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Cannabis

Una droga cada vez más aceptada

Los clubes de consumo de marihuana han crecido de forma notable, coincidiendo con una caída de la percepción de riesgo ante esta sustancia - El Parlament creará una ponencia para estudiar cómo velar por un consumo responsable

Una droga cada vez más aceptada

Tras el alcohol y el tabaco, el cannabis es la droga más consumida en España y Europa. En nuestro país el 17% de los jóvenes de entre 15 y 34 años ha fumado porros en el último año, según el Observatorio Europeo de Drogas. La cifra sube hasta el 26% si rebajamos la edad a 18 años. España es el cuarto país en el que más marihuana se consume y Balears, junto al resto de comunidades del arco Mediterráneo, es una de las regiones donde más se fuma esta sustancia.

Sin embargo, según la última Encuesta domiciliaria sobre alcohol y otras drogas presentada por el ministerio de Sanidad hace un año, el uso del cannabis desciende ligeramente (la población que indicó haber fumado marihuana en el último año bajó del 9,6 al 9,2%), aunque aumenta la proporción de personas que lo fuman a diario. Y, un dato que destacó especialmente Francisco de Asís, delegado del Plan Nacional sobre Drogas, en una visita que hizo el año pasado a Mallorca, es cómo ha caído la percepción de riesgo ante esta droga, que a nivel social está cada vez más aceptada.

Y más que eso: no es solo que se acepte, es que cada vez más consumidores se están organizando y haciendo presión para lograr que se permita hacer un consumo responsable del cannabis y dar seguridad a los clubes.

En Balears, PSIB, Més y Podemos han escuchado estas peticiones y la semana pasada anunciaron la creación de una ponencia parlamentaria para estudiar el uso del Cannabis sativa, centrando el análisis en tres vertientes: los fines terapéuticos; la regularización de los clubes; y la prevención y el uso responsable.

Empecemos por ahí: ¿Qué se entiende por consumo responsable, cómo determinar qué excede lo aceptable? "Es el consumo que hace una persona adulta con sus facultades mentales al 100% ; asumiendo el riesgo asociado al uso; no permitiendo que interfiera en la vida cotidiana y sin molestar a los demás". Así de claro lo tiene David Rabé, secretario de la Federación de Asociaciones Cannábicas (FAC), e impulsor del primer club de consumo de Mallorca, en Alaró, que comenzó a funcionar en 2008.

Desde entonces, este tipo de organizaciones no ha parado de crecer en Balears. Especialmente en el último año, señala Rabé: "El crecimiento de estos clubes, que permiten controlar el abastecimiento dentro de un núcleo cerrado, ha sido espectacular". Hoy funcionan en Balears 24 organizaciones de este tipo, con un total de 3.000 asociados.

Esta tendencia al alza se está produciendo en todo el país, y especialmente destacada es la proliferación de estas sociedades en Cataluña y País Vasco, donde ya se han empezado a dar pasos para regular su actividad.

"A día de hoy no solo fuman porros los ni-nis en el parque", asegura Rabé, "hay muchos adultos que quieren consumir con seguridad y lo que defendemos no es poder abrir coffee shops como los de Holanda". El funcionamiento de estos clubs es algo mucho más restringido y controlado, no son tiendas de marihuana ni fumaderos de porros. No son sitios para pillar. El acceso es privado, solo pueden entrar socios en determinadas fechas, teniendo un aval de alguien que ya esté dentro y normalmente mayores de 24 años.

La dispensación está limitada, señala, normalmente a dos gramos diarios y si alguien insiste en obtener más se analiza si "el consumo le está generando un problema". Pone un ejemplo: "Es como si en un bar uno que estuviera ya muy borracho pidiera otra copa: quien está detrás de la barra debería decirle que no". Rabé insiste en que ellos quieren que se regule el mercado negro y que haya más seguridad jurídica, pero que su intención no es en ningún caso hacer "una apología del cannabis"; que es el mensaje que precisamente preocupa al Delegado Nacional del Plan Sobre Drogas, que más de una vez ha advertido de los riesgos de "banalizar el consumo".

El secretario de la Federación de Asociaciones Canábicas valora este "primer pasito" dado por los partidos en Balears y aplaude "que por una vez se hable y se debata: el prohibicionismo es muy duro". ¿Qué peso puede tener este paso, qué margen de maniobra real tiene el Govern? El socialista Vicenç Thomàs, vicepresidente del Parlament, razona que desde Balears no se puede modificar el código penal, pero sí se puede avanzar algo y hacer normativas relacionadas con cuestiones de salud pública y regulación de estos clubes, como han hecho en otras comunidades: "Podemos ir haciendo caliu", indica Thomàs, que recuerda que el PSOE ya aprobó una proposición no de ley en este sentido en 2001 y otra en 2008.

