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Economía

El negocio de los hoteleros casi se ha duplicado en crisis, pero la sociedad es más pobre

Las cuatro grandes cadenas ingresan al año cerca de 8.000 millones, tras su facturación en 3.201 millones desde el año 2008 - El éxito de gestión empresarial contrasta con el desplome de la renta de los baleares en esta crisis: los hogares tienen de media un 20% menos para llegar a final de mes, pese al turismo que abarrota la isla de viajeros y las cajas de los hoteles de euros

Las cadenas de la isla gestionan 800 hoteles en el mundo, y tienen planes para controlar mil en 2018. La expansión en un sector que no se ha visto afectado por la recesión explica también su mejoría en plena crisis. En la foto, el resort que hoy explota Cala Serena.

Las cadenas hoteleras crecen, la sociedad balear retrocede. En los ocho años transcurridos desde que una crisis financiera global y la crisis inmobiliaria nacional sumieron a la economía en la depresión, las grandes cadenas hoteleras de las islas casi han duplicado su cifra de negocio, algo que contrasta con el retroceso de los salarios en las islas y la caída de la renta media de los hogares baleares en un 20,4%. Concretamente, según los datos que ofrecen las propias empresas, las cuatro grandes cadenas mallorquinas (Meliá, Riu, Barceló e Iberostar) han pasado de facturar 4.712 millones de euros en 2008 a ingresar durante 2015 un total de 7.913 millones, 3.201 millones de euros más al año.

Eso supone un 68% de incremento del negocio, un salto sin precedentes en la historia de las propias empresas, que en este ejercicio acelerarán su espiral de éxito: si se mantiene la tendencia del primer trimestre de 2016, cuando acabe el año habrán duplicado la cifra de negocio de 2008, con el añadido de que están reduciendo deuda financiera y de que en algunos casos lograrán triplicar los beneficios que obtenían antes del estallido económico de 2008.

El éxito no es exclusivo de las grandes cadenas: tiene réplicas de distinta intensidad en el resto de empresas hoteleras de referencia en las islas. Grupos como HM, Piñeiro, Blau, Paladium, Viva o Hipotels, por citar algunos de los más activos y mejor gestionados, están marcando ritmos de crecimiento similares a los de las grandes cadenas. Tanto es así que desde 2008 la rentabilidad de los hoteles de las islas (medida en ingreso medio por habitación y día) engorda más que en ningún otro competidor mediterráneo: aumentó un 33%, desde los 77,78 euros por noche a 110,75 euros. Y crecerá aún más este verano, para el que Gabriel Escarrer Jaume, consejero delegado de la mayor cadena española, la mallorquina Meliá, prevé resultados “extraordinarios”, especialmente en los destinos baleares.

La mala noticia para las islas es que esos resultados “extraordinarios” lo serán solo para los dueños de las cadenas hoteleras: con los salarios estancados desde el estallido de la crisis y los precios de consumo al alza, la desigualdad crece en unas islas en las que la riqueza por habitante (PIB per cápita) se ha reducido más de un 5%. Y más aún cae la renta disponible de los hogares, que ha pasado de 28.068 euros de 2008 a los 22.951 euros del cierre de 2013, el último dato hecho público por el Instituto Nacional de Estadística.

Pobreza social, riqueza hotelera

El aumento de la pobreza ciudadana mientras crece la riqueza hotelera muestra la inconsistencia de un modelo que los empresarios hoteleros aplauden. Y por el que los hoteleros temen, visto el avance del alquiler turístico. Lo explicaba la presidenta de la patronal del sector, Inmaculada Benito, preguntada por los récords de turistas que se prevén este año en las islas y por los efectos del turismo de alquiler, al que su defensores atribuyen una mayor capacidad para distribuir la riqueza del turismo entre pequeños propietarios y negocios no hoteleros. “El problema del alquiler es que estamos yendo hacia la quiebra del modelo turístico actual, que ha traído prosperidad y bienestar a las islas”, reprocha Benito. ¿Es como dice? ¿El modelo ha traído prosperidad y bienestar social? Pues no del modo colectivo que apunta la líder patronal, que acierta en su diagnóstico, pero a la vez está absolutamente equivocada. Acierta: el modelo está quebrado. Pero no por lo que ella piensa: los datos de las compañías y de la contabilidad nacional desnudan que la única prosperidad generada en los últimos ocho años es la de los empresarios hoteleros, por lo que el modelo está quebrado, pero para la sociedad balear.

