El arresto de Mohamed Harrak conmocionó el mundo del baloncesto en la isla, donde el detenido ejerció como árbitro durante ocho años.

"Estamos muy sorprendidos", admitía Toni Sales, presidente del Comité Técnico. Su teléfono no paraba ayer de recibir llamadas de colegiados que recordaban sus vivencias con el arrestado, que comenzó su carrera con 18 años junto a un hermano más pequeño, anotador de mesa, y llegó a arbitrar en campeonatos como el de España de Minibasket celebrado en Cádiz en 2010.

"Llegó hace ocho años con otro árabe para ganar algo de dinero, y llevaba una vida deportiva normal: iba a los partidos y cumplía", explicaba el presidente de los árbitros. "En los últimos dos años iba a trabajar a Palmanova y pitaba menos, hasta que en septiembre del año pasado nos dijo que no renovaba porque se iba a Marruecos a casarse. Ahora dudo de si se llegó a ir", apuntaba.

"No era nada religioso"

"Era muy introvertido, no se relacionaba mucho con los demás, pero no era nada religioso", recordaba Sales. "Sí que, hablando con otros árbitros, les hizo alguna vez comentarios de vídeos de internet sobre explosivos, y en las redes sociales tenía fotos de juegos de tíos pegando tiros, pero no lo veo poniendo una bomba, me cuesta pensar que sea un terrorista", señalaba. De hecho, el comité cuenta entre sus árbitros con policías locales y agentes de la Guardia Civil. "Supongo que si hubiera sospechado algo, habrían actuado", conjeturaba.

También Pep Orón, vicepresidente del Comité, se declaraba ayer "sorprendido". "En Facebook colgaba cosas normales, una protesta por esto o por lo otro, pero nunca vi que dijera nada del Estado Islámico", explicaba. "No era de los peores árbitros, aunque en los últimos años pitaba muy poco y este último había desaparecido del mapa", reconocía.

También los vecinos de Harrak se mostraban sorprendidos por la espectacular operación policial para detener a un solo hombre. Mohamed vivía con sus padres y sus dos hermanas menores en el primer piso del número 53 de la calle Santa Florentina. La familia compró esta casa hace apenas un año, por lo que el joven era relativamente poco conocido en el barrio. Antes había residido en es Rafal. "Tenía muy poco trato. Yo solo lo vi saliendo de su casa alguna vez por la noche. Cerraba la puerta muy rápido para que nadie pudiera ver el interior de su casa", señalaba una vecina.

Otros propietarios destacaron la obsesión de la familia en colocar barreras metálicas en todas las salidas exteriores de la casa. Todos coincidieron en que Mohamed Harrak y sus familiares destacaban, por encima de todo, por ser muy reservados y por mantener muy poco contacto con los vecinos de este edificio de pisos.

Lo que nadie podía creerse ayer en Son Gotleu es que desde esta barriada de Palma un joven se hubiera dedicado a captar futuros combatientes radicales islamistas. Este barrio de Palma viene sufriendo desde hace años un proceso de degradación y es habitual que convivan grupos de diferentes étnias. Sin embargo, los vecinos que se concentraron ayer en la plaza para presenciar la operación policial destacaban que no habían detectado nunca la presencia de radicales por la barriada. Ayer se vivieron momentos tensos cuando el detenido fue sacado de su casa por la Policía. Fue despedido por sus vecinos con duros insultos.