Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La fiesta en paz

Harrak, ¿de Son Gotleu a la Yihad?

Mohamed Harrak, un aparente ejemplo de integración.

La utopía del progreso para alcanzar un mundo feliz, novelada por Aldous Huxley, choca a diario con la realidad. Los bárbaros seguirán destruyendo Roma hasta el fin de los días. Quienes creen que los avances en las relaciones internacionales, la ciencia y la investigación van a conducirnos hacia el paraíso en la Tierra olvidan que hay quienes piensan que las cincuenta o las mil huríes se consiguen matando y muriendo. Los riesgos del mundo y de nuestra idílica Mallorca no desaparecen, simplemente se transforman. Como la materia. Nuestros bisabuelos perecían de paludismo, en el mar o en una guerra en la que nada se les había perdido. Nosotros nos vamos de este mundo en la carretera, por un infarto o un cáncer y no descartemos que un día seamos víctimas de un atentado terrorista.

No nos queda otra que convivir con el riesgo, intentar prevenirlo y, si para nuestra desgracia nos golpea, tener planes para minimizar los daños. Durante décadas nos creímos inmunes a ETA por el hecho de ser una isla y resulta que asestó en Mallorca los dos últimos zarpazos mortales. Nos sentíamos muy seguros y la postrera sangre provocada por los etarras corrió en Calvià. Seis años después ni siquiera sabemos quiénes lo hicieron. Y mucho menos el porqué.

Esta semana la Policía ha detenido en la multicultural barriada de Son Gotleu a Mohamed Harrak. Llevaba más de veinte años en Mallorca y su nivel de integración en esta sociedad era aparentemente mucho mayor que el de la mayoría de sus compatriotas. Hablaba catalán, había sido árbitro de baloncesto y, dicen, no era especialmente religioso ni asiduo de la mezquita. Sin embargo, la juez le acusa de planear un atentado en España, aunque no especifica si en la isla o en otro lugar, de querer incorporarse al Estado Islámico en Siria y de lanzar proclamas, que ponen los pelos de punta por el odio que destilan, a través de sus múltiples perfiles en las redes sociales.

La pregunta puede ser, de nuevo, ¿por qué nuestro paraíso no colma las expectativas de algunos de quienes se han instalado voluntariamente en él?, ¿por qué tanto odio a la sociedad que les ha acogido? Hay que esperar a que los avances de la investigación determinen el alcance de las intenciones de Harrak. De momento, Carmen Lamela, magistrada de la Audiencia Nacional, no se cree su coartada de que su objetivo era infiltrarse entre los terroristas porque trabajaba como agente doble del Centro Nacional de Inteligencia. Otro pequeño Nicolás, en palabras de quienes se han tomado el asunto a broma.

Lo más probable es que la mayoría de los ciudadanos estén poco preocupados por el cómo se ha producido el contagio y, en cambio, se cuestionen cómo atajar las consecuencias de la enfermedad. El tratamiento que se ha dado en los medios alemanes y británicos ante una detención de aparente poco calado, es el amargo aperitivo de lo que sucedería si el terrorismo islámico atacase en Mallorca. Han puesto el foco en el hecho de que Harrak haya trabajado en la cocina de un hotel y han publicado noticias más o menos imaginarias sobre ejércitos protegiendo las playas en las que se bañan sus compatriotas.

La inteligencia es la única forma de minimizar los riesgos de un atentado. Alguien tan bien informado como el exjefe de la Policía y la Guardia Civil Joan Mesquida ha reiterado con argumentos sólidos que no estamos inmunizados ante la locura yihadista. Hay que cortar los canales por los que los fanáticos adoctrinan, captan e incitan a la guerra santa. Hay que controlar a los individuos más proclives a caer en las redes del fanatismo. Y, por supuesto, hay que golpear a quienes se convierten en un riesgo para la convivencia, como se ha hecho esta semana en Mallorca.

La detención de Mohamed Harrak, incluso si al final resulta que es un infiltrado del CNI o un loco poco peligroso, ha evidenciado algo que preferimos obviar: nuestra seguridad, nuestras seguridades en general, pueden venirse abajo en un instante. Hay que estar preparados.

Compartir el artículo

stats