la fiscal Ana Lamas llegó a reconocerle que debió comentar con sus tres invitados el motivo de su encuentro en Sóller. Aclaró que en su domicilio, que casualmente está muy cerca del hotel Rocamar, solo entraron a tomar agua y afirma que no se habló de la discusión sobre la valoración de este edificio en ruinas. Ensenyat aseguró que nunca le manifestó a Martínez que tenía un interés directo y personal en esta operación inmobiliaria. Y mantuvo que se enteró de la venta prácticamente en el momento que se firmaba.