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Opinión

Torres, hijo adoptivo de la Familia Real

Se necesitó la labor conjunta de cuatro mujeres para que enmudeciera el fantasioso y dicharachero millonario

La Familia Real, y uno menos.

Resumen de lo publicado: La trama mallorquina del caso InfantaInfanta ha confesado de plano, al igual que los gestores intermedios del Instituto Nóos sinónimo de lucro. Los acusados valencianos no reconocen a un tribunal mallorquín, insisten en que a ellos solo puede juzgarlos Rita Barberá. El banquillo superpoblado queda así reducido a tres personajes, Diego Torres, Urdangarin y Cristina de BorbónDiego TorresUrdangarinCristina de Borbón.

Cunde el pánico en La Zarzuela, ante el riesgo de que toda España contemple en vivo y en directo las limitaciones intelectuales de Urdangarin, hasta ahora restringidas a la austeridad conventual del juzgado de Castro. La Infanta que da nombre al escándalo estaba adquiriendo un protagonismo singular en los interrogatorios a acusados, por lo que sus lujosos abogados tuvieron que intervenir ayer para recordar que solo se le atribuyen delitos fiscales.

Curiosa inversión de la jerarquía estatal. Hay que degradar a una hija y hermana de Reyes a comparsa para absolverla, así de bajo ha caído la política española. Que se sepa, Cristina de Borbón debe ocupar la primerísima posición en cualquier recinto al que acceda. En atención a su rango superlativo, ha sido recibida con reverencias durante el primer medio siglo de su biografía. Ahora paga a abogados de postín para que demuestren que es Doña Nadie. Solo le falta contratar a la peluquera de Maria Antònia Munar. Por mucho que se empeñen los partidarios del derecho a mentir, la distorsión de la realidad y de la realeza no es compatible con la justicia.

El acusado es la estrella. Por tercer día consecutivo, Torres se comportó ayer como un secundario ávido de protagonismo. Necesita desplegar su agenda de contactos, proclamarse víctima de una conjura universal. Francamente, a quién le importa este aprovechado que ha iluminado al país sobre la impostura de las también carísimas escuelas de negocios. Cabe agradecer a la presidenta del tribunal su hartazgo con el engreimiento del millonario profesor que denigra su profesión. Al interrumpir la fantasiosa autocanonización, la magistrada reivindicó a los contribuyentes que han sufragado los delirios de un Steve Jobs de pandereta.

El hijo de los Reyes era Felipe VI. El hijo político era Urdangarin, y bien que presumían. El hijo adoptivo de la Familia Real era el ombliguista Diego Torres, según su declaración. La Zarzuela se paralizaba para repasar sus cuentas, para felicitarle por sus proyectos, para jalearle a emprender nuevas metas en su saqueo autonómico. A este miembro honorífico de la dinastía borbónica , que oculta su ascendencia menorquina en una tediosa autobiografía, solo le ha faltado dar el nombre de los galgos que corretean por los prados de Palacio.

La gente que se encuentra a Torres por la calle apuesta sobre cuántos segundos tardará en nombrar a la Familia Real. Juan Carlos de Borbón deberá interrumpir su ruta Michelin, para desmentir la familiaridad que se atribuye el adoptado. La táctica de que en el banquillo falta gente complica el prestigio de La Zarzuela, pero no alivia la situación personal del cerebro del caso Infanta. Su pretensión napoleónica de que la jefatura del Estado se paralizaba a fin de velar por los intereses de Nóos, viene desmentida por el volumen de negocios comparado. Cifra saqueada en Balears y Valencia por la trama: seis millones de euros. Fortuna del Rey emérito según el New York Times: 1.800 millones de euros. No eran ni el apéndice, solo los aprendices de una poderosa matriz.

Se ha necesitado el esfuerzo conjunto de cuatro mujeres para acallar al dicharachero Torres, el inocente con cuenta millonaria en Luxemburgo/Suiza. La abogada del Estado lo arrolló, supliendo las carencias del fiscal. Dolores Ripoll ha anulado cualquier mención a su monumental desliz de la jornada inaugural. A la intervención ayer de Samantha Romero, se suma el interrogatorio de Mariángeles Berrocal en nombre del Govern. El lenguaraz Torres enmudeció. Con tres días de retraso, y antes de que Virginia López Negrete rematara la labor silenciadora.

Lo cual conduce a la pájara sufrida por Pedro Horrach, ya que se dilucida un equipo ciclista pagado a precio de Matas. Pese a su labor histórica, el fiscal no se recuperará de la perplejidad causada por su defensa de la Infanta, ayer de nuevo. Los abogados se encelan sobre juicios paralelos mientras pactan cárceles confortables en juicios subterráneos.

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