La infanta doña Cristina podría declarar el próximo viernes 19 ante el tribunal del caso Nóos, aunque la agenda de interrogatorios está, a estas alturas, totalmente en el aire. La hermana del rey Felipe VI sostendrá, no obstante, que no suscribió el 50 por ciento de las acciones de la consultora Aizoon para ser escudo fiscal de su marido, Iñaki Urdangarin, que asumió la otra mitad de las participaciones y se desvinculará totalmente de la gestión de la sociedad.

En la primera semana de juicio el nombre de la Infanta apenas ha salido a relucir. El exdirector general de Deportes del Govern del PP Pepote Ballester reconoció que era amigo del matrimonio Urdangarin-Borbón y el excontable de Nóos confirmó que parte del servicio doméstico de los duques de Palma estuvo en nómina, irregularmente, de Aizoon.

Doña Cristina está acusada por el sindicato de funcionarios Manos Limpias de cooperar, por ayudar a su marido a defraudar a Hacienda más de 337.000 euros en sus declaraciones de la renta de 2007 y 2008. Virginia López Negrete, abogada de Manos Limpias, reclama para la hermana del Rey 8 años de cárcel y una importante multa.

La Infanta alegará en su descargo que carecía de tiempo y conocimientos para gestionar su empresa familiar Aizoon y que confió excesivamente en su marido. La hija del rey Juan Carlos se habría dedicado, "además de su actividad profesional (como alto cargo de la Fundación Social de La Caixa), al cuidado y educación de sus cuatro hijos de corta edad, así como a las constantes actividades institucionales propias de una Infanta de España", según su estrategia de defensa ya adelantada por sus abogados.

"De estas circunstancias personales y profesionales se derivaban numerosas obligaciones cotidianas que, a menudo, comportaban desplazamientos fuera de la ciudad de residencia familiar (Barcelona) y que impedían a doña Cristina estar al corriente de las gestiones directamente vinculadas con la economía familiar".

Los abogados insistirán en "la mayor confianza" que la duquesa de Palma depositó en su marido, del que nunca presumió que pudo dedicarse a irregularidad alguna y que gestionaba Aizoon.

Según la estrategia, en la familia Urdangarin-Borbón había un sano clima de confianza, al que debe unirse "una absoluta falta de la capacidad de sospechar por doña Cristina siquiera que se podía estar incurriendo en alguna irregularidad".