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Turismo

Mallorca padece la mayor saturación hotelera del mundo

Pese a que en teoría impera la congelación de plazas hoteleras, la isla ha pasado de 560 hoteles en el año 1995 a más de 800 hoy, mientras se construyen algunos más

Mallorca padece la mayor saturación hotelera del mundo

Mallorca celebró ayer el Día Mundial del Medio Ambiente con exceso de turistas exceso de turistashasta en esas reservas naturales de Llevant y Tramuntana hoy convertidas en parques de atracciones para excursionistas, quads, y Jeeps de empresa de experiencias. A la isla no le caben más turistas. Y no extraña que así sea. En ningún lugar del mundo la presión hotelera sobre el territorio y la población es mayor. Lo perciben los residentes, y lo corroboran datos e informes de la Organización Mundial de Turismo, el Institut Balear d´Estadística y Banca March. Ni en el Caribe, ni en Bali, ni en esos otros paraísos insulares de Grecia y Canarias hay tantos hoteles juntos. Tampoco en Nueva York. Ni en París, ni en Roma, ni en ningún otro de los grandes circos urbanos del mundo del turismo. En ningún sitio conviven con la saturación hotelera de Mallorca. Ni padecen nada que se le parezca.

Los datos son demoledores, un puñetazo directo a la moral de quienes temen los agobios de un verano de abarrote turístico nunca visto en la isla de los 800 hoteles: en Mallorca hay 306 plazas de hotel para cada mil habitantes, que pueden parecer muchos o pocos, pero en cualquier caso son una salvajada sin parangón. Si se busca en el mapa español del turismo, lo más parecido son las 109 plazas de hotel por cada mil habitantes de Canarias. El problema es que Mallorca triplica esa proporción. Y multiplica por ocho la media española, que está en 39 plazas de hotel por cada mil habitantes. Ni siquiera en la soleada y siempre cotizada Andalucía se acercan a las cifras mallorquinas: allí hay 35 plazas de hotel por cada mil vecinos, diez veces menos que la isla hotel. Tampoco hay casos similares en Cataluña o el Levante. Y si se busca en el extranjero, tampoco se ve promedio más sofocante. En Grecia y sus paraísos de costa, sol y agua tan turquesa como la de Mallorca se marcan el tercer registro más elevado, 65 plazas de hotel por cada millar de residentes, muy lejos de las mas de 300 mallorquinas. Y más atrás se quedan italianos, croatas, tunecinos, turcos, egipcios y otros competidores mediterráneos, que bien porque no han podido, bien porque no han querido, bien porque han aprendido de errores ajenos, explotan un turismo de proporciones de apariencia más sostenible. Tampoco aparecen casos similares en el Caribe. Allí, en destinos como esa República Dominicana que atrae como pocos destinos a los inversores hoteleros mallorquines, el paraíso es más exclusivo que en Mallorca: ofrecen veinte veces menos plazas de hotel por cada millar de habitantes, 17. La mitad hay en Cuba (9). Y más lejos aún de esas 306 de Mallorca se quedan los nuevos referentes del sol y la playa de Asia: Bali, Tailandia, Vietnam, Malasia o las protegidas islas y atolones de la Polinesia Francesa.

Mallorca es así un inmenso hotel junto en el que también hay alguna gente que vive en su casa. Son los residentes, cada vez más superados por una marea humana que hace que siete meses al año haya en la isla más viajeros que vecinos. Todo gracias a que la isla hotel ha vivido en los últimos veinte años una segunda expansión de su oferta hotelera. Cuenta la leyenda oficial, repetida desde el sector ahora que arrecia el alquiler turístico, que en Mallorca hay una congelación de plazas hoteleras. Pero olvídenlo, no es cierto. En 1995 la isla tenía 561 establecimientos, que en 2015 eran ya 794 y hoy superan los 800.

Una congelación con trampa

Pasar de 561 a más de 800 supone un 41% de aumento de la actividad hotelera, que coincide curiosamente con el 41% crecimiento que ha experimentado la presión humana desde agosto de 2000 a agosto de 2015. También ha engordado el número de plazas para hospedar viajeros, claro. Eran 173.539 hace dos decenios, allá por el año 1995, pero hoy Mallorca ya vende 232.388 camas de hotel. Un 33% más, sin que la superficie de la isla haya crecido. Más bien al contrario. Se ha consumido más territorio, como pueden por ejemplo atestiguar quienes conviven con el último caso de depredación hotelera: el cinco estrellas que explota desde esta temporada Hyatt en un paraíso hoy enladrillado.

Canyamel, en Son Servera.

