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Escándalo financiero

Conde, el banquero que quiso reinar en Mallorca

Las fincas del exfinanciero en Pollença que la Audiencia Nacional intentó expropiar, claves en la investigación de su patrimonio oculto

Conde llega a la UIB para dar una conferencia ante universitarios, antes de su destitución era un modelo a imitar.

El ascenso fulgurante y la doble caída de Mario Conde tienen su milimétrico reflejo en Mallorca. En primer lugar, porque el hombre que estuvo al frente de Banesto durante seis años, un mes y dos días, convirtió la isla en el escaparate de su inmenso poder económico y también social. Y en segundo lugar porque Mallorca ha resultado clave en la investigación del patrimonio oculto del exbanquero, principal motivo de su detención ayer por parte de la Guardia Civil.

En la isla de los alegres ochenta y noventa, Conde también quiso reinar, desatar su ambición sin límites. Si don Juan Carlos celebraba su despacho de verano en Marivent con el presidente del Gobierno, el banquero de Tuy, en Pontevedra, traía a la aristocracia financiera al Real Club Náutico de Palma y al consejo de administración en pleno del Banco Español de Crédito a los salones del hotel Son Vida. Como también hacía don Juan Carlos, recibía y agasajaba a las autoridades de la isla, e incluso supo ganarse la amistad de don Juan de Borbón y del mismo Adolfo Suárez, aprovechando las penurias económicas de ambos, además de patrocinar un velero en la Copa del Rey de vela y de dejarse ver en las fiestas y los ágapes de la alta sociedad. Pero el máximo gesto de ostentación, durante largo tiempo planeado, lo protagonizó en el verano de 1993, cuando entró los 41 metros de eslora del velero Alejandra, una joya de dos mástiles, popa de espejo, 100 toneladas de desplazamiento y dos mil millones de pesetas por la bocana de Puerto Portals antes de tomarse un café en el bar Capricho, también ligado a su familia. Lo pudo disfrutar muy poco, al menos en aguas mallorquinas. El 28 de diciembre del mismo año el Banco de España intervenía Banesto, destituía a Conde y se apresuraba a garantizar los depósitos de la entidad. Un año después, el ya exbanquero caído en desgracia traspasaba la joya de los astilleros Mefasa de Avilés, donde Javier de la Rosa se contruyó el Blue Legend, a una sociedad radicada en el paraíso fiscal de Jersey, en el Canal de la Mancha, y empezaba a poner su inmensa fortuna a salvo de la justicia.

En la segunda caída de Conde, materializada ayer con su detención al intentar repatriar fondos de Suiza, Mallorca ha tenido igualmente un papel revelante.

En Can Poletà, su casa de Pollença, con Lourdes Arroyo.

En octubre de 2012, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska ordenó el embargo de las propiedades del exbanquero en Pollença, pero el juez no consiguió el cambio de titularidad de las fincas por las inusuales trabas burocráticas con las que se encontró. La policía llevaba tiempo investigando la fortuna de Conde en España y el extranjero y las propiedades de Pollença resultaban parte de esa sospecha, al igual que las fincas de Los Carrizos, en Andalucía, que Conde dedicó a la producción de aceite, y la de La Salceda, en Toledo, dedicada principalmente a la caza.

Los investigadores sospechaban que los terrenos de los que supuestamente se desprendió en Pollença a mediados de los años noventa todavía le pertenecía, a través de sociedades interpuestas radicadas en Luxemburgo y otros paraísos fiscales.

Tras estallar el caso Banesto, Conde colocó su patrimonio a recaudo de la justicia. Las posesiones en Mallorca pertenecían a su mujer, Lourdes Arroyo, fallecida en 2007. Mario Conde y su esposa acordaron la separación de gananciales en 1990. A mediados de los noventa Lourdes Arroyo vendió las fincas de Pollença (Can Botana y Can Poletà), asignadas a ella después de la separación de bienes, por 420 millones. La empresa compradora fue Apolo Inversiones y Servicios, sociedad vinculada a Arturo Romaní, exvicepresidente de Banesto. Una vez efectuada la transacción, se firmó un contrato de arrendamiento con Lourdes Arroyo. De este modo, el matrimonio continuó residiendo en sus antiguas posesiones, aunque en régimen de alquiler.

En el año 2009 pronunció el pregón de las fiestas de Caimari.

Conde se convirtió entonces en un hombre aparentemente sin demasiados recursos, aunque producía aceite y tenía otros negocios, que veraneaba en una finca arrendada por su mujer y que un día fue su sueño mallorquín. En una entrevista publicada por este diario, el antiguo financiero explicó el significado de Pollença en su vida: "Era el pueblo de mi mujer y mío. Lourdes quiso morir en Mallorca. Yo amaba tanto a Mallorca que quise crear una fundación para derrumbar construcciones que ofendían a la isla, pero el banco lo frustró". En el año 2009, Caimari convirtió a Conde en el pregonero de las fiestas de la Mare de Déu. Durante su discurso, evocó la finca de Can Poletà. "Es una preciosa tafona, rodeada de olivos milenarios, con una calefacción de las que se alimentaban con cáscara de almendra y que yo mismo compraba en una cooperativa cercana", decía, además de hacer un llamamiento a la tolerancia y abogar por mantener el carácter de la isla.

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