Marco Tejeiro, el arrepentido excontable de Nóos, desnudó ayer al instituto Nóos, confesando facturas falsas, contratación de empleados ficticios y maniobras para sacar el dinero lejos de España. Una confesión que complica, más si cabe, la situación de Urdangarin, pero sobre todo la de su cuñado, Diego Torres, que no dejó de gesticular mientras declaraba el contable.

Marco fue el primero de la familia Tejeiro que cruzó la línea de la confesión, tras alcanzar un pacto con la fiscalía. Un acuerdo que quedó relatado en un escrito, pero que también le obligaba a confesar todas las irregularidades contables que se habían cometido a través del instituto Nóos y de todas sus sociedades satélites. Unas maniobras para ir acumulando ingresos, la mayoría procedentes de fondos públicos gracias a la influencia que ejercía el entonces yerno del Rey, para después sacar el dinero del país. Un plan pensado y ejecutado por Torres, pero posiblemente, aunque no lo llegó a aclarar Tejeiro, con el conocimiento, pero no con la participación directa, del otro socio de Nóos, Iñaki Urdangarin.

El interrogatorio que encabezó ayer el fiscal Pedro Horrach fue intenso, y fue de menos a más, hasta tal punto que hubo un momento en el que el acusado no identificaba ninguna factura. Marco Tejeiro le blindaba la oportunidad al fiscal para demostrar que el instituto Nóos no fue más que un montaje ficticio para enriquecer a sus gestores, aprovechándose de la facilidad que tenían para lograr ingresos económicos y de acceder a los fondos públicos.

El fiscal comenzó tratando el asunto de los Juegos Europeos, contratados por la Generalitat Valenciana. Se trataba de un proyecto, que costó más de 300.000 euros, que nunca se hizo. Lo consiguió Urdangarin cuando teóricamente ya no estaba trabajando para el instituto. Nóos intentó cobrar casi dos millones de euros a la Generalitat a través de facturas por proyectos o estudios que no se habían hecho. Pretendían que se pagara por valorar en un estudio el deporte del baloncesto o del voleibol. No lo consiguieron. Una empleada paró el engaño. Tejeiro explicó ayer que "creía que como se trataba de un patrocinio no se debía justificar ninguna factura". No era así, la Generalitat exigió estas justificaciones y Torres "me ordenó que buscara gastos y falsificara facturas". A la Generalitat se le intentó cobrar gastos de teléfono o incluso de la limpieza de las oficinas de Nóos, pero sobre todo el trabajo "de varias personas que no habían colaborado nunca en el proyecto de los Juegos Europeos". El excontable identificó todos los nombres que aparecían en estos documentos y de la larga lista solo tres de ellos se habían implicado en este proyecto. El resto se anotaron para inflar gastos. Marco Tejeiro cargó toda la responsabilidad sobre su cuñado. "Yo hacía lo que él me mandaba. Me decía trae las facturas y miramos cúales podemos utilizar para justificar los gastos", insistió.

Una vez aclaradas estas maniobras para engañar a la Generalitat de Valencia, que nunca ha reclamado el dinero que pagó por este proyecto frustrado, Pedro Horrach se centró en el tema de los empleados ficticios. Fue citando uno por uno los nombres de estas personas que fueron contratados por el instituto Nóos, o sus sociedades satélites, incluida la empresa Aizoon. Esta iniciativa respondía a un interés económico. Cuando más empleados tenían contratados, más subvenciones recibía la empresa, aunque fuera engañando a la administración. A estos empleados se les daba de alta en la seguridad social. Algunos eran, o familiares de los directivos, o empleados del hogar, que teóricamente hacían trabajos para el instituto Nóos. "No se les pagaba nada. Se hacía un talón con su sueldo, pero lo cobraba yo", señaló el contable. "Después les daba el dinero a Torres o a Urdangarin". El acusado detalló así el sistema que se utilizaba para "blanquear el dinero".

Dinero lejos de España

El excontable también explicó, aunque con más dificultad, el sistema que había organizado "por Torres" para sacar los beneficios que se obtenían en España lejos del país. El método relativamente fácil. Se compraron dos sociedades en el extranjero. Una en Belice, Blossom Hills, y otra en Londres, De Goes. Estas empresas presentaban facturas por supuestos trabajos (que nunca se hicieron) a las sociedades de Nóos y se ingresaba el dinero en las cuentas bancarias que previamente habían abierto en el extranjero. "Después se traspasaba el dinero a la cuenta personal que Torres y su mujer habían abierto en Luxemburgo".

El fiscal le preguntó sobre una nota que se intervino, en la que se señalaba que IU (Iñaki Urdangarin) podría facturar desde la empresa De Goes y después cobrar el dinero en el extranjero. El contable aclaró que el cuñado del Rey "renunció a llevar a cabo estas maniobras de evasión de dinero".