Tras un invierno en el que no ha habido invierno y durante una primavera que parece un verano temprano, la niebla se ha convertido en el único quebradero de cabeza esta temporada en un aeropuerto que se prepara por segundo año consecutivo para batir todos los récords. El miércoles una intensa bruma matutina causó demoras en algo más de cien vuelos, y ayer la niebla volvía a aparecer entre las 8 y las diez para causar problemas en medio centenar de enlaces. La mayoría sufrían retrasos mucho menores a los del día anterior, cuando se llegó al extremo de cancelar aterrizajes y desviar vuelos a Eivissa. Ayer no se dio ningún caso de cancelación, y los retrasos rondaron los 30 minutos en la mayoría de conexiones afectadas por la niebla.

Aunque hubo excepciones más incómodas para los pasajeros, sobre todo en la conexión con Barcelona. Es la ruta más corta fuera de las islas, pero ayer los viajeros tuvieron en algunos casos que esperar dos horas para completar un enlace que supone poco más de media hora de vuelo. Ese fue el caso por ejemplo de un enlace que tenía que aterrizar a las 13.55 y los llegó hasta las 16.06 horas, y sin la excusa de una niebla que se desvaneció antes de las doce del mediodía. De hecho, los problemas de la ruta catalana, que afectaron sobre todo a Vueling y Air Europa, fueron mayores por la tarde. El enlace UX6060 de Air Europa, que el martes se retrasó nueve horas y llegó a provocar protestas de pasajeros que obligaron a intervenir a la Guardia Civil, nuevamente se demoró en la tarde de ayer, aunque ya no fue para tanto: aterrizó a las 15.49, 94 minutos después de lo previsto.

Por la mañana, con la niebla, el retraso máximo fue de 95 minutos. También se dio en un enlace de Air Europa procedente de Barcelona, que aterrizó a las 8.30, en vez de a las 6.55 horas, cuando estaba programado. Una demora similar afectó a varios enlaces matinales de Vueling desde la Ciudad Condal.

La previsión es que el aeropuerto vuelva hoy a la normalidad, ya sin niebla.