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Cristina de Borbón culpa a Letizia de su desgracia

Prosiguen las sesiones del juicio del ´caso Infanta´, mientras en pleno Establiments se ha inaugurado la placa del Carreró Castro, un modesto homenaje al juez instructor en la calle Molí des Comte. No es la Rambla pero servirá, en el interín de la toma de medidas para la estatua ecuestre.

El escándalo de los mensajes escatológicos de la Reina Ortiz en apoyo de un posible corrupto han sido la única buena noticia que ha recibido Cristina de Borbón en los últimos meses. El "merde" alimentará el rencor que siente hacia su cuñada. La Infanta culpa muy particularmente a Letizia de su desgracia, de haberla condenado antes y con más dureza que cualquier tribunal. Ahora habrá comprobado que la esposa de Felipe VI respaldaba cálidamente a Javier López Madrid, yerno del Villar Mir de Son Espases, mientras le retiraba el ducado de Palma a la hermana del Rey. Se cerraba así una década de enfrentamientos entre cuñadas, recuérde dónde lo leyó antes mientras los cortesanos callaban.

Letizia I absuelve a López Madrid y condena a la Infanta. Sabemos de que hablamos. Cristina de Borbón la señala directamente, sin intermediarios, como autora del castigo firmado por su hermano. La Reina comparte la culpa con Jaime Alfonsín, jefe de la Casa del Rey que no Casa Real como dicen los ignorantes para disimular. Este abogado del Estado ha interiorizado La Zarzuela durante sus dos décadas sin separarse ni un milímetro del Príncipe de Asturias y más tarde Rey.

Nada menos que César Vallejo inventó la palabra desislar, para señalar la pérdida de islas de un archipiélago. Balears sufre un desislamiento, con la guerra abierta de Eivissa y Menorca contra Mallorca. En La Zarzuela se hace hincapié en la inevitabilidad de desislar a Cristina y su buen mozo. El propio Alfonsín, número tres de la jefatura del Estado tras la Reina y el Rey, utiliza la palabra "cortafuegos". Con ella explica la necesidad de proteger a Felipe VI que justificó la retirada del Ducado de Palma. Esta decisión explica que la Infanta y Urdangarin se revolvieran contra la Casa del Rey en los interrogatorios ante la Audiencia.

En la cima no hay misericordia. Curiosamente, el término "cortafuegos" surgió para proteger a la Infanta del interrogatorio a cargo de José Castro. Para salvar a su hija muy amada, Juan Carlos de Borbón movilizó a señeros periodistas y abogados de Madrilandia. El resultado fue deplorable, la pérdida del trono para el padre, el banquillo para la hija. Los mensajes comprometedores no solo demuestran la excelente sintonía entre Felipe VI y Letizia. Aclaran quién lleva la voz cantante.

Mientras prosiguen las sesiones del caso Infanta, en pleno Establiments se ha inaugurado la placa del Carreró Castro, modesto homenaje ciudadano al juez en la calle Molí des Comte. No es la Rambla pero servirá, en el interín de la toma de medidas para la oportuna estatua ecuestre.

Más querellas familiares. Este miércoles, el nuncio apostólico volvió a recibir en Madrid al feligrés que acusó al obispo de Mallorca de la "brutal abducción" de su esposa. Javier Salinas tiene programados actos esporádicos hasta principios de abril. El prelado ofició una misa por las bodas de plata de la pareja en el palacio episcopal, sin mención al matrimonio y centrándose en los corintios de San Pablo. Cuando el marido engañado lo confrontó, el obispo lo negó todo y dijo que interrumpía el contacto con su secretaria particular. No fue así. El escándalo ha llegado a la CNN.

Mi ansia de famosos está completa porque he conocido a Shirin Ebadi, un ser excepcional. Pasé una jornada completa junto a la Premio Nobel de la Paz iraní en junio de 2009, con su país en elecciones. De hecho, la sobremesa de la cena estuvo monopolizada por el recuento que llevó a Persia al borde de la revolución. Mientras cenábamos opíparamente en Es Pes de sa Palla -en la zona de Palma donde Cort permite una obra ilegal-, el marido de la abogada y jueza durante 34 años, un tal Javad, la estaba engañado con una amiga común, Mehri.

La anécdota salaz no necesita mayor justificación para esta sección, pero hay más. En los días en que Javad y Mehri retozaban y nosotros cenábamos en Mallorca, se abrió una puerta de la habitación de Teherán donde tenía lugar el fornicio. Entraron en la sala un agente de la inteligencia del régimen y dos cámaras, que habían grabado los escarceos. En el argot del espionaje, esta treta se denomina "trampa de miel".

El adulterio en el civilizadísimo Islam se castiga con la muerte por lapidación. Esta condena fue comunicada al esposo de la premio Nobel. Salvo que la pena capital se conmutaría si declaraba frente a una cámara que su esposa "no merecía recibir el Premio Nobel". Le fue concedido para que ayudara a derribar la República Islámica. Es una partidaria de Occidente, particularmente de Estados Unidos". Quiero recordar que mientras tanto, Ebadi nos insistía en Palma en que los estadounidenses no debían cometer el error monumental de invadir Irán.

Javad leyó la confesión en público y salvó la vida. Conocemos este curioso drama porque la indomable Ebadi lo ha contado en primera persona en sus memorias, Hasta que seamos libres: Mi lucha por los derechos humanos en Irán. Según explica esta mujer de autoridad irreplicable, "los seres humanos son libres, pero cada individuo posee un determinado umbral de sufrimiento. Esto le podría haber ocurrido a cualquier hombre". El poder acaba siempre en las manos equivocadas.

Con Robert Sarver en la isla gana el renqueante Real Mallorca, pero sobre todo vencen ese mismo fin de semana sus también vicecolistas Phoenix Suns, frente a los Memphis Grizzlies sin Marc Gasol. Antes del baloncestista Steve Nash, la última petición de mano de una celebridad norteamericana en Mallorca correspondió a Michael Douglas. La solicitada fue Catherine Zeta-Jones, en el escenario idílico de la piscina de s´Estaca. Vean Cien años de perdón, un cóctel de La caja 507, Celda 211 y El desconocido donde Luis Tosar encuentra un rival a su altura en Rodrigo de la Serna.

Reflexión dominical genealógica: "La monarquía no se hereda, se contagia".

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