Juan Pablo Molinero, el antiguo empleado del Instituto Nóos al que tanto Urdangarin como Torres han responsabilizado de las decisiones que se tomaron con respecto a la oficina del proyecto del equipo ciclista, desmintió ayer a sus antiguos jefes. Afirmó que ni él, ni cualquier otro empleado del entramado de empresas, tenía capacidad de tomar decisiones, si previamente no se producía la intervención de los dos socios, Iñaki Urdangarin y Diego Torres. "En Nóos no se movía un papel, un presupuesto, un documento, un contrato, un algo, sin que no lo supervisasen los jefes de la empresa", insistió.

Molinero, que en su momento tuvo que declarar como imputado, confirmó que la anterior agencia para la que trabajó tenía el encargo de encontrar un nuevo patrocinador para el equipo de ciclismo Banesto y que solo contaba con seis meses para conseguirlo. Recordó que había hablado de este asunto con Urdangarin y que éste, días después, le llamó para decirle que tenía la posibilidad de encontrar un patrocinador. Le dijo que podría comentar el asunto con el presidente del Govern balear para proponerle el proyecto. Sobre la negociación posterior que se realizó, una vez ya aprobada la decisión de patrocinar la formación ciclista, el testigo recordó que puso en contacto a José Miguel Echávarri, el director del equipo ciclista, con los responsables del Govern balear, para que acordaran los detalles de la operación. De esta forma, Molinero desmintió la versión del director deportivo, que señaló que la oficina de seguimiento del equipo, por la que el instituto Nóos cobró 300.000 euros y que Matas señaló que se trataba de la comisión pagada a Urdangarin, fue una imposición del Govern. El empleado del Instituto Nóos quiso dejar muy claro que él no intervino en los detalles del acuerdo, ni en la posterior redacción de los contratos. "No tenía experiencia en la negociación con la administración". En cambio, sí se responsabilizó del control posterior del equipo ciclista y, sobre todo, del seguimiento sobre la información que se generaba para valorar el impacto, en cuanto a publicidad, que repercutía a favor del Govern en su apuesta económica para financiar a este equipo deportivo.

También detalló Molinero, a preguntas del fiscal, su fichaje por el Instituto Nóos. Recordó que acordó integrarse al proyecto "porque me hacía ilusión trabajar como una figura como Urdangarin" y por eso aceptó la propuesta, a pesar de que económicamente salía perdiendo con respecto a su sueldo anterior. "Fue Torres quien me ofreció un sueldo de 30.000 euros al año y al final acepté". Como trabajador, al igual que el resto de empleados, Molinero aseguró que nunca diferenció lo que suponía trabajar para la empresa Nóos Consultoría Estratégica, que para el Instituto Nóos. "Para mí era lo mismo. Todo era Nóos", señaló a preguntas de la acusación.

Su presencia en la empresa no duró más de dos años, en parte porque se dio cuenta que no existía la posibilidad de progresar en la empresa. "En Nóos había dos jefes, el resto de trabajadores nos llamábamos indios que nos sentábamos en la pradera", señaló Molinero, para incidir en el control absoluto que mantenían Urdangarin y Torres en todos los proyectos, incluidas las decisiones económicas, en los que trabajaba el englomerado de empresas del grupo Nóos.

El testigo detalló que el "80% de su tiempo lo dediqué al equipo ciclista", pero rechazó, como también dijeron Urdangarin y Torres, que alguna persona de la empresa realizara un control de las horas de trabajo que cada empleado dedicaba a un determinado proyecto. A pesar de ello, el instituto presentó varias facturas, exigiendo el pago de estas horas de trabajo.

Como experto en márketing deportivo, Molinero consideró que el coste de la oficina de seguimiento que asumió el Govern, y que facturó a favor de Nóos, "no fue excesivo. Lo comparé con otros equipos ciclistas y abonaban prácticamente lo mismo", incidió.

Con respecto a otros proyectos que gestionó el Instituto Nóos, como fue la organización de los foros, tanto en Valencia como en Mallorca, el testigo insistió en que su intervención fue mínima, hasta el extremo de que apenas recordaba lo que había hecho. Tras destacar la buena organización de estos congresos y los éxitos que habían tenido, recordó que su misión en Mallorca fue agasajar al director del Tour, Jean Marie Leblanc, al que entregaron un premio. "Leblanc es una persona que apenas sale de Francia. Fue un éxito que quisiera venir en Mallorca. Me comentó que le había gustado mucho la organización".

El abogado de Diego Torres quiso demostrar, tras mostrarle decenas de correos internos, que la intervención de este empleado de Nóos en la organización de estos congresos no había sido tan testimonial como había explicado. A pesar del insistente interrogatorio, el exempleado no cambió de versión e insistió en que todas las decisiones que se habían tomado con respecto a todos los proyectos del instituto Nóos las decidían los dos directivos de la empresa, es decir, Torres y Urdangarin. "Ni yo ni otros empleados de Nóos podíamos tomar decisiones, ni siquiera presentar un presupuesto".

Hoy declarará como testigo Miguel Tejeiro, exasesor legal del Instituto Nóos, ya que ayer no pudo hacerlo.