La sesión de ayer del juicio de Nóos demostró que Urdangarin y Torres crearon una trama de trabajadores ficticios que eran dados de alta, casi ninguno cobraba, pero servían para desgravar sus sueldos como gastos. Así lo confirmó los testigos, una docena de antiguos trabajadores del instituto o de alguna de las empresas investigadas, que reconocieron que aceptaron ser dados de alta en estas sociedades pero nunca acudieron a trabajar. Solo uno de ellos, a cambio de participar en el engaño, cobró un sueldo mensual de 60 euros, sin ninguna prestación a cambio, solo su consentimiento a firmar el contrato laboral.

Una de las empleadas contratadas, en esta ocasión por la empresa Aizoon, explicó que se dedicaba a la limpieza y una amiga le propuso realizar una sustitución en las oficinas de Nóos. Fue allí donde uno de los directivos le ofreció ser contratada. "Acepté porque no tenía empleo". Fue dada de alta en la sociedad Aizoon, propiedad de la Infanta y de su marido, y estuvo tres años contratada. "En tres años no me llamaron ni una sola vez para trabajar", detalló en su declaración, en la que quiso que quedara muy claro que nunca cobró ni un solo euro de sueldo. En el contrato que firmó esta empleada figuraba como auxiliar administrativa, no como limpiadora.

Lo mismo ocurrió con otra mujer, a punto de jubilarse, a quien su hija, que también fue dada de alta en una de las empresas del grupo, le propuso que firmara un contrato con una de las sociedades. "No se ni dónde estaban las oficinas, pero nunca cobré nada", reconoció. Su hija, en cambio, que también declaró como testigo, sí mantuvo que había trabajado como encuestadora en la propia oficina del Instituto Nóos. También sustituyó a otra empleada y en los tres años que estuvo se limitó a realizar tres encuestas telefónicas. "En la oficina solo estábamos Diego Torres, Marcos Tejeiro y yo. No había nadie más". El fiscal puso en duda que esta mujer hubiera trabajado nunca en la oficina.

Otra empleada entró a formar parte de la plantilla del Instituto Nóos a través de una empresa de trabajo temporal. "Todo era muy raro en aquella oficina. A mí me tenían apartada en un despacho. El resto de trabajadores parecían robots. Todos vestían igual". Esta mujer apenas estuvo dos días trabajando en lo que ella calificó de "bola de cristal", sin tener contacto con los otros trabajadores. Sobre la mesa "me dejaban un listado de teléfonos para hacer encuestas. Tenía que llamar a los directores de las Pymes de Valencia para pedirles opinión sobre la Copa América. Las encuestas estaban inducidas para que los que contestaban lo hicieran a favor de los proyectos". Esta empleada incidió en que desde el primer momento que vio el estado de la oficina y el ambiente laboral "mi deseo era marcharme de allí".

Una de las testigos que declaró fue una sobrina de Diego Torres, que también fue dada de alta en una de las empresas y a quien su tío le encargó la tarea de buscar a otros jóvenes para que aceptaran formar parte de las plantillas de estas sociedades, sin la necesidad de trabajar. La joven logró convencer a cinco jóvenes. Tres eran hermanos y uno de ellos únicamente tenía 16 años de edad. Los jóvenes fueron firmaron un contrato oficial, en alguna ocasión incluso en su propio domicilio, y cada mes recibían una transferencia de 60 euros. Nunca tuvieron que acudir a las oficinas de Nóos para ganarse este sueldo.

La sobrina, de nombre Patricia, que es hija de Miguel Tejeiro, señaló que la propuesta para ser dada de alta en la empresa se la hicieron sus tíos. "Diego Torres y su mujer Ana María me propusieron darme de alta en la empresa. Era mi último año de carrera y me interesó".

La joven reconoció que cuando fue a declarar ante el juez Castro, no contó la verdad y que no lo hizo a petición de uno de sus tíos. El consejo es que no reconociera que jamás trabajó en la empresa. Y contó al juez que se dedicó a realizar encuestas mientras estuvo contratada en las empresas del grupo "Se producía una situación familiar muy penosa y acepté el consejo. Fue una mala decisión", se excusó la mujer. Sin embargo, ahora ante el tribunal decidió contar la verdad. "Después de ver que hay una capacidad de echar las culpas a otros, cuando encima te han metido en este berenjenal, aparte de que en un juicio no se puede mentir, he tomado la decisión de contarlo".