Con lo que lo de congelación hotelera es en realidad un cliché. Y falso. Un farol. Una norma general hecha de trampas, de excepciones que son un coladero masivo de plazas adicionales. La construcción de nuevos establecimientos (al margen del sistema que permite abrir plazas nuevas si se compran y cierran en otro hotel) está limitada a negocios urbanos o de cinco estrellas. Y justo por ahí ha aumentado con fuerza la oferta, esquivando una congelación en la que encima se da cobijo a ocurrencias como de que Platja de Palma sea considerada una zona urbana en la que se pueden abrir establecimientos.

¿El final de las excepciones?

Así se explica que haya seguido creciendo el volumen de hoteles, con más plazas y más presión sobre el territorio más saturado de todo el planeta. Aunque el crecimiento tiene los días contados: el Govern, y su vicepresident de Turismo (Més), Biel Barceló, están decididos a acabar con la incorporación de nuevas plazas hoteleras al mercado, al tiempo que limitan la incorporación de plazas de alquiler turístico con la que la saturación acaba de ser absoluta. Habrá que ver qué pasa en esa legislación con uno de los modelos de negocio de más éxito en los últimos años, los hoteles urbanos, convertidos en una de las claves que explican el crecimiento del turismo en Palma, sobre todo en un invierno que ya no es tan frío en lo que se refiere a negocio. A eso mismo contribuye el otro tipo de oferta emergente, el más polémico: los apartamentos para turistas en edificios residenciales, para los que el Govern quiere tener una regulación este año.

En la actualidad, esos apartamentos viven entre el absurdo y la economía en negro. El absurdo: se pueden alquilar, por supuesto, pero sin promocionarlos turísticamente, recurriendo solo a la ley de arrendamientos urbanos (con su respectiva fianza, firma y contrato cada vez que entra alguien). Con lo que la ley prohibe usar las plataformas que igualmente más se usan para alquilar a turistas, AirBNB o Homeaway que arriendan, pública e ilegalmente, apartamentos por millares (hay 30.000 solo en Mallorca). Y eso lleva del absurdo a la economía en negro: como la ley actual no permite su explotación turística, se alquilan en negro, sin contrato ni impuestos.

Y son muchos. La patronal que agrupa al alquiler turístico reconoce un dato que abruma: hablan de hasta 120.000 plazas de apartamento turístico de este tipo en el mercado sumergido. ¿Muchas? Pues una barbaridad, la verdad: esa cifra de 120.000 plazas que hoy se alquilan en negro triplica las 40.536 plazas del alquiler turístico legal (en edificios de apartamentos turísticos, en casas aisladas y en adosados). Si sumamos la oferta ilegal de apartamentos a la legal de alquiler, Mallorca estaría ofreciendo 160.000 camas de alquiler. El arrendamiento se acerca así poco a poco a la oferta hotelera, que sigue siendo la principal causa de la saturación de Mallorca, con 232.388 plazas de hotel y varios miles mas en pensiones, hostales, campings, alojamiento rural y similares. Con todo, en la isla hay 288.578 plazas turísticas legales por habitante, 128.000 más que hace dos décadas. Y subiendo. Antes crecían solo con los hoteles de expansión constante, y ahora con esos mismos hoteles cada vez más llenos y sumando efectivo (hay otra decena de hoteles urbanos previstos en Palma) y con la irrupción masiva del alquiler turístico.

Presión disparatada: 400.000 personas más

¿Resultado? Las plazas legales de la isla (288.000) y la estimación de plazas ilegales de alquiler (120.000) arrojan un total de 400.000 camas para que turistas se alojen simultáneamente en la isla. Y eso son 488 plazas por cada mil habitantes, siete veces más de las que ofrece la segunda costa más saturada por el turismo, Grecia. Empieza así a entenderse a la perfección la sucesión de agobios que ya han empezado este verano a padecer los habitantes de la isla, que aún no han visto nada: en verano se batirá un nuevo récord de aglomeración humana, con más de dos millones de personas en agosto moviéndose a la vez en una isla en la que hay 819.000 residentes. Contra lo que dicen los hoteleros, que culpan al alquiler, la saturación empieza por los hoteles: de 314.341 turistas que hay de media anual cada día en la isla, 165.929, el 52% se hospedan en hoteles, y 148.412 en alojamientos no reglados. Entre todos han logrado que Mallorca pase de tener como máximo 1.023.769 almas pisando la isla al mismo tiempo (año 1997) a juntar 1.425.063 el pasado verano y prepararse para llegar a los 1,5 millones este verano. Un 50% más. Algo así como si hubieran emigrado a Mallorca todos los residentes de Menorca, Formentera, Eivissa (244.000), solo que multiplicados por dos. Feliz Día del Medio Ambiente. Feliz temporada de la insostenibilidad.

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