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Opinión

Bombas bajo las tumbonas

Vecinos de Son Gotleu siguen la operación policial desde sus balcones.

No tenemos derecho a sorprendernos del revuelo causado. La detención de ayer en Son Gotleu sería rutinaria de no haberse producido tras las matanzas de París y Bruselas. Con los antecedentes sangrientos, el fantasma de la psicosis recorre Europa. El diario Bild Zeitung abría su edición digital desde media mañana con un estentóreo "¡El terror planea sobre nuestras playas de vacaciones!" En la foto adjunta, de una playa sospechosamente mallorquina, el grafista había colocado una ominosa diana sobre los bañistas. Un dardo en el momento ultrasensible del comienzo de la temporada.

La publicidad terrorífica ya estaba hecha, pero no cabía despertar a un Parlament concentrado en la pervivencia de las corridas de toros y correbous. En un país avanzado, Biel Barceló hubiera intervenido de inmediato para tranquilizar al vecindario europeo. La prensa germana y la inglesa concedieron mayor espacio a la detención que la española, por si alguien desea comprobar cuál es la nacionalidad mallorquina. Los alemanes refugiaban su pulsión sensacionalista en un aviso de su ministerio del Interior. En España, este mismo departamento consideraba que el marroquí detenido "suponía una clara amenaza para la seguridad nacional". Conviene que sea así, porque el coste estricto de una sobreactuación se multiplica en millones de euros por el impacto de la pésima publicidad.

A efectos mediáticos, el atentado ya ha tenido lugar. La aceptación del terrorismo islámico como un fenómeno inminente solidifica la "amenaza" ministerial. De repente, Son Gotleu traspasa su condición de campo de Agramante, donde bandas gitanas y nigerianas disputan cuando aprieta la calor. La detención y sus precedentes empujan a evaluar el riesgo de que la barriada se transforme en la versión palmesana del ghetto bruselense de Molenbeeck, ciudad sin ley pero con kalashnikovs. Es obligatorio decir en honor de Cort que se esfuerza al máximo por culminar la degradación de un enclave que nunca ha figurado en la agenda municipal.

Isis es un error de apreciación de Bush y Obama que Europa paga muy caro. Titulares del estilo de "Terror-Alarm auf Mallorca" no precisan demasiada traducción. Una imagen playera adquiere un significado ominoso debajo del citado eslogan. Cabe esperar que la operación se haya hecho coincidir con una de las breves estancias en Balears del jefe superior de policía de Balears.

El terroturismo puede definirse como el ataque a ciudades y destinos donde se aglomeran un máximo de nacionalidades, para multiplicar el eco de los asesinatos. Los servicios secretos europeos consideran que las playas se han convertido este verano en objetivos prioritarios de Isis, avanzando con seriedad prácticas como la colocación de artefactos explosivos enterrados bajo las tumbonas.

La propagación del integrismo islámico por Europa tuvo su raíz en Palma, en un piso del ya célebre edificio donde residía Maria Antònia Munar en el Paseo Marítimo. La operación de Son Gotleu demuestra que las labores de difusión y captación se han proletarizado. Ya es mala suerte que un momento de extrema gravedad para la región coincida con Teresa Palmer en la delegación del Gobierno. No supo aportar ni un átomo de información, la representante de Madrid que desprecia la constitución de ayuntamientos democráticos nunca estuvo en funciones. Bien mirado, no confiarle ni un dato es una prueba de la seriedad de quienes han llevado a cabo la operación antiterrorista. Antes del "continuará", hay que presuponer que el supuesto reclutador es el único agente activado. Y que, si hay otros mallorquines vinculados a Isis, también estén bajo vigilancia.

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