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Opinión

Mal día para la Zarzuela en Palma y Madrid

Los interrogatorios a Urdangarin y Pedro Sánchez se saldan con la probable condena de dos galanes propuestos por Felipe VI

Mal día para la Zarzuela en Palma y Madrid

Lo mínimo que se puede exigir a las desgracias es que tengan lugar en días consecutivos, sin amontonarse en una misma jornada aciaga. Felipe VI protestó ayer ante el incumplimiento de este axioma. El castigo a sus próximos se simultaneaba en estéreo en su capital de invierno -Madrid- y de verano -Palma-. Dos derrotas estrepitosas, en el Congreso y en la Audiencia de Balears.

Los interrogatorios a Urdangarin y Pedro Sánchez se saldaron con la probable condena de dos galanes propuestos por Felipe VI. Al margen del precio a pagar, la derrota del trío está garantizada. El cuñado y el candidato han comprometido el olfato del Rey, la única virtud que se le exige a un monarca. Si un espectador mallorquín medio se avergüenza al contemplar en directo la mediocridad expresiva del cuñado del Jefe de Estado, imaginen el efecto cuando se contemplan los tristes espectáculos de Palma y Madrid desde La Zarzuela. Con Letizia al lado, despotricando que "tu cuñado" para arriba, "ya te dije que tu hermana" para abajo y "menudo candidato has buscado a La Moncloa" para el costado.

La sangrante ignorancia de Iñaki el Balbuceante ante el fiscal Horrach compromete a Felipe VI, que ya defendió su candidatura a cuñado ante las reticencias de Juan Carlos de Borbón. La fraternal entrega llegó al extremo de encomendarle la adquisición del anillo de pedida del futuro Rey. El hoy monarca defendió la excelencia de Urdangarin para La Zarzuela con más fuerza que la pretensión de Sánchez de llegar a La Moncloa.

A quienes tienen preparado de antemano para cada sesión del juicio el titular de que ".......... exculpa a la Infanta" -escríbase sobre la línea de puntos el nombre de Matas, Torres, UrdangarinMatasTorresUrdangarin o Bárcenas-, conviene recordarles que el balonmanista destacó que la empresa defraudadora Aizoon era un "proyecto conjunto" con su esposa. Este pícaro, que nos había ilustrado sobre la importancia del Tour de Francia como si el tribunal y la sociedad fueran analfabetos, pretendía ignorar después el nombre del gestor de una sociedad conyugal mediante la que ingresó millones de euros.

Aizoon era Aizombi, a un precio de muerte. Hablando de cadáveres exquisitos, Urdangarin y Sánchez son dos perdedores que se niegan a pactar la única salida a su encrucijada. Por lo menos, el líder socialista no tiene años de cárcel en perspectiva. En cambio, el cuñado del Rey debió ahorrar a la jefatura del Estado el bochornoso espectáculo de sus limitaciones. Después de haber logrado la abdicación de un Rey, es muy difícil que el sucesor salga ileso de la triste exhibición de su familiar. El pánico de La Zarzuela al interrogatorio del coprotagonista del caso Infanta aporta el único rasgo de lucidez del palacio, en el análisis del potencial explosivo de la trama.

Urdangarin ha caído en todas las trampas tendidas por Horrach, y en las que el fiscal ni se molestó en armar. Al igual que sucede con Torres, la implicación continua de La Zarzuela no disminuye el papel de los truhanes, sino que agrava lo ocurrido. Los entonces Duques de Palma no abandonaron las cloacas de Nóos cuando fueron criticados por la prensa y el PSOE mallorquín, sino cuando fueron descubiertos. La sociedad española al completo sabía entonces lo que ha confirmado la instrucción judicial, pero también estaba segura de que nunca sería investigado.

Paradójicamente, el eje de la declaración de ayer aflora la decisión más discutible de la instrucción de José Castro, exculpar al dicharachero secretario de las Infantas. Urdangarin declaró que "yo no daba un paso en mi vida sin consultarlo al señor García Revenga". Este manifiesto, lógicamente ensayado para que el balonmanista lo pronunciara sin excesivos titubeos, desmonta definitivamente a quienes desean aislar a la Infanta de la trama corrupta. Revenga es el único de los cinco miembros del patronato de Nóos que no se ha sentado en el lujoso banquillo. Y era el tesorero.

En una versión que empieza a ser abrumadora, el secretario de las Infantas vigilaba hasta el mínimo acto de Urdangarin. En cambio, los militantes del cortafuegos insisten en salvaguardar a la Infanta, en cuyo nombre se efectuaba la infructuosa labor de vigilancia. No es de extrañar que García Revenga deseara declarar en el juicio por plasma. Como Rajoy y Bárcenas, y por si a alguien se le ocurriera obligarle a quedarse en la sala.

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