El cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidió ayer en la Basílica de Sant Francesc la celebración de la fiesta de Jesucristo Sacerdote, la jornada sacerdotal por excelencia de la Diócesis de Mallorca, que en esta ocasión estuvo especialmente dedicada a Ramon Llull por el Año Jubilar del beato que se celebra en conmemoración del 700 aniversario de su muerte. Los actos comenzaron con una conferencia del cardenal Müller centrada en el sentido del sacerdocio en la cual recordó que 2016 también es el Año Jubilar de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco para celebrar el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II.

El prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, quien realizó una firme defensa del sacerdocio, definió a los sacerdotes como "ministros de la misericordia heridos y frágiles" en una época de crisis de identidad. "No se trata de unas rebajas de final de temporada o una especie de abaratamiento en la exigencia de los sacramentos, de la vida cristiana, del Decálogo, de los Mandamientos, de las Bienaventuranzas: un cristianismo light no interesa a nadie", afirmó.

El cardenal Müller es una de las figuras de la curia que más polémicas ha suscitado. En vísperas del Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia de 2014, fue uno de los 5 cardenales autores del libro en el que se rechazaba la comunión sacramental de los católicos divorciados con nueva unión, lo que fue interpretado como una oposición al aperturismo que representaría el Papa Francisco y el cardenal Walter Kasper. Desde entonces, por un lado se le ubica en el sector conservador de la iglesia católica y por el otro, se le sitúa como cercano a la Teología de la Liberación influido por uno de los padres de esta corriente, Gustavo Gutiérrez , del que fue alumno.

En su conferencia de ayer, plagada de referencias al Papa Francisco y sobre todo a Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), afirmó que tras el Concilio Vaticano II se produjo "una crisis de identidad sacerdotal comparable históricamente a las consecuencias de la reforma protestante del siglo XVI". Sostuvo que la "actual crisis del sacerdocio" se debe por un lado a "factores extraeclesiales", a causa de una "identidad cristiana desorientada" en una sociedad que "se ha olvidado de Dios", y también a "factores intraeclesiales", en concreto a la "peligrosa asunción acrítica de la exégesis protestante en lo referente al sacerdocio ministerial".

En su conferencia, presentada por Javier Salinas, obispo de Mallorca, Müller defendió el celibato de los sacerdotes y la "administración del sacramento del Orden solo a los hombres" y apostó por superar la "desmotivación pastoral" a través de una "fe razonada y una razón iluminada por la fe". A su vez, advirtió de que "un sacerdote bienintencionado también puede sucumbir no por crisis teológicas o afectivas, sino por ceder al individualismo imperante hoy y por no haber tenido en cuenta la calidad de las relaciones eclesiales" en las que vive a diario. "Pertenecemos a una determinada iglesia diocesana con sus grandezas y miserias", recordó a los sacerdotes de Mallorca.