La factura de la reforma integral del palacete que el matrimonio Urdangarin-Borbón adquirió en una de las zonas más caras de Barcelona, en la calle Elisenda Pinós, se dividió en dos partes. Una fue pagada directamente por los propietarios y la otra se facturó a nombre de la empresa Aizoon, que la hermana del Rey comparte con su marido.

Se trató del pago de 15.000 euros por el diseño del área de la vivienda en la que se construyó el despacho profesional de Urdangarin, cuyo acceso era independiente de la entrada principal del domicilio. Estos detalles de la reforma, que se inició en el año 2004 y duró más de un año, los explicó ayer en el juicio del caso Nóos el arquitecto Marc Viader, que además de este proyecto, también realizó otros trabajos de mejora en las dos viviendas anteriores en las que había estado viviendo el matrimonio.

El arquitecto, que detalló que había conocido a la infanta Cristina a través "de conocidos comunes", explicó que realizó este sistema de facturación no por iniciativa propia, sino por indicación de Iñaki Urdangarin.

Se reunió con el marido de la Infanta en el despacho de Miguel Tejeiro, el entonces asesor fiscal, y en este encuentro le dieron las instrucciones: "Me indicaron los conceptos y los importes económicos que tenían que ir dirigidos a la vivienda y al despacho profesional". El diseñador de la obra confirmó que mantuvo una única reunión con Tejeiro, pero fue suficiente porque el asesor le indicó los pormenores de la facturación oficial. "Me indicó que debía facturar esto a nombre de este señor y esto a nombre de la empresa".

Para realizar la división de las facturas, el arquitecto explicó que se establecieron unos parámetros de superficie y un porcentaje de los usos distintos del edificio.

El arquitecto facilitó algunos detalles de la vivienda donde estuvo viviendo el matrimonio antes de su marcha a Washington. La casa tenía una superficie de 700 metros cuadrados, repartidos en varias plantas. La zona dedicada al despacho disponía de unos 200 metros cuadrados, divididos en un hall, una amplia sala de reuniones y el área en la que Iñaki Urdangarin montó su despacho particular. Este espacio profesional conectaba interiormente con el resto de la casa, que disponía de un montacargas interno entre las dos plantas, según detalló el diseñador.

Contacto con García Revenga

Otro de los testimonios más destacados en la jornada de ayer del juicio fue la declaración de María Luisa Massuet, la mujer que fue contratada como secretaria en el Instituto Nóos. Esta trabajadora, que cuenta con dos licenciaturas universitarias, fue contratada como auxiliar administrativa. Su trabajo consistía, en definitiva, en la organización de la oficina, incluido el control de la agenda de Iñaki Urdangarin y de Diego Torres.

Señaló la testigo que los dos directivos de Nóos tenían el mismo nivel de actividad en la oficina y señaló que a ella, que había entrado a trabajar en el año 2004, la contrató la esposa de Diego Torres, Ana María Tejeiro, tras superar una entrevista personal.

La trabajadora de Nóos confirmó que mantenía un contacto fluido con Carlos García Revenga, el secretario particular de las infantas, al que daba cuenta de la agenda profesional de Iñaki Urdangarin y "también a menudo le preguntaba temas de protocolo".

La empleada indicó que esta tarea de información era una de los muchas tareas que realizaba en su puesto de responsabilidad, dado que Iñaki Urdangarin, además de ser uno de los ejecutivos del Instituto Nóos, también intervenía en actos protocolarios por su condición de marido de la Infanta.

Massuet detalló que ella se limitaba a actuar como canal de transmisión entre la oficina del Instituto Nóos y el funcionario de la Zarzuela. "Me venían asuntos para Urdangarin que tenían que ver con su cargo institucional y me limitaba a pasarlos a García Revenga porque no tenían ninguna relación con el instituto Nóos".

La secretaria confirmó que el nivel de trabajo descendió tras la marcha de Iñaki Urdangarin.