Si el pasado martes Diego Torres llegó a mostrarse bastante cómodo en el interrogatorio del fiscal, ayer fue mucho más evidente cuando el tribunal le permitió explayarse a gusto en un monólogo inicial, sin interrupciones, de más de media hora. Torres fue colocándose poco a poco en el lugar que quería para, por encima de todo, ir defendiendo su gestión al frente del Instituto Nóos e ir pontificando sobre los objetivo sociales y científicos que se lograron gracias al trabajo desarrollado. Mostró tanto ego que llegó a afirmar que "pese a la que se ha montado, estoy muy orgulloso de nuestro trabajo en el Instituto Nóos porque contribuímos a que la sociedad cambiara". Diego Torres no acepta ni una sola de las acusaciones que le hace, no solo la fiscalía, sino tampoco la abogacía del Estado. Y se defendió ayer tarde con uñas y dientes para acusar a Hacienda de montar una campaña, atribuyéndole ingresos económicos que no había cobrado él, con el único objetivo de atribuirle un delito fiscal. Se refería a los ingresos que Hacienda le atribuye por su relación con la fundación Deporte, Cultura e Integración Social. Explicó "que no entré en este proyecto hasta el año 2009 y Hacienda me atribuye todos los ingresos a mí, sin contabilizar los gastos, cuando había otras personas, como Urdangarin, que también se repartieron el dinero. Necesitaban sumar algo para llegar al delito fiscal", le contestó ayer tarde a la abogada del Estado, Dolores Ripoll.

Antes, por la mañana, al inicio de la segunda sesión del juicio, fue el fiscal quien reanudó el interrogatorio. Faltaban muchos temas por tratar, pero Torres aprovechó las primeras preguntas para soltar un discurso, con el que pretendía convencer al tribunal de que "las cosas se hicieron siempre bien en el Instituto Nóos" y sobre todo para dejar muy claro que el dinero que se cobró por el proyecto de los Juegos Europeos respondía a trabajos que habían realizado, no a gastos falsificados.

Trabajos acabados

Uno de los temas que mostró más interés por aclarar fue los problemas que surgieron cuando el Govern se negó a pagar la última factura por el congreso turístico. Confirmó que, en efecto, Pepote Ballester le insistía al principio que no quería pagar porque faltaban trabajos por entregar. "No era cierto. Se hizo todo lo acordado". Torres insistió tanto por teléfono, que Pepote ya no le contestaba. La verdadera razón de este retraso en el pago, según Torres, no era porque faltaran trabajos por entregar, sino otros motivos."Pepote me dio una excusa de que tenía problemas de liquidez. Después me confesó que si no pagaba se evitaban las preguntas parlamentarias". Era tanta la desesperación por cobrar el dinero público que le debía el Govern que Torres tuvo que recurrir a Urdangarin, que ya no trabajaba para el Instituto, para que intentara cobrar. "No pasaba nada, era un favor que le pedíamos". Torres defendió su trabajo en Balears y sostuvo que "mejor no lo podíamos hacer. Las mentiras que he tenido que escuchar la pasada semana sobre este asunto son alucinantes", señaló. En esa segunda edición Urdangarin no participó en la organización, ya que se había desvinculado formalmente del Instituto Nóos. "No participaba en los actos formales. Sin embargo se le informaba y sobre todo le estuvimos llamando porque sabíamos que estaría muy triste por no haber participado en la organización". El acusado dejó muy claro que el marido de la Infanta no cobró dinero por esta segunda edición porque no había participado en la organización.

Torres no quería desaprovechar la jornada sin vincular de nuevo a la Casa Real. Esta vez se centró sobre todo en el asesor legal del monarca, al que en el año 2006 envió para que hablara con Urdangarin y le aconsejara que abandonara los negocios de Nóos. "No es cierto que José Manuel Romero viniera un día y nos dijera que Urdangarin tenía que dejar el Instituto Nóos. Fueron muchos días de reuniones antes de tomar una decisión. Yo también era partidario de que abandonara el proyecto porque las críticas sobre los negocios me estaban perjudicando".

Insistió tantas veces en nombrar al conde de Fontao que aseguró que fue este asesor del Rey el que autorizó que Urdangarin creara una nueva fundación para así poder desarrollar sus proyectos relacionados con el deporte. Sin embargo, reconoció que no le gustó la fundación que crearon entre los dos, por lo que tuvieron que anularla y constituir otra en la que Urdangarin no apareciera como presidente. "El abogado del Rey no veía ningún problema en que Urdangarin siguiera cobrando como consultor, pero consideré adecuado que rompiéramos nuestra relación profesional y le compré su parte de la empresa".

Torres defiende la teoría de que no es cierto que ganara mucho dinero a través del Instituto Nóos. Aclaró que él, ni tampoco Urdangarin, tenían un sueldo fijo.