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Opinión: Torres acusó de comprarle a Urdangarin, por Matías Vallés

Unamuno escribió en 1914 un artículo donde diseccionaba su odiado latifundismo. "Se compone de ricos, de criados de ricos -administradores, apoderados, etcétera-, cien veces peores que los ricos mismos, y por último, abogados de ricos, que son lo último de lo último". No es un prodigio de estilo, pero el núcleo puede trasladarse a los avatares recientes del proceso del caso Infanta. Complace verificar que las tradiciones permanecen intactas un siglo después.

El abogado de Diego Torres volvió a demostrar quién manda en el juicio. Solicitó la expulsión de Manos Sucias, acusada de extorsionar a la Infanta. Aun admitiendo a pies juntillas la rocambolesca maniobra denunciada por Miquel Roca, el abuelo de la Constitución que ha perdido un prestigio que tal vez nunca mereció, sorprende que González Peeters no exija un castigo similar para su hoy amigo Urdangarin.

El domingo 10 de enero de este año, en vísperas del inicio del juicio, Ana Pastor entrevistó a Diego Torres en La Sexta. El compungido genio de la consultoría sostuvo que "el abogado de Urdangarin me ofreció dinero y un puesto en Telefónica por asumir mayor cuota de responsabilidad". Un presunto delincuente con menos masters diría simplemente que el cuñado del Rey quiso comprarle para que cargara con el mochuelo.

A fecha de hoy, no consta que Torres haya confesado que también aquel domingo mintió a toda España, al repetir una gravísima acusación contenida asimismo en su libro microventas. El Gobierno deberá explicar por qué persigue unos intentos de perversión del proceso con más intensidad que otros. Roca sostiene que Cristina de Borbón se enteró del supuesto intento de extorsión por la prensa, curioso comportamiento de un abogado hacia su clienta. Y ya que vuelven a arreciar las plañideras de la Infanta, ¿existe un solo precedente de un matrimonio al que se le piden casi treinta años de cárcel, y que no solo excusa su asistencia al proceso sino que vive en un paraíso fiscal con su pasaporte intacto?

La simultaneidad no es casualidad, pero las coincidencias deben ser examinadas con sumo cuidado. La enésima pretensión de aplicar la doctrina Borbón ha coincidido con los demoledores testimonios de los cortesanos García Revenga y Fontao. Despiertan antipatía, pero han desmontado la pueril estrategia del tutelaje de la trama corrupta desde La Zarzuela.

Camus subraya en la obertura de El hombre rebelde que "nuestros criminales no son ya aquellos niños desarmados que invocaban la excusa del amor". La Infanta (50) y Urdangarin (48) se han quedado sin la excusa de que eran adolescentes jugando con millones de euros, cegados por su mutua entrega conyugal.

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