Es la paradoja que hace que Balears haya ganado en los últimos siete años más de 2,5 millones de turistas, que le sirven para ser más pobre. A esa conclusión apunta el economista, analista y asesor de turismo Jaume Garau, que opina que las islas y la sociedad balear “han caído en la trampa de la riqueza”: “Es legítimo buscar crecimiento económico, riqueza, mejores condiciones de vida y trabajo para los nuestros. Y hemos llegado a pensar que si vienen más turistas viviremos mejor, pero resulta que no es así: las condiciones de vida de los baleares y la calidad del trabajo son hoy peores que hace diez años”.

¿Dónde están los beneficios?

¿Qué ha pasado entonces? ¿Dónde están los miles de millones adicionales que ganan los hoteles fundados en las islas y gestionados desde ellas? ¿Quizá en sociedades en paraísos fiscales como las que los papeles de Panamá revelaron que tenían tanto la cadena Riu como la familia de Meliá? ¿O los millones extra del negocio e han ido solo a los accionistas y propietarios de las cadenas, sin redistribuirse hacia unas plantillas de salarios contenidos? El propio Garau tiene algunas ideas al respecto. Explica, por ejemplo, que el aumento de facturación de las cadenas puede estar directamente relacionado con el hecho de que “en 2008 no había tanto todo incluido, por lo que los hoteles no ingresaban tanto, mientras que hoy con más todo incluido facturan por más cosas”, apunta, en referencia a los ingresos que dejan los desayunos, comidas, cenas, fiestas, copas y casi todo lo que se le pueda ocurrir a un turista armado con la pulserita mágica del todo incluido. “A eso se une que los hoteles están facturando mucho, pero siguen pagando poco. Se ha multiplicado es el excedente empresarial, que ha crecido con fuerza, mientras los salarios se han mantenido o han descendido. Los beneficios del turismo no se han repartido con la sociedad, no se han convertido en renta disponible”, añade el economista.

Más precariedad y menos riqueza

Garau conoce perfectamente los datos oficiales que hablan de precariedad laboral, salarios estancados (o a la baja) y explotación laboral. Como está al tanto de la destrucción de clase media de esta crisis, que ha hecho presa en trabajadores, autónomos y empresas pequeñas. También es consciente de la evolución del Producto Interior Bruto balear (el valor de la economía) y su reparto entre los ciudadanos: en 2008 la riqueza media por habitante era de 25.717 euros, que al cierre de 2015 se había rebajado a 24.394 euros. Un 5,1% menos, pese a la mejora incesante de la rentabilidad hotelera.

Y pese al llenazo constante de la isla y sus hoteles en años marcados por los récords de presión humana. En 2008 llegaron 10 millones de turistas. En 2015 fueron 12,5. En 2016 se esperan más de 13. El crecimiento es ya del 25% en número de viajeros, pero el abarrote y sus incomodidades y efectos ambientales redundan en un desplome de la renta de los hogares. Sin embargo el debate político imperante ha sido en torno a otra cuestión: las críticas hoteleras a impuestos como el de turismo sostenible, la nueva ecotasa, atacada con el argumento de la amenaza externa, esa idea expresada por Escarrer de que en un futuro próximo "Turquía ofrecerá todo incluido por 15 euros al día" y Mallorca no podrá competir.

La cuestión, reflexiona Garau, es si Mallorca quiere competir con Turquía y con sus salarios aún más bajos. "Esa idea de la amenaza de los competidores solo por precio no se la cree ya nadie. Los hoteleros de hecho están invirtiendo en mejorar la planta hotelera porque el cliente quiere más calidad, compara más que nunca y tiene herramientas para ello. Hoy cuando compras vacaciones no solo miras un hotel, compras una experiencia, seguridad, servicios. El precio no es ni mucho menos lo más importante. Formentera por ejemplo es un producto caro y cada vez tiene más demanda”, enfatiza el analista turístico, que remacha con dos ideas clave. Primera: “Si queremos competir en costes, mal vamos”. Segunda: “La evolución en los últimos años (máxima facturación hotelera, pero menos riqueza para los baleares) demuestra que los beneficios del turismo para la sociedad podrían ser los mismos con la mitad de facturación y muchos menos turistas”. Mientras tanto Balears se prepara para marcar un nuevo máximo histórico de turistas.

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