Si Urdangarin consiguió que el Govern contratara los proyectos que organizaba fue por una decisión personal de Jaume Matas. Y ninguno de sus colaboradores, ni consellers ni directores generales, fueron capaces de cuestionar ni una sola decisión del president, aunque fuera necesario alterar la ley, manipulando los procesos de contratación para justificar la salida de fondos públicos. Era tanta la influencia que el marido de la Infanta tenía sobre Matas, que no le hizo nunca falta justificar los gastos de las facturas para cobrar el dinero público.

Jaume Matas se está acostumbrando a que todas las culpas recaigan sobre él. Ayer tres de los antiguos altos cargos de su administración volvieron a afirmar, como antes lo hizo Pepote Ballester, que si Urdangarin fue contratado por el Govern "fue por una decisión personal del president", tanto para desarrollar la oficina de seguimiento del equipo ciclista (con un presupuesto de 300.000 euros), como después la organización de los dos foros turísticos. Los altos cargos primaron cumplir los deseos de Matas antes que respetar los procedimientos legales. Ahora se arrepienten, pero en su momento fueron incapaces de enfrentarse a Matas, aunque sabían que estaban cometiendo un delito.

Gonzalo Bernal, el primero en declarar, fue elegido por Matas para ser gerente de la fundación Illesport. Cuando aceptó el trabajo la decisión de patrocinar el equipo ciclista ya estaba tomada. Pero a él le correspondió tramitar los documentos para contratar al Instituto Nóos para que organizara la oficina de seguimiento del patrocinio. "El equipo ciclista se presentó a través de Urdangarin. Él estaba dentro del paquete del contrato. Entiendo que su figura era importante ".

Salvo Urdangarin, ningún contratista se atrevía a imponer un precio a la administración, al menos sin una negociación previa. Al marido de la Infanta no le hizo falta cumplir estos requisitos. El Govern nunca le cuestionó el precio que exigía. Se limitó a aceptarlo. Bernal, cuya confesión responde al pacto con las acusaciones, tuvo que reiterar varias veces "que la contratación de Urdangarin venía impuesta por Matas". Su trabajo en la fundación era de gestor, sin poder de decisión. Matas utilizó esta empresa pública porque las normas de contratación no eran tan estrictas como las conselleries. Y además del proyecto ciclista, Illesport también patrocinó la organización de las dos ediciones de los congresos turísticos. Bernal fue el encargado de la tramitación administrativa. "Nunca se cuestionó que se contratara al Instituto Nóos, pero lo lógico es porque detrás estaba Urdangarin". El modelo de contrato vino redactado por los directivos de Nóos. Los documentos se los entregó la secretaria del president. Bernal explicó que en la "primera edición no hubo ningún problema". Asistió Urdangarin y "se cumplieron todos los acuerdos". Se pagó el dinero acordado. Sin embargo, la siguiente edición no fue así. El Instituto Nóos no cumplió el contrato, pero sí exigió cobrar hasta el último céntimo. Fue tanta la insistencia de los directivos de Nóos, que Bernal optó por no ponerse al teléfono. El instituto recurrió a Urdangarin, que teóricamente se había desvinculado de la empresa, para que llamara personalmente a Ballester y le reclamara el dinero. Antes de esta llamada Bernal ya le había aconsejado varias veces al director general que se impidiera el pago porque no se habían entregado los trabajos. El consejo no fue suficiente. "Pepote me dio la orden de que pagara. Él no tenía la capacidad de tomar esta decisión. Fue Matas quien lo ordenó".

Illesport no solo patrocinaba los proyectos de Urdangarin. También daba apoyo a los deportistas, pero si querían cobrar, tenían que justificar los gastos. Pero el trato que recibió Urdangarin fue otro. "Nunca se le exigió que justificara una factura. La presentaba y la cobraba". Así de fácil.

Técnico turístico

Da la impresión de que Juan Carlos Alía, el exgerente de Ibatur, no es muy consciente de la razón por la que está sentado en el banquillo de los acusados del caso Nóos, porque sigue convencido de que se limitó a cumplir las órdenes que le dieron desde presidencia del Govern. Alía, que también ha pactado con el fiscal, fue uno de los asistentes a la reunión en Presidencia donde se acordó, con la presencia de Urdangarin, que Nóos desarrollaría la oficina de seguimiento del antiguo equipo ciclista Banesto. El contrato se dividió, a partes iguales, entre Illesport e Ibatur. Alía lo consideró "normal, porque el equipo iba a promocionar las islas en sus competiciones en el extranjero". Era de los pocos asistentes a la reunión "que no conocía personalmente a Matas", porque no lo había contratado él, sino el conseller. Pero fue el único que cuestionó al president cuando manifestó que no le gustaba el logotipo de los maillots. "Era tarde para cambiarlos". Como técnico turístico y no como experto en gestión administrativa, "me limité a dar la instrucción al asesor jurídico para que redactara los contratos". Alía cree que "fue un acierto que el Govern patrocinara con 18 millones el equipo ciclista" y también que después pagara los gastos de la organización de los dos congresos turísticos. Él intervino como ponente en una edición, sin cobrar nada, solo recibiendo a cambio una funda para el ordenador. "La presencia de Urdangarin contribuyó al éxito del congreso. Había sido un gran deportista y era una persona muy conocida. Su presencia era un activo importante".

El exgerente, que dimitió del cargo por el escándalo Rasputín, reconoció que, una vez transcurrido el tiempo, Ibatur no hubiera realizado este tipo de contrato "si Urdangarin no hubiera estado detrás de cada proyecto". Sin embargo, cree que el precio que se pagó por la organización de los congresos no era alto. "Tui pagaba mucho más por la organización del maratón de Palma".

El que más muestras dio de arrepentimiento fue, sin duda, Miguel Ángel Bonet, antiguo asesor legal de Ibatur y el único acusado que está preso. Ayer confesó que redactó los contratos con Nóos consciente de que estaba cometiendo un delito. Y si los firmó fue "porque era una orden de Presidencia y nadie discutía una orden de Matas" y, sobre todo, "porque recibí el mensaje de que el señor Urdangarin estaba detrás de estos contratos". Bonet no recibió la orden de Matas, se la transmitió Alía y se limitó a dar "forma jurídica a un acuerdo que ya estaba decidido".

El exasesor legal de Ibatur, confesó que se arrepiente de haber facilitado la contratación irregular del instituto Nóos, porque su obligación como jurista era oponerse a esta tramitación. Lo hizo por obediencia máxima al president, aunque ayer confesó que si se hubiera opuesto habría sido un gesto simbólico. "Se habría contratado igual a Urdangarin aunque yo me hubiera opuesto a este sistema de contratación".

El contrato que elaboró es tan corto que ni siquiera llevaba fecha. "Era una simple formalidad. La orden era drástica y directa. Nunca hubo un expediente. Era un contrato para justificar los pagos de las facturas". Bonet quiso que quedara muy claro que solo intervino en el asunto del equipo ciclista.