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El verano de la saturación

Un aeropuerto al límite

Son Sant Joan tiene capacidad para asumir 66 operaciones por hora, pero el año pasado ya hubo picos de 87 vuelos - Esta temporada en la torre tienen programado superar los 100 y avisan de que eso es inasumible - Los gestores de la infraestructura admiten que habrá más horas punta y dicen que no hay problema, aunque lo cierto es que el techo que marca el Plan Director está muy cerca

Hace exactamente un mes, la compañía semipública que controla los aeropuertos españoles, AENA, hacía públicas las previsiones que manejan para esta temporada alta. Las cifras apuntaban a lo nunca visto: Mallorca verá aterrizar o despegar hasta octubre 150.970 vuelos, con capacidad para 26,4 millones de pasajeros. Algo así como 714 operaciones diarias, una cada dos minutos entre marzo y octubre, incluyendo en el cálculo noches y fiestas de guardar. O dicho en plazas: algo así como 26 pasajeros de avión por cada residente de las islas. Muchos. Muchísimos: un crecimiento del 16,5% respecto al récord de un año antes. Los datos, sobrecogedores para quienes temen un verano de saturación turística máxima, venían acompañados de confesiones eufóricas de los directivos de AENA,que saben que van a rendir unas cuentas muy lucrativas, que al final es lo que interesa a esos socios privados que desde febrero de 2015 poseen el 49% de la empresa que gestiona los cielos hoy semiprivados españoles. A la euforia en la planta noble del aeropuerto le seguía un matiz: el récord que se avecina no mermará la calidad del servicio, porque Son Sant Joan y su torre de control están perfectamente preparados para asumir semejante carga. La cuestión es: ¿De verdad?

¿Puede Son Sant Joan gestionar semejante volumen de tráfico? ¿Dispone de recursos materiales y humanos para ello? En AENA no dicen gran cosa digna de citar, dentro de su habitual opacidad informativa. Y en Enaire, la empresa enteramente pública que posee el 51% de AENA y se encarga de la gestión del tráfico aéreo, se limitan a apuntar que habrá más carga de trabajo, más momento de actividad máxima, pero que hay recursos para asumirlo. Fuera de las fuentes y portavoces oficiales el relato cambia. Técnicos del centro y la torre de control del aeropuerto explican que Son Sant Joan vivirá un verano al límite. Ahogado. Un dato lo resume: la torre de control está dotada para atender un máximo de 66 operaciones por hora, pero ya el año pasado tuvieron picos de actividad de 87 vuelos en una hora. Y no precisamente aislados: “Tuvimos esos 87, seguidos de una hora de 70, otra de 65, otro de 70...”, relata un controlador de la torre, que suda frío pensando lo que se viene encima.

Más vuelos de los asumibles

“No será asumible 100 vuelos a la hora durante más de dos horas seguidas”, avisa, sabedor de que por ahí van los tiros: como otros compañeros que se lo confirman a este diario, lo ha visto en un programa al que se refieren entre ellos como ‘predictor’, en el que para este verano hay programados picos de más de 100 vuelos en una hora, a repartir entre los ocho controladores de cada turno. “Una locura”, dice uno. “Habrá regulaciones”, dice otro, en referencia a las restricciones que aplican cuando se supera la capacidad. Que son sinónimas de retraso. Pero por suerte para los pasajeros, en esta economía que mide el éxito en beneficios, hay quien aún antepone la seguridad. “Viene un verano fastidiado, pero siempre lo sacamos, quizá por eso siguen apretando al límite”, enfatiza otro técnico.

Basta volver la vista atrás para entender su apuro: el año pasado hubo días con más de mil movimientos. ¿Muchos? Muchos y más: según el Plan Director del Aeropuerto, Son Sant Joan estaría como mucho en condiciones de sumir 1.058 operaciones en una hora, una capacidad máxima que en ese documento se supedita a inversiones de ampliación y dotación de plantilla que no se han hecho. Más bien al contrario: la torre de control ha perdido plantilla en los últimos años. Ahora tiene 45 controladores operativos, a los que se suman tres en formación, dos en comisión de servicio y personal de oficina que “no se enchufa”, es decir, que no puede controlar tráfico aéreo.

“Ha crecido la plantilla del centro de control, donde son 140 y están mejor dotados. Pero nos encargamos de tareas distintas”, aclaran en la torre. En el centro de control de Palma, con sede física junto al aeropuerto, gestionan el tráfico aéreo en 51.000 kilómetros cuadrados del cielo mediterráneo, algo así como lo que ocupan la Comunidad Valenciana y Cataluña juntas. “En el centro de control colocan los aviones [los encauzan hacia el aeropuerto a gran altura, gestionan el cielo hasta 25.000 pies] y en la torre luego nos encargamos de su aterrizaje, del despegue y de organizar el tráfico en pista, que en el aeropuerto de Son Sant Joan es muy complicado: la terminal D/C es una trampa”, explican en la torre.

¿Y si hay una emergencia?

Allí mismo, desde la atalaya de 52 metros de altura de la torre de control, se encargan también de lo que llaman “visuales”. Son operaciones al margen de la programación comercial, aviones de emergencia, helicópteros de rescate y similares, como el millar de vuelos extra que llegaron a controlar durante el incendio que arrasó la Trapa en 2014. ¿Qué ocurriría si un verano de máximos y límites superados como el que se avecina se complicará con una sorpresa en forma de gran incendio? Pues que el aeropuerto igual no da, resume otro controlador. “En verano las capacidades están tan ajustadas que podemos encontrarnos en el caso de que no se pueda asumir el tráfico aéreo programado. Hay que considerar además que la gestión de plantilla no es tan simple como que si hay un pico o un imprevisto importante llames a quien sea y lo enchufes: hay un decreto ley de descansos, que no permite incorporar a cualquiera. Por eso digo, en verano estamos tan ajustados que nos podemos encontrar superados, algo que alguno en AENA no ha pensado, porque está contando euros”, remacha.

Y los datos oficiales parecen darle la razón. Volvemos a ellos: en condiciones de desarrollo máximo que no se han dado, el aeropuerto puede asumir 1.058 operaciones en un día extremo. Pues bien, el año pasado se rozó esa cifra en días como el 1 de agosto, cuando la torre gestionó 1.026 movimientos. Este año se esperan más días de esos, con la previsión de crecimiento de actividad que maneja el aeropuerto: un 16% más respecto al año más intenso, el pasado.

Entonces llegaron a gestionarse más de 10.000 pasajeros por hora, con un máximo de 151.678 durante la jornada del sábado 1 de agosto. Nuevamente la pregunta: ¿Muchos? Demasiados: el aeropuerto, según su Plan Director, está preparado para gestionar en el escenario más extremo 13.855 pasajeros en una hora punta. El problema es que ese escenario extremo ya se superó el año pasado y este año se rebasará aún más. Lo mismo ocurre con las operaciones que se pueden abordar. El supuesto más exigente que contempla el plan director es de 85 vuelos por hora, cuando el verano pasado hubo 87 y este verano los controladores tienen previsto afrontar más de 100 muchas horas.

El problema, dicen en la torre, no es tanto de que vaya a haber picos de una hora en los que se supere la capacidad media de 66 vuelos horarios: la amenaza, dicen, es que no se puede incumplir ese límite durante más de dos horas, con lo que turnos no podrían asumirla. ¿Va a pasar? Pues eso creen en la torre, aunque nuevamente la opacidad informativa de los gestores del aeropuerto impide llegar a más detalle. Hace un mes dieron los vuelos y pasajeros previstos en Son Sant Joan desde abril a octubre, es decir, conocen las cifras mes a mes, aunque no las dan. Tras mucho insistir, en la dirección de comunicación de la sede central en Madrid de AENA, cuentan que no disponen de datos ni de cuántas operaciones habrá en julio y agosto, ni de cuántos pasajeros se moverán. También trasladan que no se van a molestar en averiguarlo para que este diario pueda informar a su lectores, y se remiten a la previsión facilitada de abril a octubre.

Más horas punta

Más diligentes son en Enaire, la empresa pública que gestiona el espacio aéreo y que posee el 51% de AENA. Preguntados oficialmente por la falta de capacidad que podría sufrir el aeropuerto este verano, contestan que “no hay ningún problema de capacidad de navegación aérea este verano”. ¿Y el hecho de que ya se esté muy cerca de superar el techo de actividad fijado por el Plan Director? No responden más que lo dicho. ¿Y las afirmaciones técnicas que explican en la torre, donde aseguran que superaron máximos de capacidad el verano pasado y volverán a hacerlo este verano? Tampoco responden. ¿Algún refuerzo previsto? Agua. Nada. “Lo que podemos decir es que sí sabemos que este verano va a haber más horas continuadas de alta actividad y menos horas valle, con menos operaciones. Pero eso no supondrá un problema de capacidad. Se cumplirán los límites y los turnos y las condiciones de convenio”.

En este punto la explicación oficial empieza a parecerse al escenario que temen los controladores: más horas de alta actividad, más horas seguidas en las que se superará la capacidad de 66 vuelos horarios, algo insostenible si es excesivo el tiempo de pico, insisten los controladores consultados. Así que toca hacer más preguntas. Extraoficialmente, un directivo de Enaire, al que se le explican lo que cuentan técnicos del centro y de la torre de control, asegura que “se ha hecho la mejor planificación posible con lo que hay”. ¿Y lo que hay basta? “Oficialmente te dirán que sí”, responde el directivo. ¿Y es cierto? “Oficialmente te dirán que sí”, pero tú mismo has visto los números”, repite, acompañando la frase de una sonrisa irónica. No quiere ir más allá. El verano de todos los récords previstos y todos los agobios temidos dirá si la verdad oficial es cierta.

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