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Opinión

El Gobierno ha de probar la "clara amenaza"

El Govern señala que Harrak "no tenía intención de actuar aquí, sino de irse a Siria", frente al dramático comunicado de Interior

Detención de Mohamed Harrak.

Avergüenza confesar que todo lo que sabemos hoy sobre el peligro terrorista anejo a Mohamed Harrak, ya lo sabíamos cuando empezó a ser detenido el pasado martes. El ministerio del Interior lanzó entonces un comunicado, en el que estipulaba sin matices la "clara amenaza para la seguridad nacional" del marroquí residenciado en Palma. Adjuntaba una enumeración de crímenes y contactos de alto nivel con líderes del terror islámico, sin la mínima presunción de inocencia.

Una "clara amenaza", en el sentido que el Supremo estadounidense atribuye al "clear danger", es la "prueba convincente de que un interés legítimo del Estado se halla en grave peligro". Describe una situación límite, que autoriza a gritar "¡fuego!" en un teatro lleno sin ser acusado de promover una estampida. En cuanto a la "seguridad nacional", el Reino Unido ha aprovechado el auge terrorista para redefinir que su objetivo "es que la gente pueda continuar con su vida diaria con libertad y confianza". Con estas cláusulas en su morral, Harrak sería una de las personas más peligrosas de tiempos recientes.

Interior gritó "¡fuego!" el martes en el teatro abarrotado de Son Gotleu, que no necesita dosis adicionales de publicidad negativa. El ministerio todavía ha de probar la "clara amenaza", y ha pasado de la locuacidad al silencio cartujo. Dispone sin duda de pruebas para fundamentar sus acusaciones categóricas, pero Fernández Díaz no debe limitarse a rendir explicaciones en su despacho a Rodrigo Rato. Su ubérrimo país contiene más habitantes.

Nadie espera luz de la delegada del Gobierno. Es tan fiable como el ejecutivo que representa, según demostró Teresa Palmer en una comparecencia sainetesca tras la detención. Aportó menos datos que sus jefes a primera hora, de su discurso no puede desprenderse que los entendiera. La situación empeoró ayer con las palabras de Biel Barceló. Más preocupado del golpe a la imagen de Mallorca que La Moncloa, resaltó que Harrak "no contaba con infraestructura ni tenía intención de actuar aquí, sino de irse a Siria". Alguien que se va a Siria puede merecer una detención, pero no el espectáculo representado el martes.

Probablemente sin darse cuenta, el vicepresidente del Govern desmentía todas las afirmaciones de Madrid sobre contactos de primera línea, captación de terroristas desde Son Gotleu y planificación de atentados. Barceló se jactaba además de "un contacto continuado con la delegación del Gobierno", que sin duda contribuye a explicar su disparatado razonamiento.

Tras un atracón inicial de información, Gobierno y Govern daban marcha atrás. Desviaban la atención hacia crímenes en el exterior planeados según sus representantes por Harrak. Es decir, la isla iba a exportar terrorismo, por lo que los turistas estarían más seguros en Mallorca que en sus respectivos países. Debe tratarse de la campaña de promoción más singular de todos los tiempos. Sin embargo, episodios precedentes demuestran que no es conveniente añadir confusión a las amenazas terroristas.

Dado que Gobierno y Govern se han enredado en versiones contradictorias y desatienden la proyección internacional de la isla, procede recapitular. Mallorca no ha sufrido un atentado islámico, pero sí ha padecido los efectos de un atentado. Lo puede demostrar una de esas carísimas agencias que se enriquecen contando lo que aparece en los periódicos. No está claro que se haya planeado en Son Gotleu un atentado real, pero existe el riesgo de un atentado real.

Los datos escamoteados por Interior y emborronados por su delegada no permiten conceder a Harrak ni el título de lobo solitario. Aceptando los vínculos con Siria trompeteados por el Gobierno, sería un autoterrorista o terrorista autista, formado en el éxtasis religioso ante su ordenador. Los atentados de París y Bruselas han permitido comprobar que la radicalización de los jóvenes no se produce en las mezquitas, lo cual no puede sorprender conociendo a los clérigos.

El Estado Islámico ha demostrado que internet es más poderosa que el templo. La operación abierta el martes dilucidará si Harrak es el líder de un grupo o una de las decenas de personas que, solo en Mallorca, pisan el territorio fronterizo con la iniciación en el terror. En cuanto al paternalismo impotente del Gobierno y Govern, esta isla alojó a Ahmed Brahim, difusor de los principios integristas que han llevado a la actual carnicería. Palma acogió también al número dos de Bin Laden, y al principal autor de la matanza de 11M. Por no hablar del cobijo prestado a los vuelos de secuestro y torturas de la CIA. La sociedad mallorquina está madura para cualquier revelación. Más que sus gobernantes, desde luego.

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