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Opinión: El Govern no encuentra ni consellers, por Matías Vallés

El entrenador fenece para la prensa al día siguiente de su destitución. Sin embargo, la impotencia del Govern Armengol para reemplazar a una simple consellera de Cultura obliga a seguir atendiendo a Esperança Camps. Más activa desde su despido que durante un año en el cargo, reveló la semana pasada que se enteró de su cese el Viernes Santo. Ergo, el ejecutivo lleva casi dos semanas de parálisis, encasquillado en una decisión a medias. Nadie les advirtió de que liquidar un peón supone introducir otro.

Sería injusto adjudicar el atragantamiento de Armengol únicamente a la indigencia política. La presidenta se ha creído el éxito que nunca obtuvo. Basta repasar su respuesta, en una entrevista concedida el 26 de febrero de 2016:

-¿No es peligroso que se sienta usted tan cómoda con todo el mundo?

-Este Govern funciona bien y nos sentimos cómodos. A diferencia de otras veces, estamos consiguiendo que haya unidad de criterio.

"Unidad de criterio" no es la expresión más adecuada para describir el funcionamiento del Govern. Sin embargo, es más reveladora la fecha de este himno a la alegría interpretado por Armengol. El Viernes Santo cayó el 25 de marzo. Dado que el impulso de destituir a una consellera no asalta súbitamente a una presidenta, cabe concluir que Armengol ya amasaba el cese mientras festejaba la concordia fraternal de su equipo.

Aquí, los más críticos esperan que se acuse directamente a Armengol de haber mentido a los lectores, al disimular la crisis que fermentaba en su Govern. Es mucho peor, la presidenta se mentía a ella misma. Creía sinceramente que impondría su opinión mediante caricias, que el Consell de Govern iba a ser una mezcla de sesión de yoga y de pilates. Olvidarse de la política no exime de sufrir sus zarpazos, pero cuesta convencer de esta crueldad a una líder socialista acostumbrada a mejorar su poder a cada derrota.

Más Armengol, hace solo un mes:

-El Govern ya camina, con gente que hace un buen trabajo.

Es un manifiesto tan emotivo que cuesta percatarse del pueril "el Govern ya anda". Un par de semanas después, el Govern no encuentra ni consellers. Cómo va a negociar el ejecutivo una financiación suficiente con los depredadores madrileños, si es incapaz de designar a un responsable del ball de bot. Dado que la Cultura no ha figurado jamás entre los dogmas de la actuación autonómica, cabe concluir que la dificultad de rehacer el ejecutivo es intrínseca. La presidenta maniatada a la columna, a un paso de San Sebastián.

No conviene olvidar los factores psicológicos. Las sucesivas sonrisas del destino han conducido a Armengol a creerse mejor que Bauzá, a lo cual tiene derecho hasta el último reserva del Real Mallorca. La presidenta también se siente superior a Antich, ya no le agrada el rol de heredera del mago de los pactos. Sin embargo, su ausencia de reacción a la estampida de Camps reedita el peor momento de los Pactos de Progreso, Mateu Morro llevando de la oreja a Joan Mayol al Consolat para robarle la conselleria de Agricultura. La sucesora de Camps debió anunciarse el viernes, cada día de retraso castiga a una presidenta que confunde sus méritos con su suerte.

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