"Todas mis decisiones las revisaba la Casa Real". "No hacía nada sin consultarlo a Carlos García Revenga, el secretario de las infantas". "Sólo cobré 710.000 al instituto Nóos por mi intervención en tres ediciones de los foros". Estas tres frases, en líneas generales, resumirían la larga declaración que realizó ayer Iñaki Urdangarin, que se mostró mucho más seguro que el pasado viernes al contestar al fiscal Pedro Horrach. Muy suelto en sus explicaciones, pero poco convincente y, sobre todo, sin salirse ni una sola vez de esa línea de defensa, marcada desde el principio, que se basa en negar cualquier irregularidad, desmarcarse de todas las decisiones económicas descubiertas en Nóos y defender hasta la última de sus decisiones. Y, por supuesto, separar a su mujer, la infanta Cristina, de cualquier gestión, tanto en Nóos como en Aizoon.

El fiscal fue dividiendo por temas el interrogatorio. Empezó por el proyecto del equipo ciclista, para pasar después a los convenios para patrocinar los Sumit de Valencia. Después le preguntó por el origen de Aizoon, pero sobre todo insistió en que aclarara el trabajo que realizaba en Nóos y que tanto dinero le proporcionó.

Del tema del equipo ciclista que patrocinó el Govern no dijo más de lo que ya se sabía. Se lo propuso a Pepote Ballester. Pero a partir de allí ni un detalle más. No sabía nada, todo lo hacía el empleado especializado contratado en Nóos.

El fiscal fue mostrando facturas de los honorarios que Urdangarin cargó a Nóos desde Aizoon. Lo justificó diciendo que esas facturas respondían a "sus honorarios profesionales", sobre todo por sus intervenciones en los congresos que se celebraron en Valencia y Balears. "Cobraba por Aizoon porque era mi sociedad y yo era su administrador. Así funcionaba".

Pudo explicar, e incluso recrearse, cuando explicó el origen del Instituto Nóos, un proyecto casi romántico para sus creadores. "Lo valioso del Instituto Nóos eran los proyectos, no las personas. El conocimiento era la piedra angular de este proyecto". Es decir, según Urdangarin, este instituto sin ánimo de lucro era una especie de fábrica de ideas, que después se desarrollaban a través de los foros y de otros trabajos de investigación. Todos los profesionales que trabajaban, incluido él, cobraban por los trabajos que hacían. "Mi secretaria calculaba las horas que dedicaba a cada proyecto y pasaba las facturas a precio de cualquier asesor en temas de patrocinio". Cierto es que no quiso aclarar qué precio facturaba por hora, pero intentó a través de sus respuestas quitar importancia al dinero que cobró, que fue mucho, por el poco tiempo que estuvo vinculado a Nóos.

Aunque alabó hasta donde pudo las bondades de estos congresos de Valencia y Balears, no quedó muy claró cuál fue su papel, ni qué gestiones hizo para conseguir el patrocinio, que surgió de las arcas públicas. "Mi trabajo era presentar y defender los proyectos. Del resto de asuntos yo no me encargaba yo. Ni hacia los presupuestos ni elaboraba las facturas. Lo hacían mis asesores y colaboradores". Explicó con mucho detalles que el Instituto Nóos llevaba bastantes meses planificando la idea de organizar estas cumbres. El proyecto inicial era celebrarla en la ciudad de Boston, pero cambió de idea tras hablar con Juan Antonio Samaranch, presidente del COI. "Tenía mucha confianza con él y fue quien me propuso la idea de que los congresos se celebraran en España. Me dijo que lo planteara en Valencia porque estaba organizando otros acontecimientos deportivos de máximo nivel". Urdangarin, para desmarcarse de cualquier irregularidad económicas, insistió: Mi función era de relaciones institucionales con las empresas, con las autoridades y con los invitados. También estaba al día de las cuestiones deportivas que se organizaban"

Sobre los congresos que se celebraron en Balears no aportó nada que ya no se supiera. Su contacto fue con Pepote Ballester, que le pidió que le explicara este proyecto a Matas. "Nunca he buscado una compensación económica por este proyecto. No ha sido nunca mi interés", insistió.

La idea de crear Aizoon tampoco fue suya. Se la propuso su asesor Miguel Tejeiro y le pareció bien, porque "era un método para canalizar mis ingresos en Nóos. Añadí a mi señora porque pretendía que se implicara en mis proyectos, pero no tuvo ninguna participación en la gestión", señaló al fiscal.

Apartarse de Nóos

En ningún momento citó a su suegro, el Rey emérito, ni siquiera en la decisión que tuvo para enviarle a su abogado personal, el conde de Fontao, para que analizara los proyectos que realizaba en Nóos, tras aparecer las primeras críticas en la prensa. El marido de la Infanta restó importancia a este capítulo. Confirmó que tuvo varias reuniones con el asesor legal del monarca. "Me aconsejó, debido a las críticas que aparecieron, que era mejor que dirigiera mi profesión hacia otros proyectos y que me fuera apartando del Instituto Nóos. No me dijo que hubiera ningún problema en los proyectos que habíamos hecho en Nóos". Detalló los siguientes proyectos que inició con Torres al crear la fundación Cultura, Deporte e Integración Social. Afirmó que le "fascinaban" todos los temas de integración social relacionados con el deporte"