La maldición de la hemeroteca ataca de nuevo, esta vez en forma de vídeo del año 1998, desempolvado del archivo de Televisión Española. En él aparece la que hoy es presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), Inmaculada Benito, entonces una investigadora de la UiB que desgranaba el impacto que podría tener en el turismo balear la implantación de una ecotasacomo la que hoy critica desde la patronal hotelera. Son apenas 55 palabras, más que suficientes para marcar postura: "Creo que es positivo [implantar un impuesto turístico] y que se debería de imponer, porque hay un segmento de mercado que estará dispuesto a pagar la ecotasa. Hay que encontrar un precio razonable, y el mercado estará dispuesto a pagarlo. El mercado que no esté dispuesto a pagarlo es un mercado que no nos interesa", analizaba, en un catalán muy correcto, la entonces investigadora y becaria salmantina de la UiB.

No es la única que aparece en una interesantísima pieza de dos minutos emitida el lunes en el informativo balear de la televisión pública. El reportaje documenta una situación que, salvo en lo que a Inma Benito atañe, parece un calco de la actual. Entonces, como ahora, era un Gobierno de partidos de izquierdas el que defendía el tributo. Y entonces, como ahora, era la oposición del PP la que atacaba el impuesto. La munición dialéctica de unos y otros deja claro que, salvo Inma Benito, poco hemos cambiado. De un lado, el líder del PSIB y presidente del Govern, Francesc Antich, repetía que la ecotasa era "el impuesto del cambio", toda vez que reflejaba la necesidad de "cambiar el modelo de crecimiento". ¿Les suena? Seguro: lo dicen cada pocos días la presidenta del Govern (PSIB), Francina Armengol, el vicepresidente de Turismo (Més), Biel Barceló, y hasta los socios parlamentarios de ambos (Podemos), que no se cansan de apelar a la urgencia de implantar "un cambio de modelo" que desde hace dos décadas sirve para rellenar todos los programas electorales de la izquierda.

Y lo mismo le ocurre al PP, no crean. Solo que al revés: donde unos piden cambiar el modelo para que todo cambie otros defienden no cambiar nada para que todo cambie. En aquel 2001 era Joan Flaquer, luego conseller con Jaume Matas, el que se encargaba de pedir que se renunciase a un impuesto que describía como poco menos que el fin de los días, un apocalipsis para el turismo. Hoy ese papel le corresponde a diputados del PP como el exconcejal de Turismo Álvaro Gijón, que piden lo mismo agitando los mismos fantasmas: pérdida de puestos de trabajo, pérdida de competitividad, pérdida de riqueza.

Dos decenios, idéntico ministro

En esa realidad divertida por lo inmutable que describe la pieza maestra de TVE aparecen constantes tan curiosas como el nombre del ministro de Hacienda: en 2001, como hoy, era del PP y se llamaba y llama Cristóbal Montoro. Claro que aquel Montoro de Aznar era más guerrero que el reposado ministro de Rajoy de hoy. Tan vigoroso se mostraba aquel Montoro aún con pelo que hasta osaba llevar el impuesto al Constitucional. El Tribunal aprovechaba la ocasión para cumplir otra tradición muy extendida con los recursos que le presenta el PP, rechazarlos, así cuando los conservadores se quejan del aborto como cuando lo hacen del matrimonio gay o la ecotasa.

Y aún así el tributo duró poco: Jaume Matas, hoy convicto por corrupción y en 2002 recién nombrado Molt Honorable President del Govern, derogaba la ecotasa nada más jurar el puesto que le ha llevado a la cárcel. El argumento de Matas y del PP de ayer era el mismo que el del PP sin líder de hoy: "Es un impuesto que pone en riesgo puestos de trabajo". ¿Los ponía en riesgo? A saber, el impuesto no duró lo suficiente como para poder averiguarlo.

Defensora de la ecotasa y del PP

Aunque algún estudio sobre los beneficios del tributo hay. Uno de los más destacados lo firmaba una investigadora que hoy es delegada del Gobierno con el PP: Teresa Palmer. La representante política de más rango que le queda al PP en las islas decía entonces justo lo contrario de lo que dice hoy su partido: que es necesario "fijar un precio adecuado, con una tasa o gravamen para las actividades turísticas". Palmer, en un artículo firmado con el también economista Antoni Riera (hoy en la Fundación Impulsa), llegaba a sostener algo que hoy repetiría con gusto el mismísimo vicepresident del Govern, conseller de Turismo y líder de Més: que es preciso aplicar tributos a los veraneantes para compensar "el gasto público causado por la llegada masiva de turistas", toda vez que los residentes ya se ven afectados en sus impuestos por la carga que supone atender a tanto viajero.

Y para que no queden dudas de la militancia pro impuesto turístico de la hoy alto cargo del PP, Palmer denunciaba "el descenso de la calidad de vida de los habitantes de Balears" como consecuencia de flujos de turistas excesivos que causan "congestión". Era 2001, pero sus palabras las repiten hoy al otro lado del arco político, en la izquierda ecologista, para defender el nuevo Impuesto de Turismo Sostenible.

Contra él carga hoy Inma Benito, presidenta hotelera que en calidad de tal dice lo que decía en 2001 quien ocupaba su actual puesto al frente de la patronal, Pere Canyellas: "La ecotasa es injusta y arbitraria". Así que el líder de los hoteleros dice lo mismo entonces que ahora. Otra cosa es la persona, esa becaria de 1998 que hoy es ejecutiva y ha pasado a denostar el tributo que entonces defendía. Las personas cambian, los hechos se repiten, para risa vengativa de la hemeroteca.