Durante los últimos meses las islas se han visto inmersas en el debate respecto a si existe el riesgo de sufrir una saturación en su capacidad para acoger visitantes y si sus infraestructuras (red viaria, reservas de agua o depuradoras) pueden verse copalsadas. A ello hay que sumar las pintadas contra los turistas que han aparecido en el Casco Antiguo de Palma, donde se ha producido un boom de los alquileres vacacionales y donde se registra la mayor afluencia de personas cuando se produce la llegada de grandes cruceros.

En relación a este tema hay que decir que aunque los incrementos en la cifra de visitantes durante la temporada baja son más que considerables (un 17% de forma global durante el primer cuatrimestre del año, que se eleva hasta el 22% en el caso de los extranjeros, y que se dispara hasta el 44,2% al referirse a los británicos), la suma de los primeros cuatro meses coloca la cifra de turistas llegados a Balears rozando los dos millones, cerca de la mitad de ellos durante abril. Y en este punto hay que recordar que solo en julio del pasado año llegaron al archipiélago más de 2,5 millones de turistas, y en agosto se sobrepasaron los 2,6 millones, para cerrar septiembre cerca de los dos millones, es decir, en este último mes se registraron tantos como en los cuatro primeros de este año.

Eso explica que desde las Administraciones, las patronales y los sindicatos se insista en la necesidad de impulsar los crecimientos durante los meses invernales, y se apunte la conveniencia de buscar fórmulas para limitar esa evolución al alza en pleno verano, potenciada durante los últimos ejercicios por los alquileres vacacionales.