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Ruth Mateu se venga de Esperança Camps

OpiniónPor Matías VallésSe cumple una semana desde que Esperança Camps selló su destitución pronunciando una diatriba contra su equipo de la conselleria de Cultura sin precedentes

Se cumple una semana desde que Esperança Camps selló su destitución pronunciando una diatriba contra su equipo de la conselleria de Cultura sin precedentes. Por lo menos, desde que Gabriel Company atacaba a José Ramón Bauzá mediante una identidad falsa siendo conseller de su Govern. Al nombrar a Ruth Mateu como sucesora, Francina Armengol no podía ser ajena al morbo que suscitaría el discurso de toma de posesión de la secretaria general del equipo cultural desacreditado por la anterior consellera.

Así fue. Mateu se vengó cumplidamente de Camps. Pronunció las palabras envenenadas, "no soy escritora", que la presidenta del Govern debe reservarse por la naturaleza de su cargo. La promesa de tomar la iniciativa constataba que hasta ahora no se había adoptado ninguna. Fue una revancha deportiva, ya que la flamante consellera reivindicó el Deporte despreciado por su predecesora. La exaltación llega hasta el punto de que ha colocado la práctica atlética en el frontispicio de su conselleria. Dado que a partir de ahora imperará el lenguaje futbolístico, queda claro que Mateu no estaba en el banquillo, sino calentando en la banda a la espera de su oportunidad.

La política debe huir de maniqueísmos. La imagen de una Camps extraordinaria, pero zancadilleada por un equipo de conspiradores, resulta tan desenfocada como el estereotipo de una consellera pérfida que anuló la dotes gestoras de una docena de subordinados. En primer lugar, la titular de Cultura ha entregado su cabeza, y ninguno de los presuntos maltratados tuvo el detalle de dimitir al constatar que no les dejaban cumplir con los deberes anejos a una confianza y un sueldo públicos.

Armengol ha proclamado la victoria por KO de los subordinados de Camps, una doctrina refrendada por Mateu al confirmar en bloque a su compañeros de suplicio. Sin embargo, ni la presidenta ni la consellera pecan de la ingenuidad que requiere este análisis. Cuesta creer que la peor conselleria del Govern contaba con el mejor equipo imaginable. Sobre todo, cuando en la documentación de los nueve meses pasados no abundan las pruebas de esta curiosa dicotomía. La decisión salomónica de confirmar a todos los cargos de Cultura, para ahondar en la herida de Camps, perseguirá a Armengol y Mateu. La presidenta no solo se equivocó ayer al repetir en la toma de posesión el discurso del día anterior. Si reconoce que el actual gabinete "es más fuerte políticamente", formula una crítica implícita contra su anterior Govern. Y si quiere enfatizar, como parece, que por fin comanda un ejecutivo a su imagen y semejanza, no debieron temblarle las palabras. Frente a la vibrante Mateu, el desterrado Marc Pons se mostró desfalleciente en Urbanismo, y una Pilar Costa desganada ni siquiera reivindicó un estilo propio.

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