Una de las operaciones económicas que los familiares de Mario Conde realizaron para vender propiedades inmobiliarias en Mallorca, se convirtió en la pista fundamental que sirvió para destapar las maniobras del antiguo banquero para blanquear el dinero que tenía en el extranjero.

Mario Conde, en sus gestiones económicas, utilizaba sobre todo a sus dos hijos, pero también a su yerno, que figura como administrador de una de las sociedades que manejaba la familia. El día 26 de marzo de 2013, según figura en el auto de prisión dictado por la Audiencia Nacional, se recibió en una cuenta de una sociedad de Mario Conde, administrada por su yerno, una transferencia desde Dubai, por más de medio millón de dólares. El banco español rechazó la operación porque el cliente, es decir, Conde, no justificó el motivo de dicha operación. Otro ingreso, esta vez por apenas cinco mil dólares, sí fue aceptado sin mayor problema. Este dinero se enviaba desde una cuenta bancaria de Dubai. En la operación figuraba el nombre de la persona que transfería el dinero y su lugar de residencia, que se situaba en Estados Unidos.

Ante el fracaso de la operación, el yerno del exbanquero, Fernando Guasch, abrió el día 3 de julio una nueva cuenta en el Banco de capital portugués Espíritu Santo. No la abrió a título personal, sino a nombre de la empresa que gestionaba, cuyos accionistas mayoritarios eran los dos hijos del expresidente de Banesto. El yerno solo esperó ocho días para volver a intentar introducir en España este dinero que procedía de Dubai. Esta vez la cantidad era menor. La transferencia era de casi 400.000 euros. El banco portugués sospechó de esta operación económica y la rechazó. Parecía que se trataba de una maniobra de blanqueo de dinero. El yerno de Mario Conde acudió al banco para explicar la operación e intentar que se aprobara. Dijo que se trataba del pago de un contrato de una opción de compra que a través de esta empresa había firmado el día 30 de abril de 2013. Correspondía a una operación para vender dos fincas que aparecían inscritas en el registro de la propiedad de Alcúdia. Esta vez el inversor que se interesó por adquirir estas propiedades en Mallorca, según detalló el yerno de Conde al banco, era un ciudadano hindú, de nombre Manav, que residía en Dubai.

Según la documentación, la opción de compra que pretendía avalar esta operación inmobiliaria de Alcúdia solo cubría una parte de la adquisición de estas dos fincas. El juez no conoce por cuánto dinero pretendía vender el exfinanciero estas propiedades en Mallorca, pero solo la opción de compra se estableció en 950.000 euros. El dinero que se intentó transferir desde Dubai a España no cubría más que una tercera parte de dicha opción. El auto del juez Pedraz destaca el pelotazo urbanístico que se pretendía realizar con esta operación inmobiliaria en Mallorca.

Así, se destalla que la empresa controlada por el exfinanciero, al incorporar estas fincas de Alcúdia a su patrimonio, las valoró en 166.500 euros. El precio de la operación, a tenor del valor que se estableció en la opción de compra, se multiplicaba por varios ceros. Por ello, no se descarta que se habría podido cometer, además de un delito de blanqueo de dinero, una infracción tributaria.

Su casa de Alcúdia

No es la única operación centralizada en Mallorca que intentó realizar el expresidente de Banesto y que ha llevado al juez a decidir su ingreso en prisión. Mario Conde adquirió una lujosa mansión en Pollença, conocida como Can Poleta. La vivienda formaba parte del patrimonio inmobiliario que teóricamente debía ser embargado por la Audiencia Nacional para que el financiero respondiera a la indemnización que debía pagar por los perjuicios económicos que ocasionó a Banesto. Pero el exfinanciero fue más listo que los jueces de la Audiencia Nacional y antes de que se le prohibiera realizar ningún tipo de operación con esta finca, ya había formalizado su venta. Sin embargo, según sostiene el juez Pedraz, se trató de una operación ficticia, precisamente para camuflar que el auténtico propietario de esta valiosa finca seguía siendo Conde. El exbanquero vendió la finca mallorquina a una empresa domiciliada en Luxemburgo. Esta sociedad no tenía dinero para hacer frente al pago de 600.000 euros que valía la finca. Sin embargo, no fue un problema. Fue recibiendo ingresos económicos para poder abonar el precio de la compra. La mujer de Conde firmó un contrato de alquiler con esta sociedad, que fue pagando hasta su muerte. Después se dejó de pagar. Pero, además, la hija de Mario Conde abrió una cuenta bancaria en una entidad de Pollença a nombre de la sociedad de Luxemburgo que había comprado la finca. Ella y otros empleados de la familia Conde fueron ingresando durante diez años dinero en metálico en esta cuenta del banco de Pollença.