­Una de las acusaciones más sólidas contra Urdangarin es la de los dos delitos fiscales que le atribuye la Agencia Tributaria. Delitos que se refieren a que, una vez desvinculado del Instituto Nóos, se dedicó a canalizar y declarar sus ingresos como asesor de empresas privadas a través de su sociedad Aizoon y no a través de la declaración de IRPF. Así pagó menos impuestos, porque la cuota impositiva es menor y además podía declarar como gasto el trabajo de sus asesores, aunque casi ninguno trabajara para estas sociedades. Urdangarin se presentó ayer casi como un analfabeto fiscal. No sabía la diferencia que supone declarar a través del impuesto de sociedades o hacerlo a título personal. Pero en cualquier caso, insistió en que "siempre tuve el convencimiento de que las cosas se hacían bien. Siempre hice lo que me indicaron mi asesores y creía que estos consejos eran correctos".

Ante el intenso interrogatorio de la abogada del Estado, Dolores Ripoll, el exduque de Palma no llegó a reconocer que había cometido un delito fiscal. Solo habló de diferentes interpretaciones con la agencia tributaria. Recordó dos cuestiones importantes. La primera que en el año 2009 realizó una regularización con la agencia tributaria, sin especificar el dinero que tuvo que pagar. La segunda, el dinero que consignó en el juzgado era para responder de la cuota impositiva que no se pagó y que ahora, "en este juicio", le podría solicitar Hacienda. Pero dejó muy claro que podría tratarse de una "reclamación administrativa". Ante la repetida insistencia de si reconocía la defraudación, Urdangarin se mantuvo en que "no la reconozco, pero si Hacienda cree que no he pagado todo el dinero que correspondía, tengo la voluntad de arreglarlo. Entiendo que hay sueldos de empleados que no podía declararlos como gastos, pero siempre tuve el convencimiento de que obré correctamente".

La abogada del Estado le preguntó sobre el nombre de Federico Rubio Carvajal. Se trata del inspector de Hacienda que realizaba la declaración de impuestos de todos los integrantes de la Familia Real. Urdangarin señaló que este asesor del Estado revisaba, no solo la declaración tributaria de su mujer, la Infanta, sino también la suya.Explicó que cada año mantenía varias reuniones con este inspector, tanto en Barcelona como en Madrid, y cuando necesitaba una documentación específica para hacer la declaración, se la enviaba sus asesores. "Nunca vio nada raro". Confirmó que desde el año 2009 dejó de prestarle este asesoramiento tributario, sin detallar las razones.