Insiste en cualquier caso que lo que se quiere es velar por el consumo responsable: "No hablamos de jóvenes que compran de manera ilegal y fuman por la calle, los clubes son gente organizada que cultiva y proporciona cannabis a sus socios de manera limpia y regular y quieren un marco para hacerlo con seguridad".

El uso terapéutico

El socialista, médico de profesión, pone el acento en el uso terapéutico de esta sustancia y señala que en EEUU está permitido en 21 estados y constituye una "gran industria". Thomàs apunta que entre otras cosas la marihuana puede servir para controlar el dolor; algunos efectos de la quimioterapia; los espasmos musculares que causan determinadas enfermedades...

David Rabé asegura que en los clubes de consumo llegan personas enfermas que buscan alivio en la marihuana. "Si vienen por un motivo terapéutico les pedimos la recomendación de un especialista y la cotejamos con un médico", indica, "muchas personas que sufren dolor crónico completan el uso de la morfina con cannabis". La defensa del cannabis medicinal también se va asentando y organizando en España y el pasado mes de octubre se creó el Observatorio Español de Cannabis Medicinal.

El cannabis puede tener efectos beneficiosos en algunos pacientes, pero también puede ser perjudicial para la salud, por ejemplo dañando los pulmones. Rabé en este caso defiende que también puede usarse en vaporizadores o en aceite, garantizando un uso "un poquito más seguro". Thomàs apunta que ya hay productos derivados del Cannabis aprobados por la Agencia Española del Medicamento, como Sativex, un pulverizador bucal.

"Está claro que el abuso puede tener consecuencias negativas: como cualquier adicción", apunta el socialista, "si fumas cuatro cajas de tabaco al día y encima estás obeso, está claro que tienes más boletos para tener una enfermedad coronaria".

Respecto al uso medicinal de esta sustancia, Patxi Vega, coordinador médico de Projecte Home, cree que es un tema muy "delicado" y señala que son solo algunas moléculas del cannabis las que pueden tener un efecto beneficioso: "De ahí a decir que el cannabis es buenísimo hay un abismo".

El peligro en los jóvenes

En cuanto a las posibles secuelas físicas que pueda causar fumar porros a nivel neurológico, Vega establece una diferencia según la edad: "En los adultos no hace un gran destrozo; en los jóvenes puede causar trastornos de aprendizaje y de conducta, déficits cognitivos, síndrome amotivacional, depresión y puede desencadenar trastornos psicóticos".

De hecho, señala que en Projecte Home no tienen usuarios adultos que estén ahí exclusivamente por consumo de cannabis, pero que sí tienen chavales en tratamiento solo por fumar porros.

Marcos Campoy, responsable de Projecte Jove, se pronuncia en una línea similar: "Un adulto puede hacer un uso responsable, el cannabis no es como la cocaína, pero un chaval de 14 años no tiene la capacidad crítica para usar una sustancia así con criterio", razona, "y el problema no acaba en la adicción, sino que se extiende pudiendo causar inadaptación social, fracaso escolar e incluso que los menores se acaben involucrando en el tráfico a pequeña escala: no es tanto un problema de adicción, sino un problema social".

"Los jóvenes empiezan a fumar cada vez más pronto", indica el pedagogo, "la edad de inicio aparece ya a los 12 y 13 años, lo están viviendo como un ritual de iniciación y está ya hipersocializado, como el alcohol".

José María Piñeiro, vocal de psicología de adicciones en el Colegio Oficial de Psicólogos de Balears (COPIB), también insiste en esta diferencia entre el consumo de un adulto y el de un joven: "Son consecuencias muy diferentes, en los jóvenes puede afectar al nivel madurativo, al aprendizaje... suelen tener menos control".

"La cocaína, la heroína y la nicotina son drogas más adictivas", narra, "un adulto ha de plantearse si tiene un problema con el cannabis cuando vea que eso le afecta a su vida diaria, a nivel familiar y laboral".

Por más que se ponga el acento en la etiqueta del consumo responsable, ¿promover la regularización del uso del cannabis puede dificultar la labor de prevención y de tratamiento? Piñerio lo ve probable, pero también señala que hay gente que supera "gravísimos problemas" con el alcohol a pesar de que en este país hay un bar en cada esquina.

Campoy también cree que regularizar el consumo puede complicar la prevención con los más jóvenes: "Si la parte adulta lo autoriza, si el padre fuma, eso destruye cualquier prevención que puedas hacer", admite. Por eso, pensando en los jóvenes, los propios defensores de la regulación defienden que se insista mucho en la responsabilidad, se potencien aún más las acciones preventivas y se haga mucha pedagogía, para que los chavales no capten el mensaje equivocado.

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