Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Escándalo de evasión fiscal

Mossack Fonseca vendió empresas opacas a un bufete mallorquín

El despacho Feliu, investigado en la operación Relámpago, ofrecía a sus clientes anonimato total para ocultar capitales o hacer inversiones en la isla

Ana Torroja (en la foto durante su juicio) compró empresas en Panamá.

El despacho Mossack Fonseca, en el ojo del huracán por los llamados papeles de Panamá, vendió durante años decenas de empresas offshores a los clientes mallorquines y extranjeros del bufete palmesano Feliu, objeto en 2007 de la operación Relámpago contra el fraude fiscal. La fiscalía anticorrupción, la Policía Nacional y la Agencia Tributaria investigaron en ese sumario las conexiones panameñas con la trama de evasión fiscal, por la que se han producido en los últimos años varias condenas por delitos tributarios millonarios.

El bufete Feliu, uno de los más prestigiosos de Balears hasta el estallido de este caso, manejó ingentes cantidades de fondos a través de cuentas del despacho. Muchos de los clientes remitían fondos a una cuenta central del despacho para constitución de sociedades, compra de inmuebles de lujo en la isla o reenvío a paraísos fiscales. Los capitales procedían principalmente de Francia, Reino Unido, Alemania o de paraísos fiscales. También entraba dinero de cuentas abiertas en España por no residentes, que entonces no tenían que estar identificados fiscalmente.

Los investigadores también rastrearon el destino del dinero, que acababa en cuentas de no residentes abiertas en España o transferencias internacionales a países europeos.

Testaferros como gestores

Alejandro Feliu

Alejandro Feliu, uno de los responsables del bufete, admitió en su declaración judicial del 11 de julio del 2007 que encargaba a Mossack Fonseca la constitución de sociedades en Panamá y otros paraísos fiscales. Como administradores de estas offshores el bufete panameño ponía a abogados, empleados del despacho Feliu o a los beneficiarios de las sociedades.

El abogado mallorquín admitió también que hacían lo que los clientes les pedían y que algunos no querían figurar en esas offshores y daban poderes a sus asesores mallorquines.

Las sociedades panameñas, a su vez, eran titulares de empresas españolas que en muchos casos eran patrimoniales. Los fondos movidos fueron usados para la compra de lujosos chalés y emblemáticas posesiones en Mallorca, como las de Son Bunyola.

Feliu sostuvo que MossackFonseca no le requirió para que identificara a los últimos beneficiarios de aquellas cadenas de sociedades.

"Usábamos sociedades de paraísos fiscales porque era la práctica habitual de Inglaterra, Alemania, Holanda y otros países y nosotros ofrecíamos en Mallorca los mismos servicios que estos países", se justificó el entonces imputado.

Alejandro Feliu añadió que las sociedades en paraísos fiscales servían "para invertir los dineros legales sobrantes de sus beneficios", en casos de divorcios para apartarlos de la masa económica (ocultar el patrimonio al excónyuge) o "aumentar el trust que pueda poseer el inversor".

El abogado palmesano justificó la inclusión de empleados suyos como administradores de estas sociedades en un afán de evitar "requerimientos de Hacienda por autocontratación".

Alejandro Feliu reconoció también que trabajaban con un segundo despacho panameño, Illueca y Asociados, que les ofrecía los mismos servicios que Mossack Fonseca. El coste por sociedad panameña era de entre 1.000 y 1.500 euros.

Compartir el artículo